María Corina Machado ha cumplido su primer año como líder de la oposición en Venezuela. Allí ha dirigido las acciones de la principal coalición antichavista frente a multitud de obstáculos y ataques, la mayoría derribados con astucia y con estrategias que pocos vieron venir, sobre todo por el talante político demostrado antes de llegar a la cúspide. Desde que en las primarias del 22 de octubre del 2023 recibió cerca de 2,3 millones de votos que la legitimaron como candidata presidencial de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), la exdiputada ha sido capaz de sortear todas las trabas impuestas por el chavismo mientras su popularidad continúa en ascenso.
La Sucesión
El veto más largo. Machado se sometió a un proceso judicial con el objetivo de que le permitieran competir en las presidenciales, lo que terminó con la esperada ratificación de su impedimento hasta el 2036, el veto más largo impuesto a un político en el país. Con ese panorama, lejos de dinamitar la ruta electoral, como muchos pensaron que haría, la liberal levantó la mano a la filósofa Corina Yoris para que inscribiera su nombre en la carrera por la Presidencia. Ante la imposibilidad de concretar también esta candidatura, terminó apoyando al entonces desconocido diplomático Edmundo González.
El acompañamiento
Líder de masas. Una vez que la oposición mayoritaria inscribió candidato presidencial —algo que no ocurría desde el 2013—, Machado se convirtió en su principal valedora, encabezando actos en todo el país, en los que acumuló multitudes que ningún otro dirigente de la PUD podía arrastrar, y menos los ocho candidatos que se apuntaron para disputarle la jefatura de Estado a Nicolás Maduro. Era la primera vez en la historia política de Venezuela que una mujer lideraba las principales mediciones de respaldo popular, a la vez que, también de manera inédita, la misma líder recorría cada pueblo pidiendo el voto por el cambio que representaba González, cuya victoria reivindica frente al resultado oficial.
Las actas
Una nueva sorpresa. Ante su desconfianza en el Consejo Nacional Electoral (CNE, chavista) y echando mano de su conocimiento sobre el sistema de votación, Machado sorprendió, una vez más, al Gobierno y al mundo entero cuando anunció que tenía las pruebas que sustentaban la victoria de González, contrariando la anunciada reelección de Maduro. Gracias a un trabajo que mantuvo en secreto, en el que participaron decenas de miles de voluntarios, Machado recabó un «83,5 % de las actas de votación», según las cuales la PUD obtuvo más del doble de votos que el bloque chavista.
La consagración
En la clandestinidad. El reclamo de la exdiputada, o lo que llamó su «lucha del bien contra el mal», no ha cesado, pero desde poco después de las votaciones ha mantenido oculto su paradero ante la amenaza del chavismo. La acusan de terrorismo en medio de una oleada de detenciones contra dirigentes de la oposición. Aun en la clandestinidad, Machado ha recibido muestras de apoyo de todo el mundo o premios como el Václav Havel del Consejo de Europa «por ser defensora de la democracia». Ella agradece cada reconocimiento reiterando que su batalla contra el chavismo se mantendrá «hasta el final».