El tribunal del caso Pelicot decidirá hoy si proyecta los vídeos ante la prensa

María Viñas Sanmartín
maría viñas REDACCIÓN / LA VOZ

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La víctima pide que las imágenes sean difundidas para probar las agresiones

04 oct 2024 . Actualizado a las 12:56 h.

A las dos semanas de arrancar el juicio, el Tribunal de lo Criminal de Vaucluse (Francia) determinó que la prensa tendría que ausentarse de la sala cada vez que se proyectasen los vídeos de las agresiones sexuales a Gisèle Pelicot, la mujer a la que su marido drogó sistemáticamente durante casi diez años para que otros hombres la violasen. Este se ha convertido en un asunto nuclear del proceso, porque a pesar de que, tal y como señaló el juez, son estas unas imágenes «indecentes y chocantes», la víctima quiere que se muestren, no solo para que el tema tenga la máxima difusión y «la vergüenza cambie de bando», sino para quede clara la naturaleza de los abusos.

Son mayoría los acusados que se escudan en la falta de intencionalidad, que dicen que creían estar participando en un juego sexual, que no sabían que la mujer había sido adormecida en contra de su voluntad. Con la decisión de reproducir las grabaciones a puerta cerrada, «se está protegiendo la indignidad», denuncian los abogados de Gisèle. Son la base de la acusación, una «prueba irrefutable», cree la víctima. Tras varios días escuchando los testimonios de los agresores y ante la insistencia de la acusación, el tribunal debatirá hoy de nuevo si los periodistas deben y pueden quedarse dentro para ver los vídeos. Precisamente, la ronda de declaraciones de ayer no estuvo exenta de alegatos centrados en la ausencia de voluntad de cometer una agresión: «Hubo relaciones sexuales, pero no sabía que Gisèle Pelicot no estaba de acuerdo», dijo Jean T. «Somos violadores porque no hemos obtenido el consentimiento, pero no somos violadores de corazón», intentó convencerse Thierry P.

«Ver la mercancía»

Especialmente duro resultó ayer el turno de palabra de Simone M., el único de los 50 hombres al que Gisèle Pelicot «conocía». Vivía en el mismo pueblo, había estado previamente en su casa y al menos en una ocasión —recordó— la saludó al cruzarse con ella en la panadería. Repasando cuándo y cómo Dominique le propuso acudir a su domicilio, explicó que para convencerlo le invitó un día que su esposa estaba despierta. «Me dijo: Verás que guapa es. Y a ella le contó que iba a pasarme por allí a mirar las ruedas de una bicicleta». Gisèle se mostró entonces particularmente afectada por haber sido entregada a un hombre al que, previamente, había recibido en su propia casa para que él «viese la mercancía».

Ninguno de los interrogados esta semana ha mostrado la mínima «empatía» con la víctima, concluyó este miércoles uno de psiquiatras que los analizan. Jean T. describió ayer con detalle el modus operandi de Dominique: les obligaba a aparcar lejos, les hacía entrar en casa por el patio y les pedía que se desnudasen en la cocina. Preguntado si en algún momento había solicitado el consentimiento de Gisèle Pelicot, respondió que en las relaciones liberales los hombres suelen ser «los que hablan» y las mujeres «siempre esperan».

El «solo sí es sí» francés

El juicio de Aviñón ha relanzado en el país vecino el debate sobre el consentimiento en la definición del delito de violación. El pasado viernes, el nuevo ministro de Justicia, Didier Migaud, se mostró públicamente a favor de integrar esta noción, que a día de hoy no aparece de manera explícita. Ya en marzo el presidente, Emmanuel Macron, había avanzado su intención de modificar la redacción de un artículo que califica la violación como «cualquier acto de penetración sexual de cualquier tipo o cualquier acto buco-genital cometido contra otra persona mediante violencia, obligación, amenaza o sorpresa». En febrero, la senadora ecologista Mélanie Vogel presentó una proposición de ley para añadir el citado permiso, pero el anterior titular de Justicia, Éric Dupond-Moretti, pidió prudencia y una reflexión más profunda, porque, en su opinión, ya se incluía implícitamente la falta de consentimiento.