
Artículo de opinión
07 abr 2025 . Actualizado a las 23:30 h.Algo se ha roto en Orlegi y no nos lo están contando. Quienes creímos —quienes aún creemos— en Orlegi, no lo hacemos porque nuestra abuela viniera de México. Ni porque un día abrazáramos la religión de Lucho Flores o Manuel Negrete. Quienes pensamos que Orlegi era una bendición caída del cielo somos los hijos de quienes se niegan a resignarse con un pasado glorioso y prefieren imaginar un futuro mejor. Tantos ecos del ayer nos estomagan.
En el día del yo ya lo dije, felicitamos a los que ya lo vieron venir. Lo siento, pero hace nueve meses, con El Molinón lleno, jugando el playoff para subir, cuando estuvimos en ascenso directo con un tercio de la liga jugada... no lo vimos venir. Y tampoco tuvimos la suerte de leer a nadie diciendo que había que hacer 50 puntos.
En el día del yo ya lo dije, seguimos pensando que Alejandro Irarragorri fue un soplo de aire fresco en Gijón. Dijo cosas que jamás se habían oído en esta ciudad. Nuestro gran lastre no son ellos, que al fin y al cabo compraron un muerto