Nos adentramos en el mundo de las relaciones abiertas para conocer cómo se gestionan, los tipos que hay y por qué las parejas quieren introducir a otros en su historia. ¿Será este el fin de la exclusividad amorosa? Esta experta en la materia nos responde
19 sep 2024 . Actualizado a las 09:24 h.Para la gran mayoría, el mundo de las relaciones abiertas es un universo desconocido que solemos estigmatizar. Así que hemos decidido acercarnos a la mirilla de esta modalidad, que ya no es tan excepcional, para conocer qué es lo que lleva a una pareja a introducir nuevas personas en ella, cómo se gestiona emocionalmente todo eso y por qué se toma esta decisión. Para ello hablamos con la socióloga, especializada en sexología, Cecilia Bizzotto, que también es la portavoz de JoyClub, una comunidad de personas que defienden y practican la libertad en la pareja.
—¿Hay datos sobre el porcentaje de personas que han abierto su relación en España?
—No, es muy difícil saberlo porque hay muy pocos estudios, pero se hizo uno en Sevilla que era solo con población universitaria, quiero decir que tampoco sería demostrativo de la población general, y se vio que el 7 % habían tenido alguna vez en su vida una relación abierta. Eso concuerda con otros estudios que se han hecho en Estados Unidos, en los que aproximadamente entre el 5 y el 10 % de la población han tenido alguna relación abierta. Pero claro, tampoco sabemos qué modalidad. Si es abierta solo sexualmente, si es poliamorosa y demás.
—Hace 30 o 40 años, si decías que tenías una relación abierta poco menos que eras un extraterrestre...
—Sí, es algo que se está normalizando muchísimo. Cada vez más. Por lo menos se habla y existe como una posibilidad. Por los datos que hablábamos antes, obviamente no es algo mayoritario y no creo tampoco que lo vaya a ser, o quizás sí, pero en un futuro bastante lejano. No sé si lo llegaremos a ver. Porque los marcos relacionales de los que partimos todos son los de la monogamia. Entonces, sí hay una tendencia, una mayor apertura, una normalización, y más personas se lo plantean como una posibilidad, pero esto no implica que todo el mundo lo haga y que podamos sacar titulares catastrofistas relacionados con el fin de la monogamia. La mayoría de las personas se vinculan desde las relaciones exclusivas.
—¿Muchas de esas parejas lo llevan en secreto?
—Totalmente. Sigue pasando muchísimo. Sobre todo con cierto tipo de relaciones abiertas especiales. Por ejemplo, las parejas swingers. No lo comparten con otros entornos. Está muy estigmatizado y relacionado con la idea de vicio, de promiscuidad.
—La pregunta es obligada ahora que hablas de parejas «swingers». ¿Qué tipos de parejas abiertas hay?
—Las relaciones monógamas son aquellas donde hay exclusividad afectiva y sexual. Solo te puedes vincular con tu pareja en lo emocional y solo puedes tener sexo con esa persona. Pero en las relaciones no monógamas, no hay exclusividad en algún término, ya sea afectiva o sexual. Entonces, puedes tener relaciones abiertas solo sexualmente. Dentro de estas estarían las relaciones swingers, que tienen una pareja principal con la que comparten afectos, que conviven y quizás tienen hijos, pero sí pueden tener sexo con otras personas que no estén dentro de la pareja. Y en ese caso, el acuerdo principal es que el sexo siempre se tiene con los dos miembros de la pareja presentes. Está más asociado al intercambio de parejas. Luego hay parejas abiertas sexualmente que van por libre y es en plan: «Esta noche tengo una cita con alguien que no sea mi pareja», y el otro tiene también otra cita. Son encuentros sexuales con otras personas por separado, pero siempre los afectos quedan en el espacio de la pareja y no está permitido enamorarse de otras personas.
—¿Y si hay relación afectiva de por medio?
—Ahí estaría el poliamor. Son relaciones donde todas las personas integrantes pueden tener vínculos afectivos y sexuales con más de una persona a la vez. Y puede ser que sus vínculos no se relacionen entre ellos o que sí. Podrían establecer una relación de cuatro. Pero dependerá de cada situación.
—¿Qué lleva a una pareja a abrir la relación? ¿Monotonía, descontento?
