La valiosa lección de un maestro de Asturias a sus alumnos que no viene en los libros de texto

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

VIRAL

Imagen de un aula, en foto de archivo.
Imagen de un aula, en foto de archivo. Ramón Comet | EUROPAPRESS

«Lo que aprendimos de esto fue que no puede haber gente invisible», asegura Santi Villa. Este profesor de Primaria cuenta la historia protagonizada por 25 niños y niñas y alguien «que nos enseñó más de lo que jamás se podría imaginar»

09 oct 2024 . Actualizado a las 13:29 h.

Más allá de enseñar a escribir, sumar y restar o explicar las partes del cuerpo, entre otras muchas materias, los maestros de Primaria desempeñan un papel esencial en la formación humana de los más pequeños de la casa. Siempre que pueden tratan de educar también en valores a sus alumnos. Dentro del aula los docentes suelen promover patrones de convivencia para fomentar conductas éticas y cívicas entre los escolares. Les inculcan, por ejemplo, a ser más empáticos, tolerables o simplemente a respetar a los demás.

Para desarrollar estos principios básicos los maestros se aprovechan de las actitudes o comportamientos que surgen en el día a día en el aula. Un simple gesto o una mala contestación. dan pie a los profesores a corregir a sus alumnos para que desarrollen grandes cualidades como persona. Y si no que se lo pregunten a Santi Villa. Este docente asturiano dio una valiosa lección a sus alumnos sobre la importancia de valorar a todas las personas, en especial a quienes realizan trabajos esenciales y muchas veces invisibles, después de escuchar un comentario fuera de lugar.

Todo ocurrió cuando este maestro de Primaria y autor de las originales piedras que aparecen por sorpresa para presumir de Asturias pidió a sus alumnos que recogieran un papel del suelo. «Al salir de clase, una de nuestras responsabilidades es dejar el aula lo más recogida posible», asegura en un hilo de X, donde cuenta esta historia protagonizada por 25 niños y niñas y alguien «que nos enseñó más de lo que jamás se podría imaginar». Su sorpresa fue mayúscula cuando escuchó de boca de uno de sus estudiantes: «Que lo recoja la limpiadora». Un comentario, que por desgracia, suele ser muy habitual.

En el momento que se quedó solo en el aula, a Santi se le ocurrió una gran idea. Pero para ponerla en práctica necesitaba la ayuda de la limpiadora del colegio, Clementina. Cuando se encontró con ella le propuso que cada día dejase una nota del uno al 10 en la pizarra, según cómo hubiesen dejado la clase. A la responsable de la limpieza le pareció buena idea, así que al maestro solo le faltaba contar con el beneplácito de sus alumnos.

Al día siguiente, nada más presentarse en el aula les explicó el plan. «Lo primero fue decirles que no tenían por qué dar por supuesto que la persona que limpiaba era una mujer», asegura, antes de señalar que, en ese momento, en el colegio había un hombre que realizaba ese mismo trabajo en el piso de abajo. Después les prometió que si conseguían en una semana cuatro 9 o 10, los viernes darían una clase en el patio.

«A partir de ahí, todo lo que pasó fue maravilloso. Lo fue gracias a estos niños y niñas y, por supuesto, gracias a Clementina», resalta orgulloso. El primer día que tuvieron nota, dice, la clase llegó «emocionada» para verla. «A partir de ahí, empezaron a dejar en la pizarra notas, preguntas, agradecimientos … y siempre le dejaban un 10 por lo bien que nos dejaba el aula», afirma.

Al poco tiempo los alumnos descubrieron que quien limpiaba su aula era una mujer llamada Clementina y que su cumpleaños era en octubre. Desde ese momento, las notas que se dejaban los alumnos y la limpiadora eran cada vez más «emocionantes». «Algún día la nota bajaba y ella les explicaba porque no es lo mismo recoger que limpiar y lo que agradecía era que dejaran la clase ordenada», cuenta Santi, quien al igual que sus pupilos estaba siempre expectante a los comentarios.

Ya se había convertido en rutina dejar el aula recogida y escribir algún que otro mensaje en la pizarra. A los niños, de hecho, les motivaba hacerlo. Hasta que de repente Clementina anunció que se marchaba. De inmediato, los alumnos organizaron una visita para poder ir a dar las gracias en persona a la limpiadora. Le prepararon además dibujos y cartas a modo de regalo y también como recuerdo.

Sin que ella lo supiera, el día de su despedida, Santi y todos los niños bajaron al gimnasio. «Cuando se encontraron, fue emocionante y guapísimo. Abrazaban a Clementina, le pedían que no se fuera, alguno lloraba, ella les abrazaba, les daba las gracias», recuerda con los ojos vidriosos el profesor de Primaria.

«Lo que aprendimos de esto fue que no puede haber gente invisible. Hay trabajos en los colegios que pasan desapercibidos. La gente que limpia, quienes cuidan el comedor o hacen mantenimiento… Y gracias a Clementina, los niños y niñas de 6C , aprendieron a empatizar con ella», manifiesta orgulloso.

Los alumnos de Santi se llevaron así una valiosa lección al darse cuenta de que «hay que facilitar el trabajo de los demás y sobre todo a ser agradecidos». «Aprendieron a entender que un colegio es un lugar en el que trabaja mucha gente y conocernos ayuda a ser más generosos y a trabajar la empatía», manifiesta el docente, quien cinco años después sigue acordándose, al igual que sus alumnos, de Clementina y todo lo que les enseñó.

«Gracias, Clementina», dice para rematar el hilo compartido en su perfil de X que se ha vuelto viral. Son cientos de personas las que se han hecho eco de esta «bonita» historia y aplauden la gran labor que hizo este profesor asturiano. «Así se crean CIUDADANOS. Gracias, Santi, por ser tan gran profesor», aseguran desde un perfil. «Esas lecciones no vienen en los libros... Gracias por compartirlo», apunta otro internauta

«Como limpiadora, no sabes lo que me emocionan tus palabras. Somos invisibles, hay días que ni nos dan los buenos días, solo nos exigen. Es verdad que hay de todo, pero esa suele ser la norma . Gracias, en serio» o «¡Qué maravilla! Gracias por ese gran gesto con tu clase. He de decir que yo soy otra Clementina, y ojalá hubiese más gente como tú, dispuesta a concienciar a los niños de que NO SOMOS CRIADAS», son otros de los cientos de comentarios publicados que se pueden leer alabando la lección.