La electricidad, los carburantes y los alimentos son los grupos que más se han encarecido desde el año pasado
12 ago 2022 . Actualizado a las 21:45 h.Desde 1984 —antes de la entrada de España en la Unión Europea—, los gallegos no asistían a un repunte tan intenso de los precios como el que han experimentado desde julio del 2021. Vivir hoy en la comunidad es un 11,5 % más caro que hace solo un año.
Y eso que la inflación dio una ligera tregua el pasado mes, cuando el índice de precios de consumo (IPC) —que mide la variación en el coste de la cesta de la compra— retrocedió un 0,4 % respecto a junio, según datos del Instituto Galego de Estadísticas (IGE).
Los precios de la fruta y los carburantes sufrieron una contracción del 4,5 y el 2,3 %, respectivamente. Aunque la mayor bajada la anotaron las prendas de vestir (entre un 5,9 y un 14,6 %) y el calzado (entre un 8,7 y un 11,4 %), coincidiendo con la temporada estival de rebajas y con la incipiente retracción de la demanda.
Si los gallegos respiraron algo aliviados al repostar en las gasolineras, el susto se lo llevaron al acudir al supermercado. Los alimentos han seguido subiendo y ya están un 12,8 % más caros que hace un año —13,5 % en el conjunto de España—. El encarecimiento de la energía tarda en llegar a los lineales, pero llega. Y se nota en todos los eslabones de la cadena de producción y suministro.
Una barra de pan que hace un año costara un euro ahora se paga, de media, 13 céntimos más cara —la harina se ha encarecido un 38 % en España por la escasez de trigo tras la guerra de Ucrania y las sequías—. Lo mismo ocurre con los huevos, convertidos casi en un producto de lujo. ¿Cómo es posible que hayan subido casi un 31 %? Porque el precio de insumos como el maíz, del que se alimentan las gallinas, se puso por las nubes tras la guerra —Ucrania y Rusia exportan cereales—. No es el único ingrediente de la tortilla que ha subido. Las patatas (18,2 %) y los aceites (23,3 %) también lo han hecho.
El bolsillo de los amantes de los productos lácteos, que han subido un 15 % de media en Galicia, también se resiente. La leche se vende un 20,7 % por encima del umbral de julio del 2021, a pesar de las quejas de los ganaderos, quienes denuncian que no llegan a cubrir los costes de sus explotaciones y amenazan con sacrificar ejemplares. Productos elaborados con leche, como quesos o mantequilla, también se han disparado.
Tampoco se libra de la subida el pescado, tan común en la dieta de los gallegos. Su precio está un 10,3 % por encima del que marcaba hace un año. Y es que a la flota también le cuesta más el combustible para salir a faenar.
En el caso de la carne, el alza ha sido similar en casi todos los segmentos. Una bandeja de pechugas de pollo —más económicas que otras proteínas animales— cuesta hoy de media un 13 % más. El kilo de ternera se ha encarecido de media un 11,8 % y solo la del cerdo parece que se contiene (2,4 %).
Las cosas no mejoran al pasar por el pasillo de las verduras y las hortalizas, donde los precios han subido un 13,3 %, por encima del 11,6 % de la fruta. No se libran ni el café, casi un 13 % más caro, ni las prendas de vestir (6,8 %). Solo algunos servicios, como el transporte urbano, han bajado tarifas (un 3,5 %).
El Instituto Nacional de Estadística (INE) sitúa a la comunidad gallega como la cuarta —bajando un puesto en el último mes— donde más se han encarecido los precios en el último año, al mismo nivel que Extremadura y solo superada por Castilla-La Mancha (13,2 %), Castilla y León (12 %) y La Rioja (11,7 %).
El gran enemigo de los hogares sigue siendo la energía. La cotización internacional del gas, por las nubes, sigue impulsando al alza la factura de la luz, a pesar del tope impuesto por el Gobierno. De ahí que los precios de la calefacción y la luz hayan subido un 50 % en Galicia en el último año.