—Pues según lo que hemos observado en JoyClub, que es una comunidad en la que la gran mayoría de los usuarios son no monógamos, la razones principales no suelen ser esas. De hecho, está contraindicado que si tienes problemas de pareja, decidas abrir tu relación. Porque gestionar emocionalmente las cuestiones que suelen surgir en una relación abierta es complicado y requiere que la pareja esté unida y funcione bien. Esto no significa que las parejas que llevan tropecientos años juntas y que estén aburridísimas, con una sexualidad muy monótona, no decidan abrir su relación, pero no es la razón principal. De hecho, hice una encuesta en JoyClub sobre el motivo principal para abrir su relación.
—¿Y cuál fue el resultado?
—Que el último de los motivos es la monotonía o los problemas de pareja. El principal suele ser compartir experiencias con su pareja o que tienen una ideología que les empuja a abrirse a la no monogamia, porque consideran que la exclusividad sexual es la posesión de la otra persona y no les apetece vincularse desde ahí... La razón suele estar en lo positivo más que en lo negativo.
—Habrá casos en los que una de las partes se vea empujado por la otra...
—Es normal que una de las partes esté más involucrada e interesada y la otra más vigilante, pero eso no significa que se tenga que ver forzada y que no se respeten sus tiempos. Si se hace desde la obligación, estarían haciéndolo mal.
—¿La infidelidad está sobrevalorada en las parejas monógamas?
— Con la infidelidad se rompen los cimientos de la monogamia. Y en ese sentido está sobrevalorado, porque parece que es el fin del mundo y que es algo que no se pueda negociar o hablar. Pero al mismo tiempo es la válvula de escape ante un sistema que es muy pesado. Hay un estudio que dice que el 40% de los españoles reconocen haber sido alguna vez infieles sin que sus parejas lo hayan sabido. Ojos que no ven, corazón que no siente. Queremos vivir juntos toda la vida y eso implica que nunca jamás vamos a sentir atracción o deseo por otras personas. Y eso es perfectamente válido para unos, pero no para otros. La monogamia es una imposición para muchas personas y lo óptimo sería que cada uno pudiera elegir cómo vincularse en función de lo que necesita.
—¿Cuántas más personas haya no es más complicado de gestionar?
—Hay que ser consciente de que va a haber un importante trabajo de gestión emocional. Y cuantas más personas estén involucradas, vas a tener que gestionar más problemas si lo queremos llamar así, más conflictos. Si yo me vinculo con Pepita y Pepita se siente insegura, pues yo me tengo que involucrar. Tengo que tener responsabilidad afectiva para ayudarla a gestionar sus celos e inseguridades. Podemos hacer un símil con las amistades. Pero si te metes en el poliamor y en lo único que estás pensando es en tener sexo con mucha gente, pues tienes que tener cuidado porque esas personas se están involucrando emocionalmente contigo y van a tener necesidades. Si tú no estás dispuesto a eso, mejor no lo hagas. Pero eso también sucede con las relaciones monógamas. Hay solteros en serie, que están todo el rato buscando encuentros sexuales, y prometen cosas que luego no hacen.
—¿Las parejas rompen por las mismas razones sean o no monógamas?
—En una pareja monógama los principales motivos son la incompatibilidad, la pérdida de deseo y la mala comunicación en la pareja. En las no monógamas, cuando se inicia esa relación abierta hay muchas ocasiones en las que rompen al comienzo. Básicamente, porque se han metido en una gestión emocional que les queda grande. En la exclusividad estás protegido, pero ahí vas a tener que ver a tu pareja que desea a otras personas, o incluso que está a la vez con otras personas, vas a pasar menos tiempo con tu pareja, vas a ver que quizás se enamora, quizás pierde un poco la cabeza, quizás quiere pasar más tiempo con la otra persona... y todo esto acrecienta inseguridades e implica una gestión emocional que para muchas personas les pesa demasiado. Y en ese primer estadio rompen por esa falta de capacidad para gestionarlo, establecer límites y cuidarse el uno al otro. Y una vez que ya se supera esa frontera inicial, pues rompen por las mismas razones que las monógamas.
—¿También son muy duraderas las parejas abiertas?
—Yo conozco parejas swingers que llevan juntos desde los 20 años y tienen 50, que tienen hijos, hipoteca y todas esas cosas. Y parejas poliamorosas que deciden tener hijos y convivir con los vínculos con los que están. De hecho, una de las principales críticas es que parece que las relaciones abiertas tienen menos éxito en el sentido de longevidad y yo conozco muchísimas parejas duraderas y seguramente, con el tiempo, iremos viendo cada vez más, lo que pasa es que es un fenómeno relativamente moderno.