El choque cultural de un argentino asentado en Asturias: «Qué maravilla, no se entiende»

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Un joven que decidió emigrar a España cuenta cómo es su día a día y los cambios y costumbres que va notando a medida que pasa el tiempo
09 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Los viajeros que terminan asentándose en Asturias y comienzan a descubrirla cada vez son más y actualmente con las redes sociales pueden compartir sus experiencias y aventuras. La mayoría de ellos no tarda mucho tiempo en darse cuenta de las diferencias entre unos países y otros, el llamado choque cultural.
Algo así le pasó a un joven argentino de 19 años tras instalarse en el Principado hace unas semanas, aunque en España hizo un año en agosto. Por eso, 12 meses después sabe cuáles son los cambios y, cuando ocurren todos a la vez, el choque puede ser aún mayor. «Siendo argentino en Asturias», titula esta especie de sección que se repite en su perfil. ¿Cómo fue combinar mate y sidra?
La primera experiencia que comparte es, ni más ni menos, que la lluvia. La forma de llover en Asturias, no en cantidad ni potencia, sino de manera repentina. El siguiente vídeo ya está advirtiendo de que «ahora traje el paraguas, ya no me mojo ni en pedo». La última publicación de esta trilogía pasada por agua, es que a pesar de llevar protección para la lluvia, se volvió a mojar: «Caminas y es una charca amigo», asegura. De todos modos, este fenómeno hídrico característico en Asturias le parece «una maravilla».
Parece que se va haciendo a las costumbres a medida que pasa el tiempo y la siguiente grabación se llama «argentino en la tierrina». En esta ocasión habla de las expresiones de la comunidad destacando: «Yes un zángano guaje», entre otras. Además, especifica que justo ese día no llovió, un hecho noticiable teniendo en cuenta sus experiencias anteriores: «Estos días llovió un montón y hoy hace calor, qué maravilla, no se entiende».
El siguiente escalón fueron las fiestas de prao, tradición en la noche asturiana y más en verano. «A ver si no llueve y se sale», reza el argentino, sin saber que el último paso es que el agua no frene una folixa, una decisión que, muy probablemente, le llegará a este joven con el paso del tiempo. Además, aprendió a «echar el primer culete». Una determinación a la que sí llegó, después de un par de vídeos de fiesta, es que «basta de fiesta de prao, ye prestoso pero no doy más», explica en su publicación.
Además de todas sus anécdotas, entre las que siempre destaca la cantidad de lluvia y aún más un día pasado por agua en el que a la vez brilla el sol, también se dejó sorprender por los rincones asturianos, como la playa de Antromero, el mirador de la Formiga, la ruta Vía verde de Tranqueru, el arenal de Estaño, el descenso del Sella, la catedral de Oviedo o Lastres y la costa jurásica del cantábrico.
Los animales también le asombraron mucho. Las gaviotas asturianas tienen su propio vídeo en el que destaca de ellas que son «terribles, están reatrevidas» porque una le robó su comida en la playa y otra le cagó encima. De aire a tierra, un llimiagu que encontró en el monte tampoco le fue indiferente, de esta babosa asturiana comenta el «enorme» tamaño que tiene, que se le asemeja con «una bestia, es más grande que mi mano». Un clásico de la fauna animal en Asturias son las vacas, con las que compartió vistas en los lagos de Covagonda: «Mira que cuernos tiene, son enormes boludo».
En la gran mayoría de sus vídeos, a pesar de recorrer el cantábrico asturiano e ir haciéndose a las constumbres del Principado, no suelta el mate ni el acento. Algo como lo que dijo Melendi en su éxito Asturias: «Cuánto más lejos estoy, más asturiano me siento», pero en un jóven extranjero. Una persona puede irse de Argentina, pero Argentina no puede salir de ella. Y el mate tampoco.