El presidente estadounidense no aportó propuestas a la cumpre e impidió impulsar la lucha contra el cambio climático. La declaración final pone de manifiesto la división existente entre EE.UU. y el resto de miembros
28 may 2017 . Actualizado a las 01:48 h.Angela Merkel no se anduvo con paños calientes al resumir con frustración y enfado las conversaciones con Donald Trump como «muy difíciles e insatisfactorias». Lo hizo en el marco de la cumbre del G7 en Taormina (Italia) al explicar la negativa del magnate a ratificar el Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático. Fue la guinda a las jornadas de despropósitos y malos gestos que ha regalado el presidente estadounidense en su periplo por Europa, primero en la sede de la OTAN en Bruselas y estos días en su encuentro con los líderes de las otras seis potencias mundiales (Alemania, Reino Unido, Italia, Francia, Canadá y Japón). En contraste con el mal sabor de boca que ha dejado a sus socios europeos, Trump calificó su primera gira por el Viejo Continente y Oriente Medio como «una semana histórica» de «grandes avances» y «maravillosas conversaciones». Una retórica que esconde la indecisión y la intransigencia de la que ha hecho gala a la hora de negociar temas como el libre comercio, la migración o el clima, en las que ha impuesto sus propias reglas.
Poteccionismo
No, pero sí. El proteccionismo ha sido la respuesta de Washington a las prácticas comerciales agresivas de China y al superávit comercial alemán, que obsesiona a Trump. «Reiteramos nuestro compromiso a mantener abiertos nuestros mercados y combatir el proteccionismo», reza la declaración final. No fue fácil convencer a Estados Unidos, que solo accedió a respaldar la conclusión a cambio de reconocer la necesidad de hacer frente a las «prácticas comerciales injustas» y a incentivar «beneficios recíprocos», algo de lo que la potencia norteamericana nunca se preocupó hasta que la globalización empezó a desgastar a su clase media. «Nos tratan de la misma manera en que nosotros les tratamos o les trataremos de la manera en que ustedes nos tratan», explicó su consejero económico, Gary Cohn.
Cambio climático
Sin consenso. Sí, existe. No es una leyenda urbana. Es lo que tuvieron que explicarle ayer a Trump para forzar al estadounidense a ratificar el Acuerdo de París para reducir las emisiones contaminantes. Y no lo lograron a pesar del «seis contra uno». Puede parecer una broma, pero el nuevo inquilino de la Casa Blanca todavía se lo está pensando. «¡Tomaré mi decisión definitiva sobre el Acuerdo de París la semana que viene!», anunció en su cuenta de Twitter. El multimillonario se negó a comparecer ante la prensa durante su gira para esquivar temas incómodos como la intención de su yerno de crear un canal secreto de comunicación con Moscú. La resignación embargó a los líderes del G7. «Ha sido una discusión de verdad. Más auténtica. Hubo confrontación entre líderes», aseguró el anfitrión italiano, Paolo Gentiloni.
Se mantienen las sanciones. La actitud ambigua de Trump hacia Moscú no pasa desapercibida para sus socios, que sí lograron ayer un compromiso por su parte para mantener las sanciones al país por la anexión de Crimea y la invasión del este de Ucrania. Una situación que se prolongará hasta que el presidente ruso, Vladimir Putin, cumpla con los compromisos de Minsk. Hasta entonces seguirán fuera del G8.
Conflictos internacionales
Lucha antiterrorista. Junto con la lucha antiterrorista, son los únicos terrenos comunes en los que convergen los siete países. Siria y Corea del Norte son las grandes preocupaciones del G7 que ayer acordó hacer un llamamiento al régimen de Piongyang para que revierta de forma «íntegra y verificable» su programa nuclear y armamentístico. Las últimas pruebas con misiles han encendido todas las alarmas y Trump no ha descartado la posibilidad de un ataque.
Migración
Derecho a protegerse. Sello estadounidense y británico a las conclusiones sobre migración. Muy duras para la delegación italiana, que esperaba más solidaridad y comprensión con un fenómeno al que se tiene que enfrentar casi en solitario como puerta de entrada a Europa en el Mediterráneo central. El G7 habla del «derecho soberano» de los países a protegerse de los flujos migratorios e imponer sus propios límites.
Al estilo Trump
Nula afinidad. La gira del presidente de EE.UU. ha servido como termómetro para medir la nula afinidad con sus colegas europeos a quienes se les hará muy largo su mandato. Su paso por Europa y Oriente Medio ha dejado anécdotas para la posteridad. Desde su mensaje infantiloide en el libro de visitas del memorial del Holocausto judío en Jerusalén («Fantástico, nunca lo olvidaré»), al empujón que le propinó al primer ministro montenegrino, Dusko Marcovik, el durísimo apretón de manos al presidente francés, Emmanuel Macron, su impertinente, soberbio y agresivo sermón a los socios de la OTAN o la indiferencia que demostró ayer durante el discurso de Gentiloni al no ponerse los auriculares para escuchar la traducción simultánea de las palabras del italiano. La Casa Blanca lo negó.