No hace mucho que Pelayo Díaz se sinceraba con sus seguidores en Instagram y confesaba la inseguridad que siente al «publicar una foto sin filtro y sin editar». «Lamentablemente nos estamos acostumbrando a rostros perfectos, pieles de porcelana y facciones irreales», escribía. Lo curioso es que él mismo ha lanzado una serie de ajustes predeterminados con su nombre que se han vuelto virales en los stories de la popular red social.
Estos días celebraba haber alcanzado seis billones de impresiones a nivel mundial entre todos sus filtros, favoritos de influencers y fans del experto en moda. El asturiano también ha sido actualidad al sumarse al llamamiento de Fernando Simón para que rostros populares conciencien públicamente sobre el uso de la mascarilla con el fin de evitar contagios de la covid-19. Así, compartía una publicación enmascarado y defendía que «ahora ya es un elemento más de nuestro look que habla de nosotros, de lo responsables que somos, de lo que nos importan los demás». «No llevar mascarilla es un acto de inmadurez e irresponsabilidad. Cuidemos a nuestros abuelos, nuestros padres y nuestros amigos. Cuidémonos a nosotros mismos, este virus lo paramos juntos», añadía.
Aunque sea un verano atípico, Pelayo y su marido, el argentino Andy McDougall, han aprovechado para hacerse un mix de destinos y momentos de relax. Desde su hogar en Madrid se han escapado a Ibiza, Mallorca, la Costa Brava y su tierra natal en el norte. De hecho, ha ejercido de anfitrión en la última entrega del programa «Viajeros Cuatro», mostrando rincones de Oviedo y Ribadesella, parte de su paraíso natal.