La concursante asturiana Mónica Longo lo presentó para definirse a sí misma en la primera prueba del segundo programa
21 abr 2020 . Actualizado a las 12:04 h.A veces los sueños se cumplen. Pero duran poco. Por eso hay que aprovecharlos desde el minuto 1. Es lo que le ha pasado a Mónica Longo en el programa de cocina Masterchef. Entraba la semana pasada, con dos «sí» y un «no» por parte del jurado, en un ajustado veredicto, gracias a su plato «No todos los cachopos son de carne», donde la merluza era el alimento principal de su presentación. Tras el subidón, ha venido la mala noticia: ha sido una de las primeras expulsadas. Porque ayer el jurado decidió realizar una doble expulsión sorpresa, entre la que estaba la asturiana con su último plato en el concurso «De tripas corazón», un plato de eliminación a partir de las tripas del bacalao, que no se podía comer, según las declaraciones del jurado.
Mónica, Adrienne y José Mari se la jugaron en el último momento del programa, antes de que fuese él quien se salvara para dejar una doble expulsión. «Vuestros platos no merecen un aprobado», fue el duro veredicto de un serio Pepe. Creían que se iría una persona, pero sobre la bocina el juez nombró también a la asturiana, dejando boquiabiertos a todos sus compañeros. «Ha sido doble decepción», cuenta Adrienne, la otra expulsada. «Hay que volver a olvidarse de soñar», eran las palabras de la turonesa. Cuando le preguntan por el balance hecho en Masterchef, no duda: le hubiera gustado «aprender, evolucionar, conocer, pero hasta aquí… Ya está», dijo entre lágrimas.
El programa comenzó con una caja misteriosa. Dos, para ser exactos. El desafío es grande: no solo deben conocer el plato, sino a ellos mismos. Tuvieron que retratarse, realizar un plato que hablase de ellos. En la gran caja, había 33 ingredientes, pero todos blancos. En la otra, similar a un maletín, había una serie de especias, de diferentes colores: pimentón dulce, tinta de calamar, vino en polvo, polvo de espinacas o café soluble, entre otros. Con estas tienen que dar color a los ingredientes de la primera caja. Así, Mónica presentó «Valle de Turón». «Es la casa de mis padres y representa a la mina de Asturias», explica. Pero Jordi le contesta, tajante: «No queríamos escuchar nada de Asturias, queríamos escuchar de ti». La asturiana se defiende: «Sí habla de mí: mi vida es muy dura, desde lo negro vamos a ver si lo ponemos verde y bonito».
Tras la primera prueba, viajaron hasta Málaga, a por la primera prueba por equipos. En Frigiliana, se remontaron al pasado: a la única fábrica de miel de caña de Europa. Además, el aguacate es el otro gran ingrediente. Escogieron a la mitad como los «débiles», escogidos entre los propios participantes, donde se encontraba la asturiana. Rape en tempura, pulpo y aguacate a la brasa, presa ibérica y panna cotta son los platos del menú completo. Así, se dividieron entre los equipos. La tempura y la presa les tocó al equipo de Mónica, el azul, que tuvo que preparar cien raciones de cada para sus comensales. Los ocho del equipo fueron a la prueba de eliminación.
En esta última prueba, el chef Ángel León les llevó ojos de besugo, espina de boquerón, huevas de sepia, tripas de bacalao, escamas de salmonete, cabeza de atún, hígado de rape y mero. A Mónica le dio uno de sus compañeros las tripas de bacalao, porque este quería que la asturiana hiciera «buen plato». Nada más lejos de la realidad según el jurado, quien terminó con su sueño, tras la presentación de su plato «De tripas corazón». Un guiso de patata con bacalao, pero la patata no le ha guisado bien, y ha tratado de hacer una especie de «callos». Un plato incomible, según el jurado. Unas tripas que han acabado con su sueño, a las dos semanas de empezar a vivirlo.