El asesino de la catana: «Pensarán que sigo siendo un monstruo pero ya no estoy enfermo»

Sara Cabrero
S. Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

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José Rabadán, ahora casado y padre de una niña de tres años, asegura estar rehabilitado 17 años después de haber asesinado a sus padres y a su hermana con una espada japonesa

01 dic 2017 . Actualizado a las 17:54 h.

Los psiquiatras lo tachan de psicópata, narcisista y sádico. La defensa asegura que padecía una psicosis epiléptica. José Rabadán, más conocido como el asesino de la catana, reconoce 17 años después de los hechos que conmocionaron a toda España que no sabe «si la sociedad está preparada para mí. Muchos pensarán que sigo siendo un monstruo pero ya no estoy enfermo».

José Rabadán mató a su familia con una espada japonesa -padres y una hermana de tan solo 9 años- el 1 de abril del año 2000. Solo tenía 16 años. Ahora, con 33 años y, según explica él mismo, totalmente integrado en la sociedad, se sienta frente una cámara para relatar todos los detalles del asesinato y su posterior reinserción.

«Yo no tenía la intención, fue mi cuerpo. Levanté la espada, pero ahí sentí que ya estaba consumado. La espada bajó con mi brazo, pero bajó solo», cuenta el propio asesino de la catana en el documental Yo fui un asesino: El crimen de la catana, de DMAX, una producción dividida en dos capítulos. 

José Rabadán fue detenido 48 horas después del crimen en la estación de tren de Alicante. No hizo falta mucho tiempo para que el joven se derrumbara. En su primera declaración policial reconoció el crimen. Lo que más sorprendió a los investigadores en aquel momento fue la razón que él aseguraba que se encontraba detrás del asesinato. Rabadán quería comprobar cómo sería la vida sin su familia. Criado en una familia de grandes creencias religiosas, José Rabadán asegura que se enfadó con Dios. No entendía que Dios hubiera permitido que su hermana naciera con síndrome de Down, y esto le llevó a entrar en contacto con el satanismo y las artes oscuras: «Es una puerta que no tendría que haber abierto nunca y me llevó a tener una mentalidad distinta», cuenta el propio Asesino de la Catana en el documental. Rabadán califica todo lo que pasaba por su mente con un simple y frío «pájaros en la cabeza». Algunos vecinos y allegados de la familia aseguran incluso en el documental que José Rabadán no era un monstruo: «Creo que fue algo, un clic de su mente que produjo un detonante».

«Me llamó José Rabadán Pardo y maté a mis padres y a mi hermana con una catana cuando tenía 16 años», son las palabras con las que el asesino inicia su escalofriante relato diecisiete años después de aquellos hechos que conmocionaron a toda España. «Si yo estaba enfermo a día de hoy ya no lo estoy y si era un psicópata, mis hechos a día de hoy demuestran que tampoco lo soy», defiende Rabadán.

Casado con la hija de un pastor evangélico, padre de una niña de tres años y con un trabajo como bróker de bolsa, José Rabadán promete estar totalmente rehabilitado: «Soy cristiano. Cristo me compró con su preciosa sangre y para mí es un orgullo poder decir que Cristo me ha salvado». 

«Puedo ser un psicópata bueno. Un psicópata que mira por los demás y que intenta ayudar al prójimo. O un psicópata que se apoya en la religión. O un psicópata que se apoya en la familia. Después de que sucediese todo aquello, me he cuestionado si realmente era el monstruo que la gente decía que yo era», asegura un José Rabadán que intenta demostrar que a pesar de todo lo sucedido en el pasado, la reinserción le ha permitido tener su propia familia y una vida totalmente normal.

¿Puede alguien enamorarse de un asesino?

Es difícil comprender que alguien se decida a iniciar una vida y formar familia con un asesino. Tania supo desde el principio quien era José Rabadán. Siempre tuvo conocimiento de que la persona que tenía enfrente era el asesino de la catana. Pero, con toda tranquilidad, afirma que «nunca tuve miedo».

Tania y José Rabadán se conocieron en Cantabria pocos años después del crimen. El asesino de la catana ingresaba en un centro evangelista en régimen de libertad vigilada tras haber cumplido seis años de condena en un centro de menores. 

Tania, de 15 años, era hija de un pastor evangelista. José Rabadán, de 21, un asesino en proceso de reinserción. «Yo me sentía muy a gusto con él, me transmitía confianza y veía un cambio», explica Tania, ahora mujer de Rabadán y madre una niña que tienen en común. A pesar de toda la información que había sobre el asesino de la catana, Tania no dudó en comenzar a verse con José. Al principio lo hacían a escondidas, pero con el tiempo no dudaron en dejarse ver juntos.

El documental de DMAX recoge también el testimonio del padre de la joven, que admite que en un primer momento las circunstancias le preocuparon tanto por los antecedentes de José Rabadán como por la diferencia de edad entre ambos. Con el tiempo, y tras ver que su hija era consciente de que se estaba viendo con el asesino del machete decidió dejarlo «en manos de Dios».

Su familia política no es la única que le ha perdonado. José Rabadán ha retomado con los años la relación con su hermanastra, Rosa Rabadán, hija de su padre en un matrimonio anterior: «Yo no le guardo rencor ninguno. Me ha impactado mucho el cambio que ha dado». 

Una entrevista sin lucro

¿Por qué José Rabadán se ha sentado ahora frente a las cámaras? Es la pregunta que muchos se han hecho. Y es que ya rehabilitado y reinsertado en la sociedad, el asesino de la catana se expone con esto a desvelar su identidad ante la comunidad en la que, hasta ahora, vivía de forma anónima. La cadena asegura, además, que no le han pagado por el documental: «Fue él el que se acercó a nosotros y quiso hacerlo. Esperemos que quede aquí y no empiece un tour por las televisiones», explican desde la productora. 

El asesino de la catana asegura que lo único que espera de este documental es demostrar que la rehabilitación es posible y que todo el mundo puede comenzar de nuevo su vida y llevar un día a día normal.