Precios en España
¿Qué hay del conjunto de España? Aunque la inflación está algo más baja (10,8 %), la historia se repite. Electricidad, gas y butano han subido alrededor de un 49, 24 y 31 %, respectivamente. Y aunque los carburantes han bajado de los dos euros el litro en los monolitos, el precio del diésel y la gasolina siguen un 35 y un 24 % más elevados que hace un año. Eliminando el componente energético y los productos no elaborados de la cesta de la compra, la subida de precios —inflación subyacente— alcanza el 6,1 %.
La ministra de Industria, Reyes Maroto, defendió este viernes las medidas desplegadas por el Gobierno desde septiembre para frenar el IPC —valoradas en 30.000 millones—. Sostuvo que, de no aprobar la bonificación de los carburantes, la bajada del IVA de la luz o el tope al gas, la inflación habría escalado 3,5 puntos más.
«Un IPC del 10,8 % es una barbaridad. La inflación nos empobrece a todos», lamentó el presidente de la asociación de autónomos ATA, Lorenzo Amor, quien ha solicitado al Ejecutivo de Pedro Sánchez que deflacte el IRPF.
Precios más altos que en la eurozona
El encarecimiento de los productos en España es generalizado, pero preocupa el crecimiento rápido de los alimentos tradicionalmente más económicos como la pasta o el pollo.
Y más si se compara con la evolución en países vecinos. El IPC español se sitúa por encima de la media de la zona euro, donde la inflación general en julio cerró en el 8,9 %, según los últimos datos de Eurostat.
Países como Alemania han registrado subidas interanuales del 8,5 %, por encima del umbral de Italia (8,4 %) o Francia (6,8 %). España sigue siendo la única gran economía del euro donde la inflación ha conseguido afianzarse en los dos dígitos, a pesar de que el país germano es mucho más dependiente del gas ruso y de que el vecino galo tiene los mismos problemas para poder abastecerse de insumos.
La lista la lidera Estonia. El gobernador de su banco central, Madis Müller, se mostró contrario a aplicar subvenciones generalizadas a los carburantes para abaratar los precios.
El alza del coste de la vida se come las mejoras salariales, que no dan ni para llenar un depósito
Un trabajador gallego percibe cada mes un salario medio bruto —antes de impuestos— de 1.620 euros. Teniendo en cuenta que, hasta ahora, los convenios firmados entre empleados y empresas en la comunidad anotan subidas salariales de solo el 3,79 %, esto supone que su sueldo apenas engordará 61,4 euros al mes. Un dinero que no resolverá la pérdida de poder adquisitivo. La cuantía no llega ni para llenar un depósito diésel de 55 litros en cualquier gasolinera de Galicia —cuesta de media 100 euros, 11 de ellos bonificados por el Estado—.
Esos 61,4 euros sí podrán cubrir el encarecimiento de la cesta de la compra. Un hogar medio gastaba el año pasado unos 400 euros al mes en comida, según el INE. Con la subida del 12,8 % del precio de los alimentos en Galicia, la factura ascendería ya a 451 euros al mes.
Claro que, no todos los ciudadanos son asalariados. ¿Qué hay del bolsillo de los más de 680.000 pensionistas que hay en Galicia? El Gobierno tiene intención de revalorizar sus prestaciones según la subida media del IPC —un 8,5 % hasta ahora, computando desde diciembre del 2021 a julio del 2022—. De hacerlo en la actualidad, debería abonar 90,3 euros más en la nómina de cada jubilado gallego —cobra una media de 1.063 euros brutos la mes—. Funcas revisó recientemente al alza la inflación media para el 2022 (8,9 %). En ese caso, la revalorización de pensiones tendría un coste extra para el Estado de 13.000 millones.
Los sindicatos UGT y Comisiones Obreras han exigido subir los salarios y poner en marcha medidas temporales y eficaces para frenar la escalada de precios, que no solo imputaron a los costes energéticos, «también por los márgenes empresariales», de las compañías eléctricas y petroleras, que están anotando beneficios récord.