La pequeña fue infectada por el parásito en una piscina climatizada de Toledo
18 sep 2019 . Actualizado a las 10:39 h.No es un caso único, pero sí absolutamente excepcional que muy probablemente acabará formando parte de la literatura científica. Una niña de 10 años ha sobrevivido a la ameba comecerebros, que contrajo en una piscina climatizada en la localidad toledana de Torrijos. Es el primer suceso que se registra en España por infección del parásito Naegleria fowleri, pero el hecho sobresaliente es que la pequeña ha superado con éxito la enfermedad, algo que solo le ocurre al 3 % de los pacientes, según se recoge en los menos de 400 casos documentados en todo el mundo, fundamentalmente en países como Estados Unidos, Australia o Pakistán.
«Es como si le hubiera tocado la lotería, incluso más difícil», resalta de forma gráfica el responsable del servicio de Enfermedades Infecciosas del Complejo Hospitalario Universitario da Coruña (Chuac).
La ameba comecerebros presenta efectos devastadores en la inmensa mayoría de los casos. Causa hemorragias en el cerebro y lo va destruyendo sin remisión. De ahí su nombre. Los síntomas de la enfermedad son semejantes a los de una meningitis bacteriana. Suelen incluir fiebre, dolor de cabeza, náuseas o vómitos, a los que posteriormente se acompañan rigidez en el cuello, confusión, pérdida del equilibrio, falta de atención, alucinaciones y convulsiones. La patología progresa muy rápidamente y el paciente fallece entre uno y doce días después de la aparición de los primeros síntomas. No fue el caso de la niña de Toledo, que consiguió salvarse gracias a un cóctel de antibióticos y antivirales. El caso es importante, porque un tratamiento similar podría aplicarse en otras situaciones, aunque en realidad muy poco se sabe.
A través de la nariz
«A mi nieta le dolía la cabeza, los oídos y no quería ir al colegio, porque estaba muy desanimada», relató el abuelo en declaraciones a La Sexta. Fue ingresada en el hospital Virgen de la Salud de Toledo y, en un primer momento, recibió el diagnóstico de meningitis.
La infección se produce cuando el agua contaminada entra en el organismo a través de las fosas nasales y la ameba llega al cerebro. Esa es la única vía posible de transmisión. No se traspasa de persona a persona ni por beber agua contaminada. El protozoo puede encontrarse en agua dulce templada y estancada, por lo que los hábitats propicios son lagos, aguas termales, estanques o piscinas mal mantenidas. En este último caso, sin embargo, no debería existir ningún problema, ya que el cloro mata al parásito. Es la teoría, pero en la de Torrijos, que había pasado los controles, logró sobrevivir. Lo que se plantea ahora, y no solo para este caso específico, es aumentar la cloración para evitar riesgos.
El caso de Torrijos ocurrió a finales de marzo pasado, aunque no se dio a conocer hasta ahora. Los resultados fueron confirmados por el Centro Nacional de Microbiología.
La Naegleria fowleri fue descubierta en el sur de Australia en 1965, aunque en los últimos años también fue identifica en países de América, África y Europa. En Estados Unidos, según datos confirmados por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) se registraron 143 personas infectadas hasta el 2016, de las que solo cuatro lograron sobrevivir.
El aumento en el número de casos experimentado en los últimos años no significa que exista un repunte en el número de contagios, sino que los métodos de detección más precisos han hecho crecer el número de diagnósticos. «No significa que se estén expandiendo, sino que han mejorado los sistemas de detección», explica José Miguel Cisneros, presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas. En la misma línea se pronuncia Enrique Míguez. «Los métodos diagnósticos han mejorado muchísimo -dice- y ahora podemos detectar patógenos que hace diez años era impensable. Antes no sabíamos lo que teníamos, ahora sí».
«No hay por qué preocuparse porque es algo excepcional»
Es un caso absolutamente excepcional. Es el mensaje en el que insiste Enrique Míguez Rey, responsable de la unidad de Enfermedades Infecciosas en el Chuac de A Coruña, que aclara que aunque exista una alerta por parte de las autoridades sanitarias, para evitar sucesos similares, no hay motivo para que cunda la preocupación entre los ciudadanos.
-La ameba comecerebros es propia de zonas tropicales. ¿Cómo pudo haber llegado a España?
-No sabemos cómo llegó, pero sí que llegó. La hipótesis es que pudo haberlo hecho a través de los viajes internacionales, que actúan como difusor.
-¿Qué es lo que le ha llamado más la atención del caso?
-Lo raro es que el parásito haya resistido al cloro de la piscina, que había pasado todos los controles sanitarios y con un nivel de cloración suficiente. Pero ya se han tomado todas las medidas para evitarlo y el protozoo no ha vuelto a aparecer. El parásito no soporta bien ni la sal ni el cloro.
-¿Habrá más casos?
-Cuando se produce un caso excepcional los médicos siempre tenemos que pensar en un posible brote, lo que no quiere decir que vaya a suceder, y en este caso no ha ocurrido. Pero hay que estar prevenidos y poner medidas para que no aparezcan nuevos casos, que es lo que se ha hecho.
-¿Y en Galicia podría aparecer?
-Como médico no puedo hacer de adivino. No lo sé, pero en la mitad sur de España probablemente. En la parte sureste de España sí se dan las condiciones precisas en aguas estancadas, dulces y no cloradas. Cualquier lago cumpliría las condiciones para acoger al parásito, pero no en aguas corrientes, como un río, ni en el mar.
-¿Hablamos entonces de casos excepcionales?
-Teniendo en cuenta el número de piscinas climatizadas que existen en España y el número de personas que se bañan en ellas todos los días y que solo se ha documentado un caso, pues estamos hablando de algo excepcional. No hay que preocuparse porque es algo excepcional. Hay más posibilidades de morirse cambiando una bombilla que de esta enfermedad.
-¿Alguna medida de precaución?
-Es aconsejable no zambullirse de forma brusca en el agua en las piscinas y lagos, porque el parásito entra por las fosas nasales. Pero sabemos muy poco porque hay muy pocos casos documentados. Es posible que existan otros factores que intervengan para producir la enfermedad, porque en la misma piscina donde ocurrió el suceso había otros niños y no les pasó nada. ¿No se zambulleron al agua? No lo creo.
Míguez no cree que exista motivo para la alarma.