La oportunidad para ganar mercado en Europa que no se podía dejar pasar

PSA ha destrozado todas las primicias que se esperaban para hoy en el Salón del Automóvil de Ginebra con el anuncio de la compra de Opel. Es la noticia del año a nivel mundial en la automoción.

A nadie puede extrañarle una operación de este calado si tenemos en cuenta que Opel era una marca de General Motors a la que el gigante americano no tenía demasiado aprecio. De hecho, ya había manifestado en reiteradas ocasiones su predisposición a desprenderse de ella. Para PSA era una gran oportunidad tras las sinergias industriales que se habían creado en los últimos años entre los dos grupos.

Opel y PSA producen actualmente un modelo de furgón conjuntamente. Además, en el 2018 saldrá desde la cadena de Vigo otro vehículo común. Y para completar el negocio, el sustituto del actual Citroën C3 Picasso se fabricará en Figueruelas, junto con un modelo de Opel de parecidas características.

Si en el plano industrial la operación es apetitosa para PSA, en el tecnológico ocurre otro tanto, sobre todo con los avances en el diseño de un coche eléctrico que Opel fue desarrollando hasta que lanzó el Ampera-e, un modelo que supera la tecnología actual en este campo del grupo francés. Presentado en el Salón de París el pasado año, tiene visos de convertirse ya en modelo comercial.

Y queda todavía una tercera pata que justifica la operación. Se trata del interés comercial de Opel, con gran calado en dos mercados muy importantes en Europa, el alemán y el británico, donde la marca posee una exitosa red comercial.

Queda por ver si a nivel industrial el nuevo grupo será capaz de mantener las seis plantas que se suman a las que ya poseía. Especialmente importante es saber si dos gigantes españoles como Figueruelas (Opel) y Vigo (PSA) no se acabarán comiendo al pez chico de Villaverde (Madrid), donde actualmente se fabrica el Citroën Cactus.

La capacidad de sobreproducción del grupo a partir de este momento será uno de sus grandes retos.

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