Los expertos alertan de que el uso español y alterar los relojes está causando graves trastornos de sueño
14 nov 2019 . Actualizado a las 20:11 h.El minutero avanza, y ya queda menos para el cambio horario estacional, que se realizará en la madrugada del sábado al domingo. Los relojes se atrasarán una hora a las tres de la madrugada. Muchos aplauden esta «bola extra» de sueño, pero los expertos alertan de que es la salud la que paga las consecuencias del cambio.
Según explica Felipe Casanueva, científico-endocrinólogo, «el horario español tiene dos problemas, el primero es la hora en sí y el segundo es el cambio estacional». El experto asegura que España no vive en su hora solar, y eso acaba provocando «un déficit de sueño muy profundo en toda la población con un problema muy importante en el caso de los niños, que se acuestan muy tarde y duermen mal». Casanueva considera que toda España debería estar en el horario de Greenwich, y eso significa que cuando nos levantamos a las siete realmente son las seis por la hora solar, y en verano serían las cinco. Vamos una hora más temprano de lo que nos corresponde, y a esto hay que añadirle el trastorno del cambio estacional.
«Todo nuestro cuerpo tiene unos ritmos circadianos que conectan con la evolución de las horas y del sol -explica-, y no se puede violar de una forma muy extraordinaria porque es negativo para la salud». «Cuando pasamos de un horario a otro las edades más frágiles, niños y ancianos sufren de una manera muy importante los cambios», añade.
Por su parte, Darío Acuña, catedrático gallego de Fisiología en la Universidad de Granada y experto del comité europeo por el cambio horario, asegura que «lo que está claro es que el cambio horario, tanto de invierno como de verano, tiene consecuencias para la salud importantes. Cambiar la hora causa un trastorno que equivale al jet lag que pasamos cuando hacemos un vuelo transoceánico, y eso requiere un tiempo de adaptación, que depende de cada persona y de su sensibilidad».
Acuña recuerda que hay estudios muy claros que indican que cuando se hace el cambio de verano aumenta significativamente el número de afecciones cardiovasculares, sobre todo en las mujeres. «Durante el tiempo de adaptación -afirma- tenemos nuestro reloj biológico disociado del tiempo externo que nos cambian. Esto puede causar trastornos de sueño, porque, aunque aumentemos una hora más lo que dormimos no quiere decir que nuestra calidad de sueño sea mejor». El experto explica que el cambio de hora puede traer consecuencias durante el día, como alteración cognitiva en cuestiones de aprendizaje y de memoria «que la gente puede llegar a notar en los primeros días». El catedrático recuerda que «hay gente que no nota nada, pero hay otra que tiene unos trastornos muy severos. Es un problema que se ve agravado considerablemente en el caso de las personas que tienen un trastorno del sueño». Además, el malestar se puede asociar con otros síntomas como cansancio o irritabilidad. «Los niños son más sensibles en general -explica-, porque sus sistemas de recuperación y resincronación suelen funcionar más lentamente. En general, aunque no notemos aparentemente ningún cambio por atrasar la hora, internamente nuestro organismo sí que lo nota».
Acuña considera que la situación ideal sería la que elimina el cambio horario y deja fijo el de invierno. «Quedarnos con el de verano es una barbaridad, nuestro organismo no está preparado para tener tantas horas de luz y eso trae como consecuencia una sociedad que tiene tendencia a estar más enferma».