El perfil psicológico de Dominique Pelicot: múltiples parafilias y un deseo «irrefrenable»

María Viñas Sanmartín
maría viñas REDACCIÓN / LA VOZ

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Manon Cruz | REUTERS

El hombre acusado de drogar a su mujer para que otros varones la violasen vuelve a alegar problemas de salud y su declaración queda aplazada

11 sep 2024 . Actualizado a las 12:24 h.

El tópico se cumple: siempre saludaba. Dominique Pelicot (71 años) no solo parecía un buen tipo, había convencido a todos de que lo era. Su entorno lo define como un hombre «servicial» y «amable», un padre presente y cariñoso, comprometido con la educación de sus nietos, una persona —en palabras de su propia hija, Caroline Darian— «de plena confianza». «En 50 años, nunca le he visto decir nada inapropiado u obsceno sobre una mujer», aseguraba el pasado jueves ante el juez su esposa, Gisèle Pelicot. Durante al menos diez años, la drogó sistemáticamente para que otros —desconocidos con los que contactaba a través de internet— la violasen estando inconsciente. Se despertaba desorientada y magullada, pero nunca sospechó. Llevaba casada con él más de media vida.

Gisèle conoció a Dominique —«un joven seductor, de pelo largo»— el verano de 1971; dos años más tarde se casó con él. El matrimonio tuvo tres hijos —David, Florian y Caroline— y en el 2013, ya jubilados, se mudaron al sur de Francia, donde se perpetraron la gran mayoría de las agresiones. Durante el día, Pelicot era un vecino discreto que solía subir en bicicleta las rampas del Mont Ventoux, un padre «gallina», siempre presente y disponible para los suyos. Sus hijos varones lo han descrito, sin embargo, ante el tribunal de Aviñón como hombre un mentiroso que no soporta que lo contradigan, un padre violento, lleno de ira, incapaz de enfrentarse a sus propios fracasos. Dominique —tal y como constatan los informes médicos expuestos este lunes— tiene una doble cara, pero no está loco. No padece ninguna anomalía mental que le impida discernir el bien del mal, clave para poder considerarlo penalmente responsable.

Varios expertos se turnaron esta semana en la corte para trazar el perfil del ya bautizado como monstruo de Mazan. Según la psicóloga Annabelle Montagne, se trata de un «egocéntrico narcisista» con un deseo irrefrenable de cumplir sus fantasías sexuales. El psiquiatra Paul Bensussan habló de su falta de límites morales y expuso todas sus parafilias o desviaciones sexuales: fetichismo, voyeurismo —sentir placer al observar a otros teniendo relaciones sexuales—, exhibicionismo, somnofilia —excitarse al interactuar con individuos dormidos o inconscientes— y sadismo. Como su colega Montagne, mencionó la personalidad narcisista de Dominique, un hombre manipulador, capaz de mentir y cambiar a su antojo la versión de los hechos, alguien a quien no le tiembla el pulso a la hora de cometer actos atroces. La psicóloga Marianne Douteau se detuvo en su carácter colérico y en su hipocresía. «Su sexualidad es un reflejo de su personalidad: ordinaria en público, pero obsesiva en privado», calificó.

Un «coma ligero»

Usuario habitual de páginas web y foros pornográficos, Pelicot utilizaba a su esposa como un «cebo», un objeto para cumplir sus deseos y necesidades. Según el doctor Bensussan, llegaba a inducirle un «coma ligero» con medicamentos, lo que pone en evidencia su «notable frialdad» y la «ausencia de empatía». En los vídeos, queda patente que la víctima, con espasmos y arcadas, sufría aún estando inconsciente.

A la exhaustiva radiografía psicológica nada replicó Dominique el lunes, porque directamente se ausentó de la sesión alegando problemas de salud; el martes, día en el que debía declarar, fue hospitalizado, y esta mañana ha vuelto a la corte para solicitar un nuevo aplazamiento. El presidente dle tribunal, Roger Arata, le ha dejado volver a la prisión y ha pedido que se le someta a un peritaje médico para conocer exactamente su estado y determinar si se podría programar el jueves por la tarde su testimonio.

Sí replicó el lunes su abogada, Béatrice Zavarro, que achacó el oscuro temperamento de Pelicot a los supuestos abusos sufridos de niño, episodios que su hija niega y su hermana dice no recordar. El acusado esgrime que a los nueve años fue agredido por un enfermero y que a los 13 vivió otro episodio traumático, al presenciar una violación múltiple.

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Todos los expertos advierten sobre su personalidad «altamente criminal», un diagnóstico que apuntala cada nuevo detalle que se hace público. La incorporación de su ADN en las bases de datos policiales lo ha relacionado con al menos la muerte violenta de una joven en 1991 y con un intento de violación en 1999. El mismo Dominique admitió ante la psicóloga que lo examinó en septiembre del 2020, pocas semanas después de ser detenido, que le resultaba imposible dejar de drogar a su mujer, incapaz de prescindir del placer que le provocaba ver cómo otros hombres mantenían relaciones con ella sin su consentimiento.

Cinco vídeos sucesivos

Una de las sesiones de abusos sexuales a la que fue sometida bajo ansiolíticos Gisèle Pelicot duró al menos seis horas con un solo hombre, según las conclusiones de uno de los expertos que declaró este martes en el juicio, el perito Olivier Eymard. Encargado de examinar el material informático incautado a Dominique Pelicot, explicó ante el Tribunal de lo Criminal de Vaucluse que la duración se estimó a partir del análisis de cinco vídeos sucesivos en los que aparece un mismo individuo. Lo hizo como respuesta a las preguntas de los abogados de la víctima, que querían conocer las fechas exactas en las que se habían grabado las imágenes requisadas, principal base de la acusación.

Desde el primer día, varios letrados cuestionan que las agresiones fuesen tan largas como asegura la acusación particular. Eymard detalló, sin embargo, «que la fecha de última modificación de cada vídeo corresponde a la realización», lo que permite determinar su duración. En ese momento, uno de los acusados se levantó para increparlo.