Bruselas gana el pulso a Apple y Google, que tendrán que pagar 15.400 millones
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La empresa de Tim Cook devolverá 13.000 millones que no pagó en impuestos; la de Sundar Pichai, 2.400 por abuso de posición dominante
10 sep 2024 . Actualizado a las 19:04 h.«El día de hoy es una gran victoria para los ciudadanos europeos y para la justicia fiscal». Sonriente, la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, celebraba este martes en Bruselas el reciente fallo del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) que da la razón a la Comisión Europea y obliga a Apple y a Google a pagar las multas de 13.000 y 2.400 millones de euros que les impuso respectivamente por violar las normas del mercado único.
La decisión pone fin a una batalla legal que se alargó una década en los tribunales, poniendo en el centro de la diana a la danesa, quien no cejó en su empeño de hacer pagar a las grandes tecnológicas la factura que les correspondía con las Haciendas nacionales. Ese ahínco le acarreó duras críticas por parte de las compañías y también por el expresidente Donald Trump, quien la acusó de «odiar» a Estados Unidos.
El caso Apple
La historia se remonta al año 2016, cuando Bruselas concluyó en una investigación en torno a Apple, que la empresa de la manzana se había beneficiado de ventajas fiscales selectivas ilegales en Irlanda desde 1991 al 2014. Según sus estimaciones de entonces, la compañía se había ahorrado 13.000 millones de euros en impuestos gracias a esas ayudas de Estado irregulares, así que ordenó a Irlanda recuperar la cuantía. El Gobierno de ese país se resistió, consciente de que su modelo de negocio —ofrecer una fiscalidad baja a las multinacionales para atraer sus sociedades— corría peligro. Vestager criticó ayer estas artimañas: «En el 2011, una de las subsidiarias irlandesas de Apple registró beneficios de 16.000 millones de euros. De estos, gracias a los tax rulings (acuerdos a la carta), solo tributaron por 50 millones en Irlanda. Pagó menos de 10 millones en impuestos, con un tipo efectivo del 0,05 % de todos esos beneficios anuales», recordó este martes con indignación.
Y es que la travesía hasta llegar a la sentencia de hoy no ha estado exenta de sobresaltos y golpes duros. El peor para Vestager llegó en el 2020, cuando el Tribunal General anuló la multa impuesta a la tecnológica estadounidense al considerar que no se había conseguido demostrar las acusaciones. Fue un varapalo profesional de primer orden que puso en cuestión la brillante trayectoria de la danesa en Bruselas. Su equipo no se dio por vencido e interpuso un recurso de casación, el mismo que ayer resolvió el TJUE y que pone fin al litigio. «Es alentador», reconoció aliviada la comisaria, antes de recordar que «cuando las grandes empresas no pagan su parte, el erario público se ve privado de muchos fondos necesarios, que se necesitan para nuestros sistemas de Seguridad Social, nuestros sistemas educativos y nuestras infraestructuras públicas».
El caso Google
La Justicia europea también resolvió hoy sobre otro pleito que inició Bruselas en junio del 2017. En aquella ocasión, contra el gigante Google. Su investigación sobre su abuso de posición dominante concluyó con la constatación de que la compañía había aprovechado su casi total dominio del mercado de las búsquedas por internet en varios países de la UE para favorecer la visualización de resultados procedentes de su propio comparador de productos frente al de sus competidores. ¿Cómo lo hizo? Posicionándolo mejor y de forma más «atractiva» que los resultados de los otros comparadores, que se visualizaban con simples enlaces azules, haciéndoles perder posicionamiento por efecto de los algoritmos. A pesar de las protestas de la empresa, la Comisión Europea le impuso una sanción de más de 2.400 millones de euros que, por otra parte, fue recurrida.
Vestager: «Es importante mostrar que, de vez en cuando, es posible lograr justicia social»
Hubo que esperar al 10 de noviembre del 2021 para que el Tribunal General se manifestara. Los jueces rechazaron el recurso de Google y Alphabet —su matriz— y confirmaron la multa.
A Google aún le quedaba una última bala, y la aprovechó. Sin embargo, erró el tiro porque el TJUE echó este martes por tierra su recurso de casación, obligando a la multinacional a abonar, casi diez años después, la factura. Además, los magistrados le recordaron que en la UE está prohibida la «explotación abusiva» de la posición dominante, y los comportamientos que restringen la competencia basada en los méritos.
«Es importante mostrar a los contribuyentes europeos que, de vez en cuando, es posible lograr justicia fiscal», zanjó Vestager, quien avanza nuevas batallas.
Google tiene otros dos casos más recurridos en los tribunales, cuyas sanciones ascienden a 5.840 millones de euros.
«La futura Comisión debe prohibir toda forma de elusión fiscal»
La de hoy es una victoria doble con sabor agridulce: «El problema de raíz está lejos de resolverse. Los paraísos fiscales dentro de la UE aún pueden hacer acuerdos fiscales ventajosos con grandes multinacionales», denuncia la responsable de fiscalidad de Oxfam UE, Chiara Putaturo, quien acusa a algunos Gobiernos europeos de ser complacientes con estas compañías mientras van desfalcando las Haciendas de los países vecinos, donde deberían estar pagando impuestos.
El presidente de la Comisión de Impuestos del Parlamento Europeo, Pasquale Tridic, denunció que estas prácticas de las grandes tecnológicas para adelgazar sus facturas son «incompatibles» con el mercado interior: «Ahora esperamos que la futura Comisión Europea proponga una legislación que prohíba todas las formas de elusión fiscal y ventajas competitivas para los gigantes tecnológicos y grandes multinacionales dentro de la UE», deslizó.
La propia Vestager reconoce que los esfuerzos destinados a cerrar las vías por donde se escapa el dinero no son suficientes. Apunta con el dedo a varios países, que tienen pendientes reformas fiscales para acabar con la competencia desleal: «Irlanda, los Países Bajos, Luxemburgo y Bélgica son clave en la transferencia de beneficios», denunció.
La mitad, a paraísos fiscales
Hay que revisar las cifras para comprender la magnitud del problema. En el 2022, por ejemplo, los beneficios globales de las sociedades multinacionales alcanzaron los 14,5 billones de euros —diez veces la riqueza que produce España en un año—. Al menos unos 2,5 billones se generaron fuera de sus sedes centrales. Pues bien, la mitad de ese dinero fue trasvasado a países con una fiscalidad extremadamente baja, incluidos territorios dentro de la Unión Europea (UE) que cooperan en las artimañas, según la propia Comisión.