Réquiem por el periodismo

Ceferino Vallina
Ceferino Vallina REDACCION

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Un hombre lee el periódico en la estación de metro de Baumankaya, en Moscú (Rusia).
Un hombre lee el periódico en la estación de metro de Baumankaya, en Moscú (Rusia). GRIGORY DUKOR | Reuters

El presidente de la Asociación de la Prensa de Oviedo repasa la trayectoria de la entidad en un tiempo marcado por la precariedad en el profesión

14 jun 2018 . Actualizado a las 22:56 h.

En la noche del 2 de enero de 1911 consiguen, por fin, constituir la Asociación de la Prensa de Oviedo. Era el empeño de varios periodistas desde hacía años. Había que luchar por el reconocimiento del oficio, sobre todo por la mejora de las condiciones laborales. 100 pesetas de salario obligaban a ingeniárselas en la búsqueda de otros ingresos. El desamparo era tal que la propia Asociación llegó a sufragar el entierro de un compañero. No obstante, a los pocos días volverían las fiestas, galas y bailes de salón que la Asociación se afanó en organizar para recaudar fondos. 

Ahora ya no hay cuatro o veinte duros de jornal, pero sí mileuristas, falsos autónomos, paro y la necesidad de compaginar corresponsalías, trabajos y encargos varios para paliar las 'crónicas al peso'. Un escenario precario que recuerda , en cierto modo, el origen de aquella asociación. A esto se suma la paradójica visión que pervive en las Administraciones Públicas sobre los periodistas, el sinsentido que supone el incumplimiento de leyes que ellas mismas promueven. Unas 40 universidades imparten Periodismo medio siglo después de elevar su formación a rango universitario. Pese a todo, perviven instituciones universitarias que obvian este requisito para estos puestos, también ayuntamientos. 

 «Si nos asociamos mereceríamos más consideraciones y sufriríamos menos desencantos», decía Miguel Paredes en los inicios de 1911. Las palabras del primer presidente de la Asociación y redactor de El Correo de Asturias siguen vigentes. Toda una tarea por delante, si acaso más difícil. El ánimo de aquellos primeros entusiastas se ha desvencijado por un mayor cainismo gremial y la desmotivación para enzarzarse en batallas reivindicativas colectivas. No es ésta profesión de arrebatos solidarios. Es un desafío más para años venideros: buscar la complicidad de cuántos más, mejor. 

Una unión, más necesaria, en un contexto nuevo y diferente. Además de Asociación, hay Colegio de Periodistas, apoyado y votado de manera unánime por todos los grupos políticos en febrero de 2015. Un objetivo histórico cumplido. La Asociación lo venía persiguiendo desde hacía décadas. De hecho, fueron los propios asociados quienes refrendaron la constitución del Colegio en una consulta transparente y ejemplar celebrada el 7 de mayo de 2014. El resultado, 128 síes y 83 noes, fructifica en tiempo récord, nueves meses después, en la aprobación de la ley del Colegio en la Junta General del Principado. Ahora no pueden vivir de espaldas. No resultaría alentador contemplar a Saturno devorando a su hijo, o viceversa. Están obligados a entenderse. 

Pero, ni la Asociación, ni el Colegio transitan solos. Les afecta cualquier ‘ruido’ ajeno a su devenir. Insertos ambos en la FAPE, las decisiones de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España pueden resultar decisivas para esa necesaria armonía. Debatir a estas alturas sobre la 'tercera vía' resulta desalentador. La de Oviedo fue una de las asociaciones más combativas en reclamar su fin. Una tercera vía, lógica, sensata y comprensible en su momento, hasta quedar liquidada hace más de doce años en la Asociación de la Prensa de Oviedo. Carece de sentido resucitar en 2017 o en el venidero 2018 ese debate. La irrupción de las nuevas tecnologías y su particular revolución, la libertad de información y expresión con alguna que otra importante sentencia del Tribunal Constitucional pendiente, la endémica precariedad del sector y la propia convivencia que deben mantener asociaciones y colegios deberían figurar en el frontispicio del debate. Mantener la disposición adicional en los Estatutos de FAPE para perpetuar la ‘tercera vía‘ de manera discrecional se revela como un anacronismo, una burla a estudiantes y recién licenciados. 

Ese debate volverá. Entonces, tal vez resulte más reconfortante enredarse en el recuerdo de aquellas galas y bailes de disfraces de principios del siglo XX, organizados para costear aquel balbuciente asociacionismo, que no en debates vacuos y en mascaradas ajenas a la realidad profesional de hoy. Sólo cabe esperar que las disquisiciones no deriven en defunción, y el final no sea la interpretación de un réquiem por una profesión y un colectivo incapaz de superar sus individualismos e intereses particulares. Sería otra oportunidad perdida para avanzar hacia los fines y objetivos recogidos en todos y cada uno de los estatutos profesionales habidos y por haber.

Presidente de la Asociación de Prensa de Oviedo y Secretario general del Colegio de Periodistas de Asturias