Baterías para el coche eléctrico, el siguiente gran reto de Europa

I. Sánchez Artero BRUSELAS / LA VOZ

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Oscar Vazquez

La Comisión Europea busca cómo atenuar su dependencia a nivel de materias primas Las tres potencias más afectadas por el coronavirus son claves hoy en día en este negocio

15 mar 2020 . Actualizado a las 09:35 h.

El 85 % de las baterías que usa el coche eléctrico se producen fuera de la UE. La cifra lo dice todo. La dependencia de terceros países para dar vida a uno de los negocios del futuro es elevadísima y Europa busca alternativas para atenuarla. La situación se ha visto agravada además porque el tridente que lidera la producción mundial de este componente (China, Corea del Sur y Japón) es hoy el más afectado por la crisis del coronavirus.

Con cerca de 60 millones de personas en cuarentena y varios millones de ellos afectados por las restricciones de movimiento, el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, ha evitado poner una cifra al impacto que tendrá el virus sobre la economía de la eurozona. Lo que sí ha dejado claro es que dejará huella, ya que «China representa ahora el 18 % del PIB mundial». Sobre las consecuencias para el sector europeo de la automoción por la cuarentena en algunas plantas asiáticas, fuentes comunitarias confirman que «siguen siendo difícil de evaluar debido a la incertidumbre sobre su duración y la imposibilidad de predecir cuándo podrá reanudarse la actividad habitual en las fábricas afectadas».

Según Mekussa Zill, de la organización medioambiental ECOS, en el 2030 la mayoría de los coches en Europa serán eléctricos. Por ello es importante, a su juicio, poner de relieve la vulnerabilidad y dependencia de Europa en este terreno y conocer qué estrategia tiene Bruselas para poner freno a este problema y hacer frente a la falta de materias primas en el Viejo Continente.

Lo cierto es que el primer paso lo dio la Comisión hace tres años, cuando activó la Alianza Europea de Baterías. Este proyecto busca promover una industria europea competitiva desde los diferentes eslabones de la cadena, desde la extracción de las materias primas, hasta la producción final y su posterior reciclaje. Y es que la batería es un componente imprescindible para garantizar el buen funcionamiento de cualquier gadget convencional: teléfonos móviles, ordenadores, electrodomésticos... Y por supuesto, vehículos.

 Uno de los proyectos que han surgido bajo el paraguas de esta alianza es la Automotive Cell Company, un plan capitaneado por Francia y Alemania que desarrollará baterías eléctricas de gran autonomía para el sector de la automoción. Europa ha consignado una inyección de 3.200 millones de euros en ayudas públicas y 5.000 millones de origen privado para materializar esta iniciativa a lo largo de la próxima década.

España juega un papel crucial en esta estrategia. Por la importancia que tiene el sector de la automoción dentro de la economía nacional -es el segundo productor europeo por detrás de Alemania- y por los importantes recursos naturales con los que cuenta, en tanto que es una de las potencias mineras de la UE. Hace unos meses, el Ministerio de Industria anunció que estaba trabajando codo con codo con la empresa china Guoxuan High Tech para implantar una fábrica de baterías en territorio nacional. Desde el ministerio evitan poner fechas encima de la mesa, pero admiten que están trabajando en esta senda. Sí confirman la firma de un acuerdo entre la Secretaría General de Industria y la asociación china EV-100 «para iniciar trabajos exploratorios que permitan definir proyectos innovadores de interés común en áreas vinculadas a la movilidad del futuro».

La obtención de materias primas es una de las variables críticas de este negocio. Colin Lustenhouwer, uno de los asesores clave del Ejecutivo comunitario en este campo, explicaba recientemente en un informe que el coche eléctrico va a multiplicar por nueve la demanda de grafito en los próximos años, instando a las autoridades comunitarias a rebajar una dependencia que «destruye empleo e incapacita para acompañar en el progreso». En la misma dirección se manifiesta la eurodiputada de Ciudadanos Susana Solís, quien considera que para «alcanzar la soberanía industrial necesitamos tener una industria europea competitiva, especialmente en activos estratégicos».

Europa no cuenta con fuentes propias de grafito o litio, aunque está mejorando en el refinado de estas materias primas. Solís afirma que existen razones para creer que China «no será el único país dedicado al refinamiento de litio, lo que evitará la dependencia de una sola potencia».

En la actualidad hay nueve proyectos europeos en marcha en este campo, uno de ellos en España, ya que la mayor mina de litio de Europa se encuentra en Cáceres. Si se cumplen las previsiones que baraja Bruselas, entre los cuatro proyectos más potentes se podrían alcanzar los niveles de producción de litio refinado de Chile. La eurodiputada de Izquierda Unitaria Sira Rego va un paso más allá y subraya que «los movimientos políticos que estamos viendo en países como Bolivia y Chile, dos de las principales reservas de litio, no son casuales», ya que considera que están ligados «al control de los recursos por parte de las élites locales».

En sintonía con esta línea argumental, el experto de la Comisión Europea Daniel Cios hace especial hincapié en el Pacto Verde. Insiste en que alcanzar autonomía en la fabricación será clave para el club comunitario, muy especialmente para avanzar en el desarrollo de tecnologías ambientalmente sostenibles. En su opinión, será importante contar con «una política de materias primas respetuosa, teniendo en cuenta la exploración, la extracción y el refinado».

Otro de los minerales estratégicos para estas baterías es el cobalto, que en la actualidad proviene principalmente de la República del Congo. Un estudio reciente del Instituto Tecnológico de Massachusetts concluye que las reservas de este mineral y las capacidades de extracción actuales son suficientes para cumplir con la demanda de coches eléctricos de la próxima década. Dada la excesiva concentración de la oferta en un país y la incertidumbre a largo plazo, Rego considera que las reservas actuales «en ningún caso servirán para reproducir un parque móvil similar al actual», por lo que considera que es necesario pensar un nuevo modelo global.

Demanda de cobalto

El eurodiputado socialista Nicolás González Casares es más positivo y aplaude que, gracias a los avances tecnológicos, ya se esté reduciendo la demanda de cobalto. «Europa está apostando decididamente por la economía circular y el reciclaje de cobalto y hay que seguir investigando en soluciones tecnológicas alternativas», argumenta. En esta misma línea, la diputada conservadora Pilar del Castillo afirma que hay una «clara voluntad por parte de la UE de fortalecer su liderazgo industrial a través de la investigación y la innovación en tecnologías avanzadas en el ámbito de las baterías». Lograrlo es ya uno de los grandes retos de presente y futuro de Europa.