Israel intensifica sus ataques en Yabalia y estrecha el cerco alrededor de Rafah

Andrés Rey REDACCIÓN / LA VOZ

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Varios ciudadanos israelíes graban los ataques contra Yabalia desde un mirador en Sderot, donde se han reunido para verlos.
Varios ciudadanos israelíes graban los ataques contra Yabalia desde un mirador en Sderot, donde se han reunido para verlos. ATEF SAFADI | EFE

Los muertos en Gaza desde el principio de la guerra superan los 35.000

14 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La guerra en Gaza ha dado otra vuelta de 360 grados y, una vez más, regresa al punto de partida. El Ejército de Israel intensifica una ofensiva por tierra y aire contra el mayor campo de refugiados en la Franja, Yabalia, que empezó el fin de semana y que el lunes dejó al menos 20 muertos y decenas de heridos. No es la primera vez que Yabalia, en el norte del enclave y ahora convertida en ciudad, se retuerce bajo las bombas. Tel Aviv ya la había destrozado en octubre, al principio de la guerra, y ahora se ensaña con sus escombros por rumores de que las milicias de Hamás se están reorganizando allí.

«Las fuerzas de la ocupación [Israel] ahora intentan asediar e irrumpir en los seis centros de refugio situados al este del campamento», explicó a Efe un residente de Yabalia que no quiso dar su nombre por seguridad. Informó de fuertes enfrentamientos armados entre las milicias palestinas y las tropas israelíes, que pidieron refuerzos. «El Ejército intenta avanzar hacia el centro del campo y dispara a todo lo que se mueve a su alrededor», añadió. El director de los servicios de emergencia en el norte de Gaza denunció que los soldados también disparan a las ambulancias: «No podemos llegar a las víctimas».

360.000 han huido del sur

En el otro extremo de la Franja, Rafah está envuelta en miedo y confusión. Desde el domingo, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) continúan con los bombardeos por aire, también contra nuevos barrios que ordenaron evacuar el sábado, en el este y el centro de la ciudad. El lunes murieron ocho personas —una de ellas menor— cuyos cuerpos sin vida llegaron al Hospital Kuwaití. Según la agencia de la ONU en Palestina, la UNRWA, alrededor de 360.000 gazatíes han huido de la ciudad por temor a unirse a los más de 35.000 que han muerto desde el principio de la guerra. Huyen del infierno del sur hacia el infierno del norte.

A 5.900 kilómetros cruzando el Atlántico, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, habló por teléfono con el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant. Washington tiene un «férreo compromiso» con la seguridad de Israel, le dijo, pero también dejó clara su oposición a una operación militar terrestre en Rafah. Blinken subrayó la necesidad imperiosa de «proteger a los civiles y a los trabajadores humanitarios» en Gaza, e instó a Gallant a «garantizar» que la asistencia humanitaria pueda llegar a Gaza y ser distribuida mientras Israel persigue a Hamás.

Entretanto, un grupo de decenas de israelíes bloqueó y vandalizó un convoy humanitario que iba camino a la Franja, y un trabajador de la ONU murió cuando un proyectil supuestamente israelí alcanzó su coche. «¿Hacia dónde va Estados Unidos —se preguntó Benjamin Netanyahu—? ¿Sucumbirá a esta locura, a las turbas en sus universidades, a este flagrante antisemitismo que está arrasando el mundo?».

Netanyahu elude la culpa

El primer ministro israelí participó este lunes en los actos por el Día de los Caídos, en el monte Herzl de Jerusalén. Allí, el jefe de la inteligencia de Tel Aviv, Ronen Bar, reconoció su responsabilidad en el ataque del 7 de octubre. Su organización, el Shin Bet, «lo podría haber prevenido». El discurso de Netanyahu se centró, en cambio, en la ofensiva militar y los objetivos alcanzados, mientras parte del público abandonaba el lugar en protesta. No asumió su responsabilidad.

Lejos del escenario, una mujer lloraba desconsolada, sentada frente a la tumba de su hijo. Es uno de los 272 soldados muertos desde que las tropas israelíes invadieron Gaza el pasado 27 de octubre. El joven, de 22 años, murió en febrero. Banderas israelíes, velas encendidas y flores decoran su sepultura.

Más de 900 padres de soldados que aún siguen vivos han firmado una carta instando al Ejército a suspender la ofensiva en curso en Rafah. «Es una trampa mortal para nuestros hijos», dijeron.

Un senador estadonuidense sugiere a Netanyahu usar armas nucleares

El senador estadounidense republicano Lindsey Graham trazó el lunes un paralelismo entre el conflicto de Gaza y la decisión de Estados Unidos de lanzar dos bombas nucleares contra Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Afirmó que Israel «debe hacer lo que tenga que hacer» para ganar la guerra.

«Después del ataque contra Pearl Harbor, luchando contra los alemanes y los japoneses, decidimos poner fin a la guerra bombardeando Hiroshima y Nagasaki con armas nucleares. No podíamos permitirnos perder. Fue la decisión correcta», aseveró Graham.

En ese sentido, pidió a Washington «dar a Israel las bombas que necesite para poner fin a la guerra y trabajar para minimizar víctimas», sin dar detalles de cómo se abordaría ese último punto. Los críticos con la ofensiva, añadió, «no entienden a qué se enfrenta Israel».

Hamás no tardó en responder cargando duramente contra el senador: «Las impactantes declaraciones formuladas por Graham demuestran la profundidad de su declive moral y la mentalidad genocida y colonialista que mantiene, en línea con algunos sectores de la élite política en Estados Unidos».

El movimiento islamista ha pedido a la comunidad internacional que condene las declaraciones y que ponga fin a la «guerra de exterminio y hambre» contra el pueblo palestino.