El perfil tecnócrata y dialogante de Nadia Calviño la coloca en lo alto de las quinielas para heredar el timón del Eurogrupo

C. P. REDACCIÓN / LA VOZ

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Jesús Hellín - Europa Press

El sucesor de Mario Centeno se dará a conocer el próximo 9 de julio.  La elección se hará ese mismo día, pero el testigo se cederá el 13 de julio.

10 jun 2020 . Actualizado a las 08:38 h.

El sucesor de Centeno se dará a conocer el próximo 9 de julio. Para esa fecha, los candidatos ya habrán puesto todas sus cartas sobre la mesa para heredar el timón del Eurogrupo. La elección se hará ese mismo día, pero el testigo se cederá el 13 de julio.

Los contendientes apenas dispondrán de un mes para convencer a una mayoría simple de sus compañeros (la mitad más uno). No será una tarea sencilla. Uno de los nombres que más se repiten en las quinielas es el de la ministra española de Economía, Nadia Calviño. La coruñesa, que ya optó a la dirección del Fondo Monetario Internacional (FMI) antes de que el Gobierno retirara su candidatura en el 2019, cuenta con un bagaje difícil de batir fuera de la carrera política. Su etapa al frente de la Dirección General de Presupuestos de la UE, su perfil tecnócrata y la brillante carrera de funcionaria que atesora hace que su figura sea atractiva para muchas cancillerías europeas.

A pesar de sus rencillas dentro del Gobierno de coalición liderado por Sánchez, Calviño tiene fama en Bruselas de ser tan dialogante como tenaz en las negociaciones. Unas aptitudes idóneas para el cargo que queda libre en un momento crucial para el futuro de las economías del euro. También las aspiraciones frustradas de España al intentar situar al exministro Luis de Guindos en julio del 2015 en lo alto del organismo podrían dar alas a su candidatura.

Enfrente tendrá a rivales duros, pero debilitados. Sería descabellado pensar que figuras tan controvertidas como la del ministro de Finanzas holandés, Wopke Hoekstra, se postulara para el cargo tras los comentarios ofensivos y denigrantes que lanzó a España al sugerir que se le debería investigar por no disponer de un colchón fiscal de emergencia tras seis años de crecimiento ininterrumpido. Su forma de hacer las paces fue ofrecer una limosna en forma de «regalo». Muchos de sus compañeros del Eurogrupo lo desautorizaron, incluido el alemán Olaf Scholz.

Otro de los nombres que repiten ahora que el cargo queda vacante es el del ministro de Finanzas luxemburgués, Pierre Gramegna. Ya intentó hacerse con la batuta del organismo en el 2017, pero perdió en segunda ronda con el presidente saliente, Centeno. Aunque sus dotes diplomáticas y su perfil neutral juegan a su favor, el Gran Ducado ya puso una pica en Flandes al colocar a Jean Claude Juncker en su cúspide en el pasado reciente.

Aunque los compromisos históricos nunca guían las decisiones del Eurogrupo, quizá ha llegado el momento de que España ponga a su favorita a las riendas.