Arévalo promete como presidente de Guatemala acabar con el autoritarismo

Héctor Estepa
Héctor Estepa RÍO DE JANEIRO / E. LA VOZ

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El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo de León, y la vicepresidenta Karin Herrera saludan desde el palacio de Gobierno en la madrugada del lunes.
El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo de León, y la vicepresidenta Karin Herrera saludan desde el palacio de Gobierno en la madrugada del lunes. Bienvenido Velasco | EFE

Asumió el cargo tras nueve horas de caos y embates jurídicos del poder establecido

16 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Bernardo Arévalo (Montevideo, 1958) se convirtió la madrugada del lunes en presidente de Guatemala, después de aguantar un fortísimo embate jurídico durante los últimos meses por parte de fiscales y jueces que tanto él como numerosas organizaciones y Gobiernos del mundo, con EE.UU. a la cabeza, consideran corruptos y punta de lanza del establishment que controla el país. 

Numerosos jefes de Estado y de Gobierno fueron testigos el domingo de un show protagonizado por esas fuerzas denunciadas por Arévalo, que retrasaron más de nueve horas la toma de posesión del nuevo mandatario, hasta el punto de ponerla en duda. 

La situación fue surrealista, con decenas de dignatarios, incluidos el rey Felipe VI y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, aguardando en un hotel de la capital a que terminase una sesión en el Congreso, sin la cual no podía iniciar la investidura, mientras la policía dispersaba con gases lacrimógenos a los manifestantes que se apostaban frente al Legislativo para exigir el inicio de la toma de posesión.

«Nunca más el autoritarismo», dijo Arévalo cuando logró ponerse la banda presidencial, al borde de la medianoche local. «Nuestra democracia tiene la fortaleza necesaria para subsistir y mediante la unidad y la confianza podemos transformar el panorama político en Guatemala», añadió el líder del centroizquierdista Movimiento Semilla, un partido que nació durante las protestas contra la corrupción del 2014 que supusieron la caída del entonces presidente Otto Pérez Molina.

Su sucesor, Jimmy Morales (2016-2020), decidió, a mitad de su Gobierno, no renovar el mandato de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, que había sacado a la luz algunas de las causas por corrupción contra Pérez Molina y, durante la presidencia de Alejandro Giammatei (2020-2024) decenas de jueces, fiscales y periodistas que habían señalado al statu quo se exiliaron o fueron presos, provocando denuncias de autoritarismo. 

Tres candidatos presidenciales antiestablishment punteros, de movimientos indigenistas, centroizquierdistas y ultraderechistas, fueron descalificados por fiscales y jueces antes de los comicios del 2023. El apoyo del votante contrario al statu quo fue a parar después, sorpresivamente, a Arévalo, que ganó el balotaje a la ex primera dama, Sandra Torres, con el 61 % de los votos y desde entonces ha denunciado, en varias ocasiones, un golpe de Estado por parte de fiscales y jueces destinados a inhabilitar a su partido y frenar la asunción de su cargo, que finalmente pudo jurar al filo del límite legal. 

La Corte de Constitucionalidad denegó el domingo un amparo provisional a Semilla para impedir que 23 nuevos diputados fuesen declarados independientes e impedirles así formar parte de la mesa directiva de Congreso ni integrar las comisiones de trabajo, limitando considerablemente su margen de acción. 

Apoyo internacional

Después se creó una junta para revisar los requisitos de los 160 diputados electos, dilatando aún más la sesión. En ese momento Arévalo denunció que se estaba «intentando vulnerar la democracia» y el secretario general de la OEA, Luis Almagro, leyó, junto decenas de dignatarios, incluidos Albares y el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, un comunicado exigiendo que la voluntad de las urnas fuese «respetada».

Tras horas de retrasos, el Congreso terminó conformándose y Semilla incluso logró recuperar sus 23 escaños tras la votación de una moción, llegando, adicionalmente, a juntar 90 apoyos para nombrar a uno de sus miembros, Samuel Pérez, como presidente de la Cámara, a pesar de ser apenas la tercera mayor fuerza del legislativo.

Se avecinan, de cualquier forma, meses complicados para Arévalo, no solo por su pequeña representación en el Congreso, sino porque todos esperan que continúen las acciones de la Justicia.