Beni Fernández, conductora trans de un bus escolar: «Me vi capaz de trabajar de cara al público y de defender mi identidad»
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Varias veces pionera ya en su momento, cree que probablemente sea la primera conductora profesional trans de bus. «Cuando yo me reconocí a mí misma como mujer trans, una de las cosas que más miedo me daba era estar abocada a la marginalidad... Por eso creo que la gente necesita referentes trans en el día a día», explica. Por eso quiere visibilizarlo
13 nov 2022 . Actualizado a las 19:29 h.«Si era conductora antes que no aparentaba ser mujer, ahora que tengo esa apariencia también pudo serlo». A la propia Beni Fernández Villar (1976) le costó lo suyo creerse estas palabras que ahora pronuncia mientras conduce un bus de transporte escolar. Primera deportista transexual de España al fichar en su día por el Voleibol Calasancias [entonces usaba el nombre de Antía], primera paciente que completó el tratamiento de reasignación de disforia de género en el Sergas, en un hospital público gallego, y capaz de mudar su partida bautismal, el currículo de esta mujer que ha logrado dejar atrás una identidad masculina con la que no encajaba, está lleno de luchas e hitos. Acaba de sumar uno nuevo.
Por suerte, asegura, no hay un registro de profesionales «trans», pero cree muy posible que ella sea la primera conductora trans de un bus en Galicia. Se ocupa de la línea escolar del colegio de Caión (A Laracha) y del transporte adaptado del centro de día de este municipio y es, sobre todo, lo primero lo que la enorgullece, aunque lo segundo lo vincula a sus estudios de atención a personas en situación de dependencia. La llena el apartado escolar por la repercusión social de este trabajo. «Basta que en Bergantiños una sola persona aproveche algo de mi vivencia, o pueda yo ayudar en algo, para que valga la pena hacer visible mi transexualidad y este proceso», asegura. Ya lo ha conseguido, de hecho.
«Cuando yo me reconocí a mí misma como mujer trans, una de las cosas que más miedo me daba era estar abocada al mundo nocturno, a la marginalidad... Por eso creo que la gente necesita referentes trans en el día a día, sin que se nos tengan que buscar sí o sí en la noche. Cuando ves a una persona trans integrada, con su identidad encajando en la sociedad, entonces te sientes menos bicho raro. Pero todavía no estamos en todos los ámbitos, parece que no existimos fuera del ambiente LGTBI», explica.
Ella tardó en hallar referentes, «un hilo» del que tirar. Ha reasignado su identidad documental (en su DNI es Beni), su identidad social y vivencial. No fue un camino fácil, pero tampoco nunca se planteó «huir» a un lugar donde pasar más desapercibida: «A Coruña es la ciudad donde he crecido, la que me tiene que ver como yo soy». «Durante años estuve en una situación de exclusión social severa», explica. Buscando la integración sociolaboral, también creyó un tiempo que sería mejor «esconderse», por ejemplo, detrás de un teléfono, como teleoperadora, para evitar juicios. Ocurre mucho. «Pero después vi que era capaz de trabajar de cara al público y también de defender mi identidad a diario», explica.
Yes, We Trans
Fue una felicitación en un empleo anterior, como conductora de movimiento de flota, por un asesoramiento que prestó de forma puntual de cara al público, la que le hizo hacer «clic». «Hubo en mí una transformación, y eso me armó de valor para aceptar que el Centro Municipal de Empleo enviase mi candidatura a una empresa de buses», explica.
Con su nueva identidad, porque en el sector ya tenía experiencia. La reasignación de género de Beni, su «tránsito social», dice, fue cosa de cuatro años, del 2014 al 2018. Avatares de por medio, y con el trampolín de esa primera empresa por la que no llegó a fichar, Beni llamó a la puerta de Alsa y de una ETT. En la primera completó todo el proceso de selección, e incluso llevó a la empresa a abrazar el programa de inserción sociolaboral Yes, We Trans, de la Federación Estatal LGTBI+, pero fue la segunda vía la que la llevó a su puesto actual, el elegido precisamente por ese calado social y también por quedarse más cerca de casa.
«Soy una mujer que ha hallado su camino y su lugar, aunque no cerré la puerta de Alsa. Igual que un piloto de Fórmula 1 sueña con la escudería Ferrari, como conductora de bus, amante de la carretera y de los viajes, el largo recorrido de Alsa sigue siendo un sueño». Pero por el momento su misión inminente es otra: «Solo una parte de mis niños conoce mi día a día, yo quiero poner al alcance de todos la diversidad». Este martes se acercará al colegio de Caión para presentarse y dar alguna pincelada de su historia. No le desagradaría la idea de visibilizarla, también, en otros centros o entidades de la zona.
«Yo, si no es por la iglesia, no llego a nada»: también en esto rompió moldes y creencias
Oriunda de Mos, Pontevedra, aunque «hija adoptiva» de A Coruña desde el 77, la de Beni es una historia de tesón. Su entorno no percibía fácil, por ejemplo, que llegase a poder rectificar su partida bautismal, pero de eso ella no tenía dudas. También en eso rompe moldes: «Yo, si no es por la Iglesia, no llego a nada. Viví en un piso de acogida de monjas, estudié en un colegio de monjas... En el 93, con 17 años, conocí al padre Carlos, de Sobrado dos Monxes. Si tengo un padre que me ha dado la vida, la vida me ha dado un padre. Un referente, un apoyo», afirma.
Un espacio, incluso, donde guardar sus enseres cuando las cosas se complicaron. Tuvo la ayuda del refugio Padre Rubinos cuando la precisó. Y el amparo de la Risga.
Llegar al momento actual no ha sido sin lucha, pero ha podido, ha vivido cambios de protocolo, y lo celebra. Ella, que ahora extrema la puntualidad y controla los minutos para estar en la parada exacta en el minuto justo, cuando echa la vista atrás dice: «Mientras lo estás viviendo, te parece lento, pero en realidad, retrospectivamente, mi reasignación ha sido rápida».
El caso de la activista granadina Kim Pérez Fernández o de Carla Antonelli le dieron ya de adulta algunos referentes que de niña no tuvo. Huye de las etiquetas y, de hecho, procura quitarle la parte de «sexual» a «trans», porque dice que su identidad va mucho más allá de eso. También de la apariencia, aunque algún mal rato le ha jugado su «mezcla de caracteres secundarios».
Beni lleva por nombre el de su abuela, el que esta hubiese querido ponerle «de nacer niña». Se lo contó su madrina cuando la buscó para avalar el cambio de partida bautismal. «Se llamaba María Benita Lago, y hasta tiene nombre de fundación...», ríe. Quizás, algún día, también esto sea una realidad.