De los antidepresivos al ibuprofeno, los fármacos alteran la vida de los ríos de todos los continentes

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Todavía no se han evaluado los efectos a largo plazo de los 2.000 principios activos que llegan a las aguas

15 jul 2024 . Actualizado a las 09:53 h.

Cada día llegan al alcantarillado multitud de productos. El agua es uno de los bienes más preciados, uno sobre el que se necesita garantizar que se mantiene en su mejor calidad posible. Todas esas sustancias —y, en especial, el riesgo y la práctica de que acaben en el ciclo del agua— resultan un problema: entre ellas, son los restos de medicamentos los que empiezan ya a preocupar a quienes gestionan las aguas residuales. La presencia de los fármacos en el agua residual y en las superficiales y subterráneas es un hecho respaldado por miles de publicaciones científicas sobre el tema», apuntan a dos voces Raffaella Meffe y Ana de Santiago Martín, investigadoras del Grupo de Calidad de Agua y Suelo, de IMDEA Agua. «Más que del futuro, es un problema del presente», indican.

Un estudio publicado en la revista PNAS detalla que ningún continente permanece ya ajeno a la contaminación farmacéutica. Las aguas más contaminadas están en África y Asia, en zonas en las que la gestión de residuos es todavía deficitaria; pero la contaminación es universal.

La presencia de los fármacos preocupa a las administraciones públicas, a la industria farmacéutica y a los expertos en biodiversidad y en salud pública. Como recuerdan Meffe y de Santiago Martín, la UE cuenta desdeel 2015 con una Lista de observación para el control de microcontaminantes en los recursos hídricos. Los fármacos son uno de ellos y tienen muchos efectos. «S incluyen la afectación —o incluso desaparición— de determinadas especies y la aparición de bacterias multirresistentes», apunta Carlos Fernández Moriano, doctor en Farmacia y responsable del área de divulgación científica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, citando las conclusiones que presentaba en febrero el catedrático de Farmacia de la Universidad del País Vasco, Gorka Orive.

«No se han evaluado los efectos a largo plazo para los 2.000 principios activos que se administran», apuntan Meffe y de Santiago Martín. Sí se ha visto en laboratorio con estudios concretos: tienen consecuencias para la naturaleza. Las expertas apuntan que «los antiinflamatorios diclofenaco e ibuprofeno poseen un potencial genotóxico y neurotóxico en moluscos y disrupción endocrina en ranas». Los psicolépticos cambian el comportamiento de los peces e invertebrados, y la carbamazepina (un anticonvulsionante) es tóxica para la reproducción de los invertebrados y retrasa el desarrollo de los peces. Falta por conocer qué pasa con las sustancias de forma conjunta.