Putin se da un baño de masas para proclamar que su guerra salvará a Ucrania «del genocidio»
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«Llevaremos a cabo hasta el final nuestros planes», promete el presidente ruso en un multitudinario concierto-mitin celebrado en el estadio olímpico de Moscú para festejar el octavo aniversario de la anexión de Crimea
18 mar 2022 . Actualizado a las 20:27 h.Tienen querencia los dictadores por los estadios. Lo mismo los utilizan como centros de detención (Augusto Pinochet, 1973), que como púlpito para sus monsergas (Adolf Hitler, 1936). Este viernes tocaba púlpito y acto de adhesión inquebrantable en Moscú. La cancha elegida, que ahora se conoce por Luzhnikí, llevó durante décadas el nombre de otro tirano con pedigrí: Lenin. Sobre el escenario, un devoto admirador suyo, el actual presidente ruso, Vladimir Putin. Jersey de cuello vuelto, micrófono en ristre, saltó al olímpico de Moscú ante 80.000 fans —200.000 si contamos también a los que lo jaleaban desde el exterior, según los medios del régimen— para festejar con un concierto-mitin el octavo aniversario de la anexión de la península ucraniana de Crimea.
El diario Komsomólskaya Pravda, la agencia Sputnik y la televisión Russia Today calcaban el titular dictado por Putin: «El principal objetivo de la operación rusa en Ucrania es salvar al pueblo del genocidio». En los textos, también ideas únicas recitadas a pies juntillas. Las que proclamó el mandatario y corearon sus hinchas, aferrados a las banderas rusas y a las zetas que reivindican la invasión. Putin elogió el «heroísmo» y la «unidad no vista durante mucho tiempo» de los soldados que combaten en Ucrania y remachó que, ante el «golpe de Estado del 2014» (en referencia a la llamada revolución del Euromaidán), Crimea supo plantar cara «a los neonazis y nacionalistas radicales» y librarse del «estado humillante» en el que languidecía por culpa de Kiev. Ahora, le toca a Moscú. «Llevaremos a cabo hasta el final nuestros planes», prometió a sus huestes.
En las mismas gradas que no hace tanto tiempo se llenaban para las actuaciones de Michael Jackson o Madonna, entre lágrimas de emoción por escuchar al líder en directo, asomaron cánticos y pancartas a mayor gloria del actual rey del pop ruso: «¡Por un mundo sin nazismo!», «¡Por el presidente!» y «¡Por Rusia!».
Encaramado al púlpito del olímpico de Moscú también se apareció ante la multitud de fieles el Putin telepredicador. Para exaltar la «lucha heroica» de su Ejército, no dudó en citar a Jesucristo en la última cena: «No hay mayor amor que este de dar la vida por los amigos». Lo dijo sin pestañear.
Una extraña interrupción
La transmisión (en teórico directo) se interrumpió antes de que el presidente rematase su discurso. Los medios oficialistas no se hicieron eco del apagón y, en Rusia, solo el digital independiente Meduza recogió la noticia en su web. Cuando unos segundos después, se recuperó la señal, Putin ya no estaba en el escenario y el canal público Rossiya 24 retomó la emisión completa de su intervención, pero ya en diferido.
El corte dio lugar a especulaciones y versiones varias. Por las redes circuló la teoría de que la señal se ofrecía con un cierto retardo para evitar sorpresas desagradables al régimen y también se apuntaba que Moscú había bloqueado la emisión para ocultar algún tipo de incidente en el estadio. Desde el Kremlin, atribuyeron la interrupción a un «fallo del servidor».