Yoshihide Suga, mano derecha de Shinzo Abe, será el nuevo primer ministro de Japón

Zigor Aldama / Agustín de Gracia SHANGHÁI, TOKIO / COLPISA, EFE

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Shinzo Abe entrega un ramo de flores a su sucesor Yoshihide Suga
Shinzo Abe entrega un ramo de flores a su sucesor Yoshihide Suga

El Tío Reiwa, como se conoce a este hombre discreto que nunca lideró las quinielas del poder, obtuvo un apoyo mayoritario en la votación del Partido Liberal Demócrata

15 sep 2020 . Actualizado a las 09:11 h.

No habrá vacío de poder ni ruptura política en la sucesión de Shinzo Abe, que el mes pasado decidió dimitir como primer ministro de Japón por sus problemas de salud. El Partido Liberal Democrático (PLD) ha elegido este lunes a Yoshihide Suga como su presidente y, por lo tanto, como candidato a primer ministro de Japón, un nombramiento que seguramente se llevará a cabo el miércoles durante la reunión extraordinaria de la Dieta. 

Con 377 votos, el jefe del Gabinete de Gobierno y mano derecha de Abe ha logrado una holgada victoria frente a sus dos contrincantes, el exministro de Asuntos Exteriores Fumio Kishida (89 votos) y el exministro de Defensa Shigeru Ishiba (68).

Orígenes humildes

La debilidad por los dulces y sus cien abdominales diarias son dos de los rasgos que definen a Yoshihide Suga, quien desde hace casi ocho años ha vivido a la sombra de Shinzo Abe y ahora tiene la oportunidad de brillar con luz propia.

Suga, de 71 años, es un bicho raro porque, a diferencia de muchos dirigentes nipones, no ha llegado donde está gracias a la ayuda de parientes metidos en política, sino que se ha labrado el futuro desde la nada, a partir de unos orígenes humildes de los que hace gala.

Es el hijo mayor de una profesora y un granjero de fresas de la prefectura de Akita (norte) y a la política entró tarde, pero bien, porque llegó a ser la mano derecha de Shinzo Abe, el primer ministro nipón que más tiempo ha durado en el cargo, y ahora es su sucesor. 

Yoshihide Suga ha sido precisamente la imagen más visible de la Administración Abe: ha comparecido dos veces al día como ministro portavoz, casi siempre con semblante serio. No obstante, en los últimos días, en medio de la campaña electoral interna, ha sido pródigo en sonrisas.

Tío Reiwa

Hay una imagen histórica asociada a Suga: el 1 de abril del 2019 enseñó al mundo los caracteres de la palabra Reiwa, el nombre de la nueva era que, un mes después, inauguraría el emperador Naruhito tras la abdicación de su padre, Akihito. Gracias a ello, a Yoshihide Suga se le llama cariñosamente Reiwa Ojisan (Tío Reiwa).

A diferencia de otros líderes políticos, Suga no pertenece ahora a ninguna de las facciones del gobernante PLD. Aun así, ha conseguido acumular el apoyo de la mayoría de los legisladores. Se le conocen algunas aficiones, aunque él solo reconoce una clara: «Mi hobby es el trabajo», sostiene.

Pero tiene otros, bien conocidos, especialmente su afición por los panqueques y por un dulce japonés, el daifuku, un pastel de arroz relleno de una endulzada pasta de frijoles rojos. Suga no bebe alcohol y cuida mucho su salud. Hace años un médico le dijo que tenía que bajar de peso, porque había llegado a los 77 kilos, y a partir de entonces comenzó caminatas diarias de 40 minutos, que cumple rigurosamente. Ese ejercicio lo complementa con kárate, su deporte favorito, y cien abdominales.

Política continuista

«Tenemos que continuar promoviendo las políticas de Abe para sobreponernos a la crisis actual y lograr una vida estable. Esa es mi misión», ha afirmado Suga tras su elección. Así, el próximo mandatario nipón continuará desarrollando los principios básicos de la estrategia económica conocida como Abenomía: flexibilización de la política monetaria, incremento del estímulo fiscal, y reformas estructurales. Pero no tendrá fácil el éxito, porque la pandemia del coronavirus se ha sumado al estancamiento crónico de la economía y ha provocado la mayor recesión desde la Segunda Guerra Mundial.

Además, Suga no tiene el carisma de Abe, a quien le une una estrecha amistad forjada en las décadas de 1970 y 1980. De hecho, es un hombre modesto que nunca había liderado las quinielas del poder a pesar de su dilatada experiencia en el Gobierno, donde ha ejercido varios puestos, incluido el de ministro de Interior. Ahora, se enfrenta a retos que trascienden el puntual batacazo del covid-19. De hecho, el diario Japan Times ha puesto el lugar en el que Suga creció como ejemplo de ello: «La prefectura de Akita es la que más rápido envejece en el país más envejecido del mundo. Más de la mitad de las tiendas en un centro comercial del centro están cerradas y apenas se ve algún anciano caminando por la acera», se lee.

No en vano, los problemas socioeconómicos de Japón están íntimamente relacionados con su pirámide poblacional. El envejecimiento, sumado a la rigidez de la jerarquía por la que se rige el país, ha provocado un estancamiento que se evidencia en la innovación de sus empresas. Esta coyuntura termina traduciéndose en menores oportunidades laborales para la juventud, que, a pesar de las buenas estadísticas de empleo, sufre también la erosión de las condiciones de trabajo que afligen a gran parte del mundo desarrollado. «Trabajaré para el pueblo», ha prometido Suga.