«El mundo rural es un mosaico de ruralidades y nosotras somos una de las muchas voces que se están escuchando», dicen en la asociación de mujeres Varagaña, que pretende impulsar desarrollos agrícolas sostenibles para combatir el declive rural
26 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.En la asociación Varagaña se dan cita los conceptos de la agroecología, la soberanía alimentaria, el feminismo y la economía social y solidaria. Varagaña es una asociación creada por tres mujeres jóvenes que se conocieron por su vinculación a la agroecología, una alternativa de producción agrícola sostenible que promueve el autoabastecimiento, el respeto por la biodiversidad y los circuitos cortos de comercialización. «El mundo rural sigue teniendo la capacidad de proporcionar alimentos sanos y además de manera sostenible, sin tener que basarse en cultivos intensivos o macrogranjas», asegura Verónica Sánchez, una de las integrantes de esta asociación que pretende fomentar la agroecología y la soberanía alimentaria aplicándole además una perspectiva de género y basándose en la economía social y solidaria.
«Aunque se han hecho políticas enfocadas a mujeres, deberían ir más allá de basarse únicamente en el sector servicios. Entendemos que podrían trabajar en la línea de la agroecología y de la perspectiva de género», sostiene. Más si se tiene en cuenta que «realmente se pueden producir alimentos en el mundo rural y, si se hace de manera sostenible, al mismo tiempo contribuyes a generar otros beneficios ambientales, como por ejemplo el mantenimiento de praos, de especies autóctonas, de variedades locales de frutas y verduras o de razas autóctonas».
Y eso es algo que no estaría de más en un medio rural asturiano que se caracteriza, hoy por hoy, por un elevado envejecimiento y un continuo despoblamiento. «No pretendemos evangelizar el campo. Somos parte de él. La sociedad rural en la que nosotras vivimos ahora mismo es un mosaico de ruralidades. Hay mucha diversidad y somos simplemente alguna de las voces que se están escuchando por aquí», dice Sánchez, que puntualiza que en Asturias debe distinguirse entre el mundo rural y el sector primario. «Tal vez en el interior pueda tener algo más de importancia la agricultura y la ganadería, pero si vamos a términos económicos, lo que mueve más dinero y empleo son los servicios y, en algunas zonas de oriente en especial el turismo», recuerda.
El declive del sector primario
Sánchez, que reside en Cabranes y completó sus estudios universitarios con el máster de Agroecología del Instituto de Estudios Campesinos de Córdoba, recuerda que en lo que va de siglo XXI el número de agricultores y ganaderos en Asturias se ha reducido al menos en un 50%. «En todo el territorio nacional hay un declive de la agricultura y la ganadería, pero en Asturias no es que vaya cuesta abajo, es que hay un desplome y eso tiene un efecto sobre los agroecosistemas, sobre el paisaje, sobre la propia cultura y sobre las comunidades rurales», indica, puntualizando que aún así existen algunos sectores que no sufren esta tendencia de desplome.
Por ejemplo, el sector ecológico, «que crece tímidamente y parece que cada vez tiene más aceptación y es un poco más viable para las personas que se dedican al sector primario». En todo caso, insiste en que «cada vez hay menos personas que se dedican a la agricultura y a la ganadería porque, entre otras cosas, las rentas del campo son bajísimas en general. Los precios para los ganadores y los agricultores pequeños, que es lo que hay en Asturias, son de pena».
En la asociación Varagaña, entienden que no se pueden llevar a cabo políticas de desarrollo rural sin la participación del mundo rural. «Y muchas veces es lo que está pasando. Las políticas tienen que contar con la participación de la gente y, además, esa participación tiene que tener enfoque de género», indica Sánchez, que recuerda que la sociedad rural asturiana, al igual que la del resto del país, no solo está envejecida sino también masculinizada. «Las mujeres rurales tienen una doble invisibilización por mujeres y por rurales. Y la falta de presupuestos y de voluntad política afecta», insiste, recordando que la Ley asturiana para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural, que se aprobó en 2007, aún no se ha desarrollado.
Políticas que no favorecen las economías familiares agroganaderas
Todo ello ha ido pasando factura al territorio rural asturiano. «Son muchos años de políticas que no han favorecido que se se mantuviese la economía familiar agrícola y ganadera. Tampoco ha habido una reformulación del modelo y no parece previsible que la vaya a haber a corto plazo», lamenta Sánchez. Lo cierto es que existe un cierto movimiento de jóvenes con estudios, como ella misma, que deciden irse a vivir para ‘emprender’ en el medio rural. «Habría que diferenciar mucho de qué ruralidad estamos hablando. Ni en Asturias ni en otras partes de España se puede hablar igual de municipios rurales que están mas lejos de localidades de tamaño medio o de servicios y de municipios más accesibles, que por más que sean rurales están teniendo una evolución muy diferente», apunta.
«La ruralidad más remota está perdiendo población y agroecosistemas, que en Asturias son los pastizales de montaña, las praderas… Si esa actividad agrícola y ganadera se altera el ecosistema se altera o se pierde directamente. Y es lo que está pasando -señala-. Y eso desemboca en grandes problemas: matorralización y peligro de incendios, etcétera, etcétera. El paisaje de mosaico que caracterizaba a Asturias se va desdibujando porque aparecen elementos como los matorrales que eliminan la diferencia, que van uniendo todas esas partes y a la vez constituyen un combustible ininterrumpido», lamenta.
«Ojalá haya esperanza, ojalá la llegada de personas jóvenes y preparadas de alguna manera para competir con el capitalismo informacional pueda revertir o generar productividad», dice, advirtiendo no obstante de algo a lo que la agroecología concede también vital importancia: «La gente de antes sabía mucho. Esos conocimientos no estaban orientados al mercado y parece que si no estás orientado al mercado desapareces, pero eran conocimientos que mantenían ecosistemas que producían comida, que es algo muy importante, y de manera sostenible, no como ahora. Hay que tener cuidado con que esos conocimientos no se sigan perdiendo».
Uno de sus próximos proyectos de esta asociación, que en mayo participaba en la organización de los encuentros de economía social y solidaria en el mundo rural del Instituto Asturies 2030, es la revisión de unos cursos de emprendeduría rural para introducir la perspectiva de género y la agroecología. «Introducir esa visión de la agroecología, que combina la agricultura, la ecología y el diálogo entre conocimientos campesinos y científicos, nos parece muy interesante. Y, además, cuando se plantean cuestiones sobre el desarrollo rural no podemos olvidarnos de la perspectiva de género», valora Sánchez.