Sito Miñanco, ¿punto y final?

marina santaló VILAGARCÍA / LA VOZ

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El narcotraficante José Ramón Prado Bugallo, en 1889
El narcotraficante José Ramón Prado Bugallo, en 1889 J. L. Abalo

Si el capo arousano es condenado de nuevo podría pedir la condicional en el 2025, pero no será fácil que se le otorgue

11 feb 2018 . Actualizado a las 09:34 h.

Ahora que el narcotráfico se ha convertido en la actividad cinematográfica por excelencia, hay un nombre de serie de televisión que podría recuperarse: Bajo sospecha. José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, bien podría ser su protagonista. El narco arousano siempre buscó alejarse de los focos, pero su poca discreción y el desempeño de cargos como la presidencia del Club Juventud Cambados hicieron de ese objetivo un imposible. El interés por el personaje es constante en los medios de comunicación, pero todavía es mayor la lupa que sobre él depositan las fuerzas policiales. En la ría, en Panamá o, incluso, en prisión, su nombre nunca dejó de sonar cuando un cargamento importante de cocaína se acercaba a Galicia. Es uno de los múltiples motivos por los que acaba de regresar a prisión preventiva a raíz de la operación Mito: fuentes próximas a la investigación indican que existe riesgo de reiteración delictiva. ¿El motivo para esta convicción? Su pertenencia a un grupo organizado de personas que ya colaboraron en el pasado para traficar con drogas y demostraría que es el único modo de vida que, a sus 62 años, conoce el cambadés.

Fuentes judiciales calculan que Miñanco se expone ahora a una pena de más de 30 años ¿Será esta macrooperación la que ponga el punto y final a la trayectoria de Sito Miñanco? Las dimensiones del operativo que se inició tras detectar la presencia en Marbella del narcotraficante, junto a otros integrantes de la red que presuntamente lidera, hacen inevitable la pregunta. Las pesquisas de la investigación apuntan a que al capo arousano le bastó con dar un paso fuera de prisión para volver a manejar unos hilos que se entrelazaban con Colombia, primero, y con organizaciones turcas, holandesas o búlgaras después. Serán, pues, los juzgados los que dictaminen el tipo de punto a colocar junto al nombre José Ramón Prado Bugallo. Un nombre que con su trayectoria se ganó el respeto de las élites del cartel de Medellín.

La historia se repite

Ya lo remarcan los historiadores, si no se aprende de los acontecimientos, estos tienden a repetirse. Algo así le pasó a Sito Miñanco: volvió a ser detenido por traficar con cocaína mientras se encontraba en libertad condicional. En agosto de 2001 fue descubierto mientras dirigía desde su ordenador un alijo de 3.700 kilos de cocaína, con un valor de 130 millones de euros en su venta al por mayor, que viajaban hacia la costa gallega a bordo del buque Agios Constandinos. Fue condenado a 16 años de prisión y a una multa de 390 millones de euros. Esa pena, la que ahora cumplía, concluye en julio de este año, pero Miñanco disfrutaba del tercer grado ya desde el 2015. Parece un déjà vu. El capo pudo dejar el negocio y poner fin al mito que da nombre a la operación, pero las fuerzas de seguridad le vuelven a colocar en la cumbre de una pirámide que, desde luego, no parece dispuesto a abandonar.

Con el tercer grado hubo una restricción, finalmente levantada: Galicia debería ser tierra prohibida para el cambadés y evitar tentaciones. Pero las alarmas comenzaron a sonar. Lo hicieron con fuerza en mayo de 2016, cuando una patrulla de Tráfico le dio el alto en Porto do Son y lo situó donde no debería estar. Una información que se sumó a las pesquisas de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional, que le atribuía el papel de gancho entre los narcos colombianos y la organización de Ribeira a la que la tesis policial atribuye el alijo de 1.300 kilos que se frustró en un operativo poco tiempo después.

La adicción del poder

Si la certeza de que volverá a reincidir lo mantiene vigilado desde los años 80 y lo llevó nuevamente a prisión, hay un factor clave que hace que las fuerzas de seguridad lo encuadren en la categoría de narco que no abandona el negocio para probar suerte en otra cosa: la posición de liderazgo de la que disfruta y todo lo que conlleva. Ese papel, el de jefe, es el que se le vuelve a atribuir ahora. Y es también el que puede provocar que la pena se vea sustancialmente incrementada.

Su único salvavidas sería una solicitud de excarcelación al cumplir 70 años o por motivos de salud El auto que envió a Sito Miñanco a prisión esta semana recoge que las vigilancias llevadas a cabo por los investigadores, así como el contenido de las conversaciones telefónicas y el resultado de los registros practicados, confirman que el cambadés marcaba las directrices y decidía qué miembro de la organización debía encargarse de cada actividad: él mismo o una persona de su confianza darían la orden. No solo eso. Se le atribuye también la decisión de pactos con terceras personas, a las que le ofrecería la infraestructura de la organización, decidiendo el porcentaje que debía cobrar por cada servicio. En el caso del los 3.800 kilos de cocaína del mercante Thoran, se habría reservado 700 kilos.

Las posibles penas

Si los agentes policiales que le siguen la pista desde hace años no confían en que a la tercera vaya la vencida, al menos, por voluntad propia, fuentes judiciales hacen un cálculo acerca de la condena que podría caerle si queda demostrado el vínculo del cambadés con los delitos de tráfico de drogas y blanqueo de capitales que se le atribuyen. ¿A cuánto podría ascender la pena? Solo por los hechos que se investigan en la Audiencia Nacional puede hablarse de cerca de 25 años de prisión. El Código Penal recoge penas de entre doce y dieciocho años para los cabecillas de organizaciones criminales. Las cantidades de droga que se manejen y elementos como la reincidencia determinan que el baile de años vaya hacia arriba o hacia abajo. Y el alijo de cocaína del Thoran es el mayor de cuantos se intervinieron a lo largo del 2017.

En cuanto al blanqueo de capitales, vinculado también a la operación Mito, puede llegar hasta los seis años. Demostrar que se trata de una banda criminal vuelve a ser la clave: la pena podría ascender hasta los nueve años de cautiverio. Aunque todo apunta a que Sito Miñanco no está dispuesto a bajarse de las lanchas que él mismo construía en su astillero de O Facho, serán sus cuentas pendientes con la Justicia las que dictaminen si este es el punto final de los finales. Hasta ahora, siempre fueron suspensivos.

Juicio en Pontevedra

Por lo pronto, el narcotraficante cambadés será trasladado de Madrid a A Lama para asistir al juicio que tendrá lugar el día 27 de este mes en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra, y en el que se le acusa de blanquear diez millones de euros a través de la inmobiliaria San Saturnino. La Fiscalía pide para él seis años de cárcel.

¿De ser condenado, hay algún salvavidas? Hay dos, pero difíciles de inflar. Libertad condicional, bien cuando sople las setenta velas, bien por enfermedad, pero siempre y cuando se le clasifique en tercer grado. La larga condena y la pertenencia a una organización criminal serían los principales obstáculos para que le fuese concedido. Ese punto final parece, por lo tanto, próximo. En todo caso, pase lo que pase, seguirá siempre bajo sospecha.