El «llindes», el «montu» y otros personajes del paisanaje asturiano

VIRAL

F. Sotomonte

Las redes sociales se despachan con el paisanaje del medio rural, que incluye a neorrurales, gente que va de visita «como quien va de safari» o el del bar, «que trata mal a todo el mundo»

19 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Los personajes arquetípicos de los pueblos asturianos triunfan en las redes sociales.  Las peculiaridades del mundo rural y los tipos de gente que parecen repetirse en todos los lugares son un jugoso punto de partida para hacer un ejercicio antropológico de andar por casa y, de paso, echar unas risas. Una buena muestra de ello ha aparecido en la cuenta de X «Cuñaos oviedistas», una simpática radiografiá del paisanaje del campo asturiano.

Nos encontramos, entre otros muchos personajes, a «la vieya’l visiellu», un clásico en todos los pueblos españoles, que no podía faltar en el paisaje asturiano, que «era igual de vieja cuando tú tenías diez años pero sabes que nos entierra a todos». Es «el servicio secreto del pueblo». Si ella no sabe algo, es que no ocurrió. Otro de los más típicos es el «llindes», esa persona que está «en guerra permanente con los vecinos», que ya los denunció a todos por los setos, los pasos y demás, y que mueve los linderos por la noche para ganarle un metro al vecino.

Tampoco faltan los neorrurales, «mesetarians» a los que suelen llamar hippies, que «no son mala gente pero no entienden la idiosincrasia de los pueblos de Asturias». Otro gran personaje es «el montu», esa persona que caza y pesca, en general aficionada «a cualquier actividad que suponga matar y mutilar animales», que anda por el pueblo con la funda que le regalo la Caja Rural y con el quad, y que se muda cuando baja con el todoterreno a la capital a tomar unos cacharros. 

Y está el «motiváu», que se autodenomina alcalde de barrio, que reclama cuando se estropea el depósito de agua y organiza las sextaferias a las que no va casi nadie. O el tratante, que no se sabe el dinero que tiene y va vestido «que te apetece darle un euro para un bocadillo», que conduce un Renault 11 que compró hace mil años y que, cuando muera, sus hijos van a tener que rebuscar hasta en las tejas de la casa para encontrar todo el dinero.

Otros personajes muy de actualidad son los «finde», que viven en la capital y vienen los fines de semana a la casa familiar «como si fueran de safari», y que tratan a los habitantes «como si fueran seres inferiores». Y no puede faltar el del bar, que nadie sabe cuando abrió, «lleva allí desde siempre y nunca hizo una reforma», de tal forma que «si te arrimas a una pared puede succionare y llevarte a un universo paralelo». Y, por supuesto, que te pone lo que el quiere y cuando quiere, y además «trata mal a todo el mundo, a los de fuera en especial».

El «llocu» es otro personaje, algo más siniestro, que vive solo «desde que murieron sus padres, que son los que le daban el tratamiento», y que «sabes que va a matar a alguien pero no cuándo y a quién, por eso vale más llevarse bien y saludar (tampoco te asegura nada».

‘Otros twiteros completan la lista con el soltero («una versión del ‘llocu’ pero sin medicación», que vivía con su madre y ahora ya no tiene edad para casarse, el borracho, el «retornáu» (de vuelta de cualquier capital del mundo), el chatarras, el decorador de exteriores (el contrario del chatarras), el cacique o el «repunante», esa persona que «si llueve protesta y si hace sol, también», y que «ningún día le viene bien para hacer las fiestas».

El listu de Pajarón

A todos estos personajes cabría añadir uno que parece abocado a extinguirse, descrito por Joaquín Pajarón en uno de sus videos más memorables: el «listu». Como bien explica, antes se generaban debates en los chigres «donde el ‘listu’ tenía un dato, daba una información», y a lo mejor «no tenía razón ninguna, pero lo defendía bien», tomaba una postura y la defendía «con vehemencia, a veces con simpatía, ganaba el quorum del chigre». El «listu» tenía quizá menos datos que otra gente pero ganaba las discusiones con frases como «vas decímelo a mí» o «dígotelo yo». Ahora, sin embargo, Google ha cambiado las cosas, y cuando surge alguna discusión siempre hay alguien que lo mira, y el «listu» no tiene nada que hacer. Por eso, Pajarón propone que quede «terminantemente prohibido acabar una discusión en un chigre sacando el móvil», que se bloquee todo «como cuando viene el rey, que no hay cobertura por ningún lado» y que gane «el que más ímpetu ponga».

Con todo, y aunque los tiempos hayan cambiado irremediablemente las condiciones en las que aparecen algunos de estos personajes, está claro que los pueblos siguen conservando ese carácter peculiar que los hace únicos y que nadie que no haya vivido en ellos puede comprender del todo.