¿Existe el plagio en la gastronomía?

Pilar Salas

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A algunos cocineros les halaga ver sus platos copiados en otros restaurantes y a otros les indigna, aunque pocas veces se reclama la autoría de una creación culinaria porque existen dudas sobre su protección. Ahora un experto ha esclarecido el asunto: los platos también tienen derechos de autor.

30 oct 2017 . Actualizado a las 10:15 h.

Al igual que un cuadro, un edificio o una canción, las obras culinarias originales «no son res nulliu, cosas sin dueño», sino «manifestaciones concretas de la personalidad de su autor», aunque Robert reconoce que «el mundo de la gastronomía es un campo abonado para el aprovechamiento de la reputación ajena y, en general, para la competencia desleal».

Cita en su obra, publicada por Reus Editorial, casos como la denuncia que José Andrés, cocinero asturiano afincado en Estados Unidos, interpuso contra un antiguo socio que incluyó platos suyos en la carta de su restaurante, o las mutuas acusaciones de plagio entre Grant Achatz (Alinea, Chicago) y David Muñoz (DiverXO, Madrid), ambos con tres estrellas Michelin. El único requisito para que una obra gastronómica sea protegida es «la originalidad, aunque contenga elementos del acervo cultural», algo que se ha disparado en la revolución vivida por la alta cocina en España gracias a «una muy importante inversión en investigación, tecnología y personal» y a grandes dosis de creatividad. «La probabilidad de que dos personas creen de forma independiente y sin copiarse el, por ejemplo Gol de Messi ?un postre de Jordi Roca, del triestrellado El Celler de Can Roca (Girona)? es la misma de que le toque el Gordo de la lotería a la misma persona cada día durante un siglo», apunta con ironía. Respaldado por la jurisprudencia de varios países europeos cuyos tribunales han dictaminado que reconocen «la originalidad culinaria como protegible por el Derecho de Autor», Robert se remonta en su libro a la antigua colonia griega de Síbaris, donde «no se permitía reproducir durante un año un nuevo plato del que se reconocía algún valor».

Algunas medidas se han tomado al respecto. Ferran Adrià propone publicar libros para que quede constancia por escrito de la autoría de la receta, Andoni Luis Aduriz (Mugaritz) creó la publicación International Journal of Gastronomy and Food Science en 2012 con ese fin, en Francia las recetas originales se registran en el Conservatoire National de Cuisine y códigos deontológicos de asociaciones de chefs proscriben la usurpación de autoría.

Defiende Robert la afirmación de Ferran, el gran revolucionario de la cocina contemporánea, de que «si alguien se inspira en el plato de otro cocinero o se usan innovaciones técnicas o conceptuales ajenas, debe nombrarse al autor», medida con la que muchos de los autores culinarios se darían más que satisfechos, ya que no persiguen cobrar derechos de autor.

En cuanto a las adaptaciones de una receta original, dice el doctor en Derecho que «igual que no basta con cambiar a un actor o a los actores de una película para que deje de existir plagio entre dos obras cinematográficas», cambiar algunos ingredientes tampoco lo evita. E incluso que el autor «tiene derecho de exigir el respeto a la integridad de la obra culinaria», como exigió Escoffier en 1920 sobre su «pêche Melba»: «Si van a cambiar mis melocotones por peras, no le llamen a mi plato Melba».

Otro tema controvertido es las fotografías que los comensales hacen a los platos en los restaurantes, práctica que algunos cocineros han prohibido, y también aquí lo tiene claro Robert: «Una foto de un comensal que desmerece muy significativamente la obra culinaria perjudica la reputación del cocinero. La toma de fotos requiere de la autorización del autor». Para zanjar problemas sobre la autoría y los plagios, propone crear un Registro Nacional, «que podría depender tal vez de la Real Academia de Gastronomía»: «Sin duda sería beneficioso para nuestro patrimonio culinario».