Incendio en un edificio de Vigo: «Se veía venir que algo malo iba a suceder y que un día reventaría todo»

E. V. Pita / A. Martínez / C. Punzón VIGO / LA VOZ

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M.MORALEJO

Los vecinos del barrio vigués donde un incendio se cobró la vida de una madre tres de sus hijos llevaban diez años denunciando la inseguridad

13 oct 2023 . Actualizado a las 02:10 h.

Una década de denuncias resultaron insuficientes para evitar la tragedia que marcará a partir de ahora la vida e historia del barrio vigués de As Travesas. Los dos edificios gemelos y contiguos de la calle Alfonso X que, como muchos de los del entorno, acogieron en los años sesenta a nuevos pobladores de un Vigo que se estiraba, venían siendo objeto de continua presencia policial a causa de las denuncias por altercados que los vecinos de la calle acusaban.

«Nuestra comunidad lleva denunciando desde hace diez años en el Ayuntamiento las condiciones de insalubridad de estos inmuebles», comentaba ayer a pie de calle Raúl González, un vecino del portal colindante al siniestrado. Su casa comparte patio interior con la edificación que registró el incendio. «Los inspectores se comprometieron a actuar», afirma, mientras rememora que en agosto se produjo en el edificio un conato de incendio. Veían venir una tragedia, comentan los vecinos.

La Voz de Galicia dio cuenta en su edición de Vigo el pasado 30 de agosto del temor y malestar que en muchos moradores de cierta edad estaba causando la presencia generalizada de okupas en los inmuebles 4 y 6 de la vía. «Son los amos de la calle. Montan escándalos prácticamente a diario, tiran cosas por la ventana y se pelean entre ellos. Se van unos y entran otros», encadenaban entonces en sus testimonios varios vecinos para describir la decadencia en la que ha caído su barrio.

«Estamos cansados de llamar a la Policía para que vengan aquí. Follones en ese edificio hay día sí, día no. Es un nido de trapicheo. Se veía venir que algo malo iba a suceder, que un día reventaría todo», comentaba ayer en la acera de enfrente Durán Castro, otro vecino de la calle que certifica que cuatro de los cinco pisos del inmueble acogen okupas que subsisten en sus necesidades de servicios básicos con conexiones de luz y agua ilegales. «Si las autoridades hubiesen actuado como Dios manda, esto no habría pasado. Si se avisa una vez y otra vez y otra vez... las autoridades tendrían que haber tomado alguna medida. Que los echen de aquí o les hagan vivir como Dios manda», zanja Castro.

«Yo nací aquí y era una calle muy tranquila, pero desde hace unos años se okupó ese edificio completo. Hay diferentes okupas: familias enteras que no molestan, otros más jóvenes que se dedican a otras cosas y la gente se va enrocando en los pisos, traen a niños pequeños y ocurrió lo que no queríamos que ocurriera. Esto es un desastre que tenía que haberse parado antes de que ocurriera», dice una vecina asomada a una ventana de la planta baja de la casa de enfrente. «Que iba a arder ese edificio lo teníamos claro los vecinos, porque ya hubo chispazos antes en varias ocasiones», añade con visible pena.

Un barrio distinto

«Es una verdadera vergüenza cómo pueden mandar un barrio a la mierda», se quejaba en agosto un vecino a La Voz sin dar su nombre, pues aseguraba sentir miedo a posibles represalias de un grupo de okupas cambiante, cada vez más numeroso y agresivo, comentaba.

La manzana del edificio siniestrado, así como las situadas al otro lado de la calle y en la perpendicular de doctor González Sierra con la Gran Vía, fueron de los primeros edificios que progresivamente transformaron As Travesas de enclave de viviendas unifamiliares a un entorno puramente urbano a partir de los años 50. Negocios clásicos como el de bicicletas Anca o la primera joyería Suiza contribuyeron a consolidar un comercio de barrio y un vecindario que podía abastecerse sin necesidad de acudir al corazón de Vigo. En los bajos del edificio siniestrado, una tienda de ultramarinos y una pollería, ambos regentados por un matrimonio, arrancaban con aquellos primeros moradores, de los que pocos viven ya en el barrio.

«Estamos hasta el gorro, queremos una solución para volver a vivir en un entorno que sea pacífico», decía hace dos meses uno de los vecinos que tuvo la iniciativa de hacer público el calvario que aseguran llevar años sufriendo sin que ninguna institución le pusiese freno.

980 euros al mes

Pese a la degradación denunciada, el carácter céntrico de la calle Alfonso X, situada ante el instituto Santa Irene, próxima a dos centros comerciales y al pie de la Gran Vía, hace que los alquileres alcancen en algunos edificios precios elevados. Un piso ubicado justo frente al incendiado, con 130 metros cuadrados de superficie y cuatro habitaciones, era publicitado ayer por 980 euros al mes, pese a los altercados y okupaciones que han degrado la zona. Algunos vecinos se han marchado a vivir a otras zonas, varios bajos tienen las verjas echadas definitivamente y los viandantes reclaman que ese escenario sea revisado en situaciones semejantes para evitar otra tragedia como la de su calle.

Tapiados todos los huecos del edificio, que no presenta daños estructurales

La puerta del quinto piso del número 6 de la calle Alfonso X llevaba tapiada varias semanas, desde que el anterior conato de incendio obligó a actuar a los bomberos. Desde ayer están igualmente cegados todos los huecos del inmueble, después de haber pasado una inspección urgente de los técnicos municipales. Por seguridad, estos dictaminaron la obligación de evitar el acceso de personas al interior del edificio, para lo que determinaron el tapiado de todas puertas y ventanas de las dos fachadas de la edificación: la principal, en cuyo portal se originó el fuego, y la de atrás, en el camino dos Anxos, al que solo dan las ventanas traseras de las viviendas.

La puerta de acceso será reforzada para ser solo abierta a personas autorizadas, después de que la original, un portalón de madera tallada resultase dañada por las llamas. Un precinto colocado por la Policía Local da cuenta ya de que la finca sigue siendo objeto de investigación.

En la tarde de ayer, agentes y bomberos acompañaron a los residentes de las viviendas de los cinco pisos para que pudiesen recoger algunos de sus enseres y pertenencias de primera necesidad. Un equipo de psicólogos asistió la entrada de los vecinos por si sufrían algún episodio de angustia o ansiedad tras la tensión vivida de madrugada durante el incendio, el posterior desalojo y la tensión que se desató por momentos durante la visita que el alcalde y el delegado del Gobierno realizaron por la mañana.

Sin desperfectos graves

La revisión hecha por técnicos municipales determina que el portal y las escaleras interiores están altamente afectadas por el incendio y el hollín desprendido, así como por los humos que ascendieron hasta la última planta. Aunque, según el Ayuntamiento de Vigo, solo se pudo realizar una primera observación visual del edificio, la estructura de este no presenta daños que comprometan directamente la resistencia mecánica y su estabilidad. El mismo análisis municipal concluye que los daños en las viviendas son menores, pese al saldo de fallecidos y heridos, ya que las puertas de acceso limitaron en la mayoría de los casos la entrada de humo.