Uno de los acusados en el caso Pelicot guardaba cientos de imágenes pedófilas

María Viñas Sanmartín
maría viñas REDACCIÓN / LA VOZ

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Manon Cruz | REUTERS

El juicio avanza con las evaluaciones psicológicas de los violadores: el vecino alcohólico, el pederasta, el que dice que también fue drogado, el que tenía relaciones con chicas que fingían dormir, el adicto al sexo que repitió cinco veces, el enfermero experto en anestesia y el niño bien que odia a las mujeres

03 oct 2024 . Actualizado a las 14:16 h.

En su quinta semana, el juicio de Aviñón se empeña a fondo en el escrutinio de las psiques de los acusados de agredir a Gisèle Pelicot, la francesa a la que su marido drogó noche sí, noche también durante casi una década para que otros hombres la violasen. Sobre siete de ellos hablaron ayer los psicólogos encargados de trazar sus perfiles mientras la víctima escuchaba estoica desde la sala anexa de retransmisión. Comparten parafilias y, la mayoría, infancias traumáticas, marcadas por los abusos; también, personalidades narcisistas y una descarada ausencia de culpa. En el ordenador de uno de ellos se encontraron cientos de imágenes pedófilas.

El vecino que le echa la culpa a su alcoholismo

El de Simone M., de 43 años, es el único rostro que Gisèle reconoció cuando se encontró de frente con los 50 hombres que se sientan junto a su exmarido en el banquillo. Era su vecino en la pequeña localidad de Mazan, a la que el matrimonio se había mudado en el 2013 para disfrutar de una tranquila jubilación. Trabajador temporal en el sector de la construcción y padre de cinco hijos, se topó con Dominique en el foro en que el monstruo de Mazan reclutaba a sus cómplices, donde Simone había recalado «en busca del amor»; las cosas, admitió, «iban mal» con su esposa. Ante los psicólogos relató haber sufrido abusos sexuales de adolescente por parte de un amigo de su padre y estar acomplejado con el tamaño de su pene; de adulto, se refugió en el alcohol. Sobre las violaciones, emitió el argumento conocido, el de creer estar participando en un juego de pareja en el que la mujer fingía dormir. Ayer, en el juicio, se descartó que hubiese actuado bajo coacción.

«Cómo pudo llegar esta pareja a este punto»

También Thierry Postat —61 años, padre de tres hijos y afincado en Bocas de Ródano— defiende que se presentó en casa del matrimonio, en agosto del 2020, para participar en una «práctica sexual consensuada». Lejos de reconocerse un violador, se pregunta incluso por las motivaciones de Dominique Pelicot : «Cómo pudo llegar esta pareja a este punto». Según la psicóloga que lo examinó, «traslada la culpabilidad al mundo exterior». En su ordenador fueron encontrados más de 400 vídeos y 600 fotografías de porno infantil y zoofilia.

El que dice no recordar nada

Jean T. tiene 52 años. Creció en Isla Reunión y llegó a la Francia continental a los 39. Lleva nueve años con su pareja actual, pero admite recurrir «ocasionalmente» a la prostitución y participar de vez en cuando en orgías. Acudió una única vez a casa de los Pelicot, el mismo día en el que conoció a Dominique a través de internet. Al llegar, sostiene, se lo encontró manteniendo relaciones con Gisèle. Asegura que se bebió un refresco y que, a partir de ahí, ya no recuerda nada, que se despertó en su coche. Mantiene que fue drogado, lo que Dominique niega, y expresa empatía hacia la víctima, pero no sentimiento de vergüenza ni culpa. El psiquiatra expuso ayer que aducir estar bajo los efectos de alguna sustancia y escudarse en la amnesia es una manera de no afrontar los hechos.

«He tenido sexo con chicas que fingían estar dormidas»

Cuando Thierry Pa., de 54 años, conoció a su segunda esposa, víctima de maltrato, se dijo a sí mismo que la «salvaría», que le demostraría que no todos los hombres estaban «podridos», que había en el mundo individuos buenos. Ayer compareció ante el tribunal de Vaucluse, acusado de violar a una mujer inerte. Cuando fue identificado por los investigadores se encontraba internado en un psiquiátrico, atravesando una profunda depresión tras la muerte accidental de su hijo. Alcohólico, admite haber practicado sexo en trío, así como su simpatía por el bondage e incluso por la somnofilia. En sala, confesó haber mantenido relaciones con al menos tres mujeres que «fingían» estar dormidas.

Infiel y adicto al sexo: el que la violó seis veces

Jérôme V., de 46 años, admite las seis violaciones agravadas en su totalidad. Sucedieron durante el confinamiento, en plena pandemia, en la primavera del 2020. Padre de tres niños, reconoce haber pagado por sexo y asume haber sido reiteradamente infiel; dice que, de niño, fue víctima de malos tratos. El psicólogo ha constatado que recibió una educación «deficiente» y sufrió acoso escolar; según el peritaje, padece una severa adicción al sexo. Bombero voluntario, consume porno de somnofilia, una inusual inclinación sexual que admitió ante los investigadores. Acepta haber mantenido relaciones con Gisèle con pleno conocimiento de causa y muestra remordimientos.

El niño de familia bien: «Odio a las mujeres»

Adrien L., tiene 34 años. Nació y creció en una familia unida y cariñosa, privilegiada. Recibió una buena educación y pasó su infancia entre los campos de la Provenza, pero a los diez años fue agredido sexualmente —dice— por un primo mayor, y a los 18 se convirtió en padre de una niña que resultó no ser suya. Durante los exámenes psicológicos a los que fue sometido en prisión reconoció que odiaba a las mujeres, fruto de aquel engaño. «Eso marcó un antes y un después en mi vida», asimiló. La psiquiatra Joëlle Palma lo describió ayer como un «narcisista clásico» con un «deseo sexual exacerbado y descontrolado», que «utiliza al otro para lograr sus objetivos». Ha menospreciado y maltratado a sus parejas en público, y el año pasado fue condenado por otras tres violaciones, posteriores a las de Gisèle. Él, sin embargo, se niega a ser considerado un agresor, creyéndose distinto al resto de los acusados, y como la gran mayoría defiende que estaba convencido de estar participando en un juego, de que Dominique garantizaba el consentimiento de Gisèle: «Desde el momento en el que él estaba presente no hubo violación», insistió. «Ella no dijo que no», ha llegado a argumentar.

El enfermero de anestesia

Redouan E., de 55 años, nació en Marruecos, en una familia encabezada por un hombre violento que maltrataba a su esposa frente a sus hijos. Con formación de enfermero de anestesia —título sin convalidar en Francia—, sostiene, sin embargo, no tener constancia del sometimiento químico de Gisèle. Cree ser víctima de «una clara artimaña» y mantiene que si él se metió en su habitación fue porque Dominique se le «ofreció», confesándose adepto a los clubs swinger y a los chats de internet. Rechaza toda responsabilidad: «La tragedia de Gisèle Pelicot es haberse cruzado en la vida de Dominique Pelicot, es la tragedia de todos nosotros».