Josep Borrell: «El secesionismo ha gastado mucho y nunca sabremos la factura del "procés"»
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«El independentismo ha logrado internacionalizar e interiorizar que no han hecho nada de lo que se lo acusa», asegura el exministro
16 abr 2018 . Actualizado a las 10:27 h.El exministro y expresidente del Parlamento Europeo Josep Borrell (Puebla de Segur, 24 de abril de 1947) imparte hoy una conferencia sobre el futuro del euro, amenazas y oportunidades, en el aula magna de la Facultade de Económicas de la Universidade da Coruña, invitado por la cátedra de Internacionalización de Estudios Luis Fernández Somoza. Borrell, que pulsa a diario con sus continuos viajes por Europa y América las élites políticas, económicas y académicas internacionales, es una de las voces que se han levantado con más fuerza contra el independentismo catalán.
-¿Qué opina de la huida de Puigdemont, los exconsejeros, Marta Rovira y Anna Gabriel ?
-Han preferido huir que atender la demanda del juez. Es un poco fuerte oír a Rovira decir que tiene que escapar porque en Cataluña estaba como en una cárcel interior. Espera que los suizos interpreten la situación de una manera favorable a ella. En mis continuos viajes por Oxford, Yale y Bruselas he podido constatar que ese relato del derecho a la autodeterminación es un relato que el mundo anglosajón ha comprado. La sociedad y el Gobierno español no han sido capaces de poner otro. He oído que en España la Justicia no es independiente. Estos días un alto funcionario comunitario me decía que el Gobierno encarcela a la gente. ¡Oiga, no!, aquí uno no se va del país porque lo diga un ministro del Interior: son los jueces, se equivoquen o no en sus decisiones. Ese discurso ha calado, nadie lo contradijo. Como caló antes lo de los 16.000 millones de «España nos roba». Nadie lo argumentó.
-Usted sí en su libro «Los cuentos y las cuentas de la independencia», en el 2015.
-Sí, he vendido 30.000 ejemplares y para un libro de este calibre es mucho. También se lo rebatí a Junqueras en un debate que tuvo mucho éxito, pero la versión independentista se empezó a contrarrestar tarde.
-¿Ha sido mayormente un fallo de comunicación?
-La batalla de la comunicación social no la hemos dado, se ha perdido. Solo la hemos dado grupos a nivel individual, entre los que me encuentro, unidos por su propia voluntad y sin recursos ni estructura. Los independentistas se han gastado mucho dinero. No sabremos nunca la factura del procés. El huido despierta más simpatía que el que dicta una orden judicial.
-Y han conseguido internacionalizar el conflicto.
-Internacionalizar e interiorizar que no han hecho nada de lo que se los acusa. El independentismo ha creado que hay represión judicial y que el Estado es autoritario y por mucho que The Economist diga que España es una democracia plena nos califica al final ese estereotipo. Ha fracasado la batalla de la comunicación.
-Hay quien distingue a Puigdemont de Junqueras porque este sí acudió ante el juez
-Por muy cristiano que diga Junqueras que es y que actúa en nombre de la fraternidad, es el líder político que más ha engañado a su pueblo. Dijo que no se irían las empresas, que la Unión Europea abriría los brazos a una Cataluña independiente, que tendría más dinero... Todo eso ha creado un estado de opinión basado en falsedades, como la realidad ha constatado. La situación en Cataluña no se entiende si no se explican estas cosas de que no pasaría nada. O como dijo Forcadell [expresidenta del Parlamento catalán], que los que no votan a su partido no son catalanes. Si dice esto Orbán [primer ministro] en Hungría, se oiría hasta en Sebastopol [Crimea]. La percepción es todo en política y aquí se defiende la democracia y ya la opinión instalada es difícil de cambiar.
-¿En qué ha fallado el Gobierno?
-El Gobierno lo ha hecho bien a nivel diplomático. De Gobierno a Gobierno la batalla está ganada. A la ministra de Justicia alemana Merkel enseguida le tiró de las orejas. En cambio, en la comunicación no han dado la batalla. El independentismo usó dinero, gente con recursos y se movilizó. The Economist se pregunta cómo ha tenido éxito un movimiento rural y reaccionario que se presenta como la quintaesencia de la libertad y los derechos.
«A TV3 deberíamos llamarla Teleprocés: es un arma de intoxicación masiva, y eso tiene efectos»
Josep Borrell fue, el 29 de octubre pasado, el principal orador, con Piqué ( PP), Carreras (C’s) y Frutos (PCE), en el acto de SCC en defensa de la unidad de España que reunió en Barcelona a más de un millón de personas.
-¿Qué opina de que Roger Torrent se querelle contra el juez Llarena?
-Puede haber un problema grande de malversación, pero no es gratis. No quiero tipificar delitos, pero lo hacen para aumentar el sentimiento de agravio.
-¿TV3 es la televisión de los catalanes o de una parte?
-Deberíamos llamar Teleprocés a la emisora privada más importante de Cataluña y España. Es un arma de intoxicación masiva y eso tiene efectos. Ya solo la siguen los convencidos, pero los radicaliza. Es muy poderosa y eficiente. A mí me suspendieron una entrevista cuando saqué Los cuentos y las cuentas del independentismo, y ahora no voy porque no quiero ser el tonto útil.
-¿Cómo acabará el cuento: Gobierno o elecciones?
-Dependerá de si los partidos independentistas consideran que sus expectativas son mejores o no que antes y si creen que el mantenimiento en prisión de algunos ha generado en la sociedad un mayor apoyo a su causa con el camino creado de agravios, represión judicial, sentimientos.
-¿Cómo es la relación PSC- PSOE?
-Nunca ha estado mejor. Es una relación de diálogo y comprensión entre Iceta y Sánchez, cada uno donde está. Nunca se había empatizado como ahora entre dos líderes.
-¿Y con Susana Díaz?
-[Se encoge de hombros] Um.
«El vicepresidente de la Comisión dijo: "Ya vale, España es una democracia", pero sigue el runrún»
Frente al desafío secesionista, Josep Borrell ha sido, junto al exministro de Exteriores José Manuel García-Margallo, la imagen política de los después conocidos como constitucionalistas. Pese a que ya en el 2015 levantó la voz con su libro Los cuentos y las cuentas del independentismo, no fue hasta el otoño del año pasado cuando se consolidó como el mazo contra los independentistas
-¿Qué opinión le merece la euroorden y la decisión del tribunal de Schleswig-Holstein?
-Es una disputa jurídica para saber el alcance de una euroorden en el futuro. Y los jueces no son impermeables. No hay una decisión definitiva. Pero ¿qué es la euroorden? En delitos que no están tipificados, ¿tienen que verificar los hechos a juzgar? El tribunal no tiene que verificar los hechos a juzgar, solo si se corresponden con su ordenamiento jurídico. Pero la frontera ¿dónde está?, ¿tienen que entrar a medir si hubo violencia, pero no la suficiente, dicen, para llegar a doblegar la voluntad del Gobierno? Me suena raro. Me pregunto dónde está la línea si el delito está tipificado o valorar lo ocurrido, analizar la culpabilidad. La frontera no está claramente definida. Además, que decida un tribunal regional es raro, pero es la regla del juego.
-¿Cómo valora el comportamiento de la Unión Europea?
-El presidente de los Verdes europeos en una carta a Rajoy le exigía que se dejase de perseguir a los independentistas y que se les excarcelase. No estoy de acuerdo con la gestión de la crisis que hizo Rajoy, pero, si los Verdes tienen dudas, que se dirijan al Tribunal Supremo, porque si no nos están diciendo que España no se merece estar en la Unión Europea. El vicepresidente de la Comisión, Frans Timmermans, dijo: «Ya vale, España es una democracia», pero sigue el runrún, por ejemplo de los Verdes, y esto no es Turquía. En el ránking de The Economist, insisto, España es reconocida como una democracia plena, por delante incluso de Francia, Italia y de Bélgica.
-¿Qué pasaría en un caso similar en otro país de la UE?
-Si Baviera [Alemania] quisiera declarar la independencia, no llegarían ahí; no se les ocurre porque se actuaría antes. O en Italia, si el Véneto declarase la independencia y el Tribunal Constitucional italiano les dijese que es inconstitucional, ¿qué hubiera pasado?, les digo a colegas.
-¿Y qué le dicen?
-Me contestan: «Ah, bueno...».