«Volví a trabajar después de la jubilación porque me aburría y la pensión no llegaba a nada»
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José Esperón tiene a la venta su vivienda y su restaurante Isla de Tambo, en la playa de Lourido, en Poio, para poder vivir un retiro más confortable del que tenía
15 oct 2024 . Actualizado a las 18:54 h.José Esperón está detrás de la barra de su restaurante en la playa de Lourido, en Poio. En apenas unos minutos sirve un par de vinos que le hacen interrumpir la conversación, pero no pierde el hilo de una vida de hostelero. A sus 73 años ha tenido que volver a trabajar por voluntad propia. Se jubiló en enero, pero este verano se volvió a dar de alta para retomar el servicio de cafetería en Isla de Tambo. «Volví a trabajar porque me aburría en casa. Estaba angustiado y deprimido, me aburría como una ostra, así que pensé por qué no voy a abrir y dar el servicio», reflexiona Esperón Torres. Dicho y hecho. Desde julio se ha puesto de nuevo detrás de la barra, pero sigue manteniendo a la venta su restaurante. Ya no da comidas. Se limita a la actividad de cafetería para que la gente que se acerca a la playa de Lourido los días de calor tenga un lugar en el que tomar un helado o un refresco. Ha recuperado la actividad. Eso le da aún más vida de la que tiene. Y eso es decir mucho. «Tengo más vitalidad que una persona joven», recalca José, que está solo en su local, aunque de vez en cuando su esposa le echa una mano.
En lo alto de su restaurante todavía está el cartel de Se vende sobre la balconada de la vivienda. Es un número de teléfono al que responde con celeridad. Su prioridad es desprenderse de esta propiedad para poder tapar algunos agujeros y vivir una jubilación en paz. No le convencía demasiado el plan que tenía por delante. «El principal motivo por el que regresé es porque me aburría, pero es cierto que una jubilación con dinero es otra cosa», advierte Esperón, que reconoce que la pensión que recibía rondaba los mil euros. Así que hizo cuentas y vio que abriendo la puerta de Illa de Tambo otra vez tendría más ingresos que descansando en su casa. «Hago más trabajando que jubilado. La pensión es muy pequeña después de una vida de hostelero», reflexiona. No le duele tener que madrugar, además quiere sacar lo bueno de cada una de sus decisiones. Y de la de volver a trabajar extrae una importante para quien tiene todo a la venta. «Es más fácil que me pregunten por el local si está abierto y con actividad que si está todo cerrado», señala. No anda desencaminado.
El último en interesarse por su negocio fue un matrimonio chino con su hijo que visitaron el local y preguntaron sus dudas a José Esperón. Desde que lo puso a la venta calcula que más de un centenar de personas se han puesto en contacto con él. «Hace unas semanas estuvieron unos árabes y unos mexicanos», dice sorprendido. A pesar de los contactos internacionales, la mayoría de los interesados en el local son de la zona de Pontevedra.
Un negocio de 23 años
El restaurante Isla de Tambo es un lugar conocido en la ría. Está a pie de playa y encontrar una mesa en verano es una tarea complicada. Su ubicación es uno de los puntos fuertes de este local que José Esperón abrió hace 23 años. Ya tenía negocios en Sanxenxo cuando encontró esta oportunidad en Lourido. Dejó la capital turística de las Rías Baixas por motivos personales y en un primer momento quería comprar algo por Bueu. Finalmente le surgió la oportunidad en la otra orilla de la ría y no lo dudó. «Siempre que venía a Pontevedra a comprar paraba por esta zona porque me gustaba mucho», rememora José, que en el 2001 se hizo con la vivienda y poco después montó el restaurante. «Antes había una sala de fiestas y luego lo llevó un chico que apenas lo tuvo un año», recuerda. Fue a este último a quién le compró una propiedad que ahora vende «casi regalado», como él dice, por 475.000 euros.
La casa tiene cuatro habitaciones con garaje para tres coches, además del restaurante y una finca de 900 metros cuadrados. «Si lo vendo todo, me libro de quebraderos de cabeza», concluye.