El último cartucho de May: Reino Unido no impondrá aranceles a mayoría de importaciones si no hay pacto
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El Gobierno británico divulgó las medidas económicas para intentar convencer a los conservadores díscolos
13 mar 2019 . Actualizado a las 18:12 h.El Reino Unido no impondrá aranceles sobre la mayoría de las importaciones y no los aplicará sobre los productos irlandeses que entren en la provincia de Irlanda del Norte si el país sale finalmente de la Unión Europea (UE) sin acuerdo.
El Gobierno británico divulgó este miércoles las medidas que adoptará el país si el Parlamento de Westminster decide esta noche en una votación que el Reino Unido se retirará de la Unión Europea (UE) este 29 de marzo sin ningún tipo de pacto.
Ante la incertidumbre sobre la manera en que se concretará el «divorcio» británico, el Gobierno dio a conocer estas nuevas medidas temporales, que implican, según indicó el Ejecutivo, una «modesta liberalización» del régimen de tarifas ya que el 87 % de las importaciones no estarán sometidas a aranceles.
La medida correspondiente a Irlanda del Norte responde a las circunstancias únicas de ese territorio, cuya frontera abierta con la República de Irlanda ha sido vital para mantener el proceso de paz en la provincia británica.
La patronal europea BusinessEurope pidió este miércoles al Reino Unido que descarte la posibilidad de una salida de la Unión Europea (UE) sin acuerdo porque un «brexit» desordenado es una irresponsabilidad de amplias consecuencias económicas.
Por su parte, el negociador jefe de la Unión Europea para el «brexit», Michel Barnier, se preguntó este miércoles «para qué» serviría retrasar la fecha de la salida del Reino Unido de la UE, prevista para el 29 de marzo, y alertó de que el riesgo de una retirada británica sin acuerdo «nunca ha sido tan grande». En la misma línea, el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, aseguró que Bruselas no volverá a negociar con Londres cambios en el acuerdo de «brexit» o de salida del Reino Unido de la UE de aquí a la fecha prevista para que eso ocurra, el 29 de marzo.
La Cámara de los Comunes votará a partir de las 19.00 GMT sobre esta opción después de que los diputados rechazasen anoche por segunda vez el acuerdo del «brexit» negociado durante casi dos años entre el Gobierno de Theresa May y el bloque europeo.
El martes, Theresa May jugó con fuego y se quemó. La primera ministra pensó que con las nuevas garantías legales acordadas con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, la noche del lunes en Estrasburgo iba a conseguir in extremis el apoyo para sacar adelante su acuerdo del brexit, pero este martes volvió a cosechar otra histórica derrota en el Parlamento de Westminster por 391 votos en contra frente a 242 a favor. La Cámara de los Comunes tendrá que decidir ahora si el Reino Unido se marcha de la UE sin más negociaciones o si conmina al Gobierno a solicitar una prórroga del plazo de salida, que tendría que ejecutarse el día 29, dos años después de que May activase el Artículo 50 del Tratado de Lisboa.
May se precipita al abismo. La compleja situación amenaza con darle el tiro de gracia. Según Charles Walker, una importante figura del Partido Conservador, la convocatoria de nuevas «elecciones generales puede ser cuestión de días o semanas».
A la premier de poco le sirvió que el exministro del brexit, el euroescéptico David Davis, respaldase su acuerdo. May sufrió una nueva derrota, aunque menos drástica. Fueron 149 votos de diferencia, frente a los 230 que sumó en la del 15 de enero. Para superar el trámite parlamentario necesitaba el apoyo de la mitad más uno de los 634 diputados.
El veterano diputado laborista Hilary Benn tiene la convicción de que la Cámara votará este miércoles contra una marcha sin acuerdo. La votación del jueves sobre la prórroga es más incierta porque el plazo de la extensión y su propósito dependerían de las instituciones de la UE. La primera ministra, visiblemente cansada y con una severa afonía, repitió una vez más que pedir un aplazamiento del brexit no soluciona los problemas. Sobre la mesa dejó claro como la UE querrá saber para qué quiere Londres esa prórroga. «¿Un segundo referendo?», preguntó May a los comunes, que respondieron entre, gritos «noooooo». El líder laborista, Jeremy Corbyn, pidió al Gobierno que acepte que no tiene el apoyo del Parlamento y volvió a pedir elecciones generales.
La primera ministra había hecho minutos antes un llamamiento final a los diputados para que respaldasen su acuerdo, reiterando su advertencia de que si rechazaban una vez más su plan, hundirían al país en el caos y se arriesgaban a una salida sin acuerdo, pero sus palabras y las del ministro encargado del brexit, Stephen Barclay, en la misma línea cerrando el debate previo a la votación, cayeron en saco roto.
La derrota del acuerdo de salida y de la declaración política anexa, que el Gobierno de May pactó con el Consejo Europeo el pasado noviembre, significa también el rechazo de los dos documentos conjuntos y de una declaración británica unilateral que Juncker y May presentaron en la noche del lunes en Estrasburgo para paliar los temores sobre la salvaguarda irlandesa. El mecanismo creado para evitar una frontera dura entre las dos Irlandas se ha convertido en el obstáculo insalvable. El intento de May de lograr cambios con fuerza legal se perpetró con nocturnidad, pero no resistió las primera luces del día.
Factor tiempo
El abogado general del Gobierno, Geoffrey Cox, afirmó en su carta de interpretación de los cambios obtenidos por May que el riesgo de permanecer en una unión aduanera por tiempo indefinido, sin una vía explícita para romper la salvaguarda, no se había alterado en la ley. El debate ha sido un bello artificio. Cox explicó que la novedad en los documentos es la creación de un marco legal que apremia a la UE a analizar alternativas a la salvaguarda, so pena de ser acusado por los británicos de mala fe. Aunque esa acusación no puede llegar muy lejos en paneles de arbitraje o tribunales de apelación. Que el brexit desemboque en disquisiciones de tal finura quizás explica que el tory Steve Double, afirmase veinte minutos antes de la votación que no sabía aún cómo votar.
«Brexiters» y norirlandeses
La mayoría decidió hace tiempo la intención del voto. El exalcalde de Londres, Boris Johnson, alentó a la primera ministra a poner fin a este ir y venir con su acuerdo y a emprender la marcha en los términos de la Organización Mundial de Comercio. Uno de sus colegas, James Cartlidge, le dio irritado algunos datos sobre el efecto catastrófico que tendría en la región agrícola de Suffolk que él representa. Los miembros del Grupo de Investigación Europea (ERG), la facción más euroescéptica en los escaños conservadores, y los unionistas norirlandeses han tenido un papel decisivo en el voto, como lo tuvieron en la derrota del Acuerdo el 15 de enero, entonces por 230 votos. Ahora las diferentes facciones tienen que encontrar una mayoría para marcar el rumbo del brexit. Y encontrarla llevará tiempo.