«Todo bien por aquí», dijeron desde el sumergible Titan antes de implosionar de camino al Titanic

La Voz REDACCIÓN

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OCEANGATE EXPEDITIONS | REUTERS

Los empleados de OceanGate declaran en las audiencias para intentar aclarar las causas del accidente del submarino el 18 de junio del 2023

17 sep 2024 . Actualizado a las 09:56 h.

«Todo bien por aquí» fue uno de los últimos mensajes enviados desde el sumergible Titan antes de implosionar en el 2023 durante una expedición a los restos del Titanic en las profundidades del océano Atlántico, según reveló este lunes la Guardia Costera de Estados Unidos.

La Junta de Investigación Marina de la Guardia Costera comenzó este lunes una audiencia de dos semanas sobre el accidente ocurrido el 18 de junio del 2023 en el que murieron las cinco personas que iban a bordo del sumergible propiedad de la empresa OceanGate.

Mientras se sumergía para llegar al Titanic, que se encuentra a unos 3.800 metros de profundidad, el Titan envió una serie de mensajes de texto a un buque de apoyo en la superficie llamado Polar Prince.

A los 2.274 metros bajo el nivel del mar, el sumergible envió uno de sus últimos mensajes: «Todo bien por aquí», según una animación elaborada por la Guardia Costera para recrear el accidente. El último mensaje que salió del Titan fue «arrojar el peso».

A los 3.346 metros se perdieron las comunicaciones con el sumergible, cuyos restos fueron encontrados cuatro días después en el fondo del océano y se determinó que los cinco miembros de la tripulación, incluido el director ejecutivo de OceanGate, Stockton Rush, murieron en la implosión de la nave.

El primero en testificar en la audiencia, celebrada en Carolina del Sur, fue el exdirector de ingeniería de OceanGate Tony Nissen, despedido de la compañía en 2019.

Nissen dijo haber recibido presiones por parte de Rush para acelerar los cronogramas y meter el Titan al agua, y reveló que hace años se negó a pilotar el sumergible porque desconfiaba del personal de operaciones. 

Por qué implosionó el sumergible Titán

La misión del submarino Titan de descender al fondo marino para ver los restos del Titanic, hundido en 1912 tras colisionar con un iceberg, tenía que haber durado diez horas. La empresa OceanGate Expeditions era la dueña y operadora del sumergible, empleado para llevar a cabo expediciones en aguas profundas. Los restos de la nave fueron hallados días después a solo 500 metros del pecio del Titanic y encajaban «con una implosión catastrófica», es decir, una rotura y hundimiento provocados por la mayor presión del exterior.

Los sumergibles están diseñados para soportar presiones aplastantes. A 4.000 metros bajo el agua —profundidad máxima que podía alcanzar el Titán— la presión es unas 400 veces mayor que al nivel del mar. Cualquier daño o defecto en el casco del vehículo podría provocar una fuga que provocaría la implosión inmediata de la embarcación.

«Si el casco a presión falla catastróficamente, es como si explotara una pequeña bomba. El potencial es que todos los dispositivos de seguridad se destruyan en el proceso», dijo a The Guardian en el momento del siniestro Stefan Williams, profesor de robótica marina en la Universidad de Sídney.

Además, la implosión habría sido casi instantánea, con una duración de solo milisegundos, según el Journal of Physics: Conference Series. La revista Naval History señalaba que el evento habría pulverizado el casco de metal «como un caramelo» y que «la destrucción completa ocurriría demasiado rápido para ser reconocida cognitivamente por las personas a bordo». 

Una implosión es básicamente lo opuesto a una explosión. En lugar de que la presión del interior se mueva hacia el exterior, hay una del exterior que se precipita hacia el interior. Como en el caso de las explosiones, es poco probable que quede mucho del aparato. «Sé que no es un gran consuelo para las familias y los cónyuges, pero murieron instantáneamente. Ni siquiera se dieron cuenta de que algo andaba mal», dijo el periodista David Pogue a la CNN.