84.000 menores de entre 4 y 12 años vieron el programa de Telecinco y Cuatro. Hablan los expertos: «Un niño o una niña de esa edad más que entender va a malentender de qué va la sexualidad»
18 feb 2020 . Actualizado a las 08:51 h.Ese teatrillo que ha resultado ser La isla de las tentaciones ha supuesto para Mediaset un insospechado filón que ahora el gigante audiovisual exprimirá, seguro, hasta el agotamiento. Estirará el chicle y fecundará sucedáneos, pero antes de entrar en el tirabuzón conviene escrutar sus datos de audiencia: su último programa, emitido en Cuatro, fue lo más visto en los 15 años de historia de la cadena; su especial «seis meses después» reunió dos días más tarde en Telecinco a 3,9 millones espectadores frente al televisor, 54.000 de ellos niños. Un vistazo más panorámico revela que el divertimento de la temporada fue seguido por una media de 84.000 menores de entre 4 y 12 años, el 28,6 % de los niños de esta edad. Son casi dos millones, sin embargo, los que han visto algún momento del programa.
El espacio de telerrealidad producido por Cuarzo TV se estrenó el jueves 9 de enero y enseguida fue dosificado en tres emisiones semanales; Cuatro emitirá hoy el último debate. En total, habrán sido 11 galas y seis tertulias que nunca arrancaron antes de las 22.30 horas y que cada noche se alargaron hasta bien entrada la madrugada. ¿Qué hacen despiertos a esas horas niños menores de 12 años viendo un programa recomendado para mayores de 16? A Ana Torres Jack, orientadora educativa, le vienen a la cabeza dos palabras: «negligencia parental», a la que, reflexiona, se llega quizá por agotamiento de los progenitores -«la conciliación de la vida familiar y la profesional no siempre es fácil- y «falta de control absoluto» del tiempo que pasan los niños frente a las pantallas viendo contenidos inadecuados -«es posible que tengan la tableta, el ordenador o el móvil en su propia habitación»-. «Puede que piensen que al ser un concurso es puro entretenimiento, pero son contenidos absolutamente perjudiciales para su desarrollo», opina la experta.
«Un niño o una niña de esa edad más que entender va a malentender de qué va la sexualidad, las relaciones de pareja o los valores deseables en cualquier persona», continúa Torres. Se refiere a los «cuerpos perfectos», al atractivo sexual, a «los celos como expresión de amor “verdadero”». «La imagen corporal y el atractivo sexual se presentan como valores deseables en vez de priorizar la espontaneidad, el disfrute o las cualidades internas de cualquier persona», y las escenas subidas de tono exponen a los pequeños un contenido que, directamente, «no toca en la infancia». «El daño es evidente: se proyecta un sexo artificial y disociado de otros conceptos como la afectividad o la honestidad», subraya Torres, que suma todavía un «pero» más: las horas que se roban al sueño, «un proceso fundamental para el crecimiento y el desarrollo intelectual».
Considera la orientadora que a la hora de controlar lo que ven los niños, los padres deben supervisar los contenidos a los que acceden, acompañando a los menores y fomentando su sentido crítico, enseñarles, dice, a no creerse «lo que están viendo sus ojos como si fuera la realidad solo porque esté grabado en vídeo». «Hay que hacerles comprender que muchos de ellos son concursantes profesionales a los que se les paga por actuar, por montar el espectáculo, y que forman parte de programas ya grabados con imágenes manipuladas». ¿Se debe prohibir a los niños ver este tipo de contenidos? Aquí, la experta es tajante: «En el caso de los menores de 12 años, sin ninguna duda». «Los centros educativos poco pueden hacer… pero padres y madres lo tienen fácil: apagar la pantalla».
En los adolescentes -la audiencia de 13 a 24 años es la más alta del programa y también la más fiel-, la situación debería abordarse de una forma más compleja: «Habría que sentarse con ellos para desmontar la esencia de todo programa de telerrealidad: ficción, manipulación, espectáculo, frivolización de las relaciones afectivas y sexuales, falta de pudor, morbo, cotilleo y hombres y mujeres cosificados y artificiales», señala Torres.
Mientras, Mediaset seguirá sacando rédito del fenómeno de maneras varias: continuará siendo tema de conversación de sus múltiples tertulias -la de Ana Rosa, las de Jorge Javier, las de Emma García-; familiares, amigos y conocidos de los concursantes peregrinarán por platós para exponer las miserias de sus anónimas vidas y otros programas de la familia reciclarán su reparto. Rubén ya ha sido colocado en el nuevo Mujeres y Hombres y Viceversa, reformulado a golpe de tentadores. Fani, rumbo a Honduras, en Supervivientes. Y Christofer, en Mtmad, donde la pareja cuenta con un canal propio para exponer su intimidad. La productora ya habría dado el visto bueno para abrir el cásting de la segunda edición de La isla de las tentaciones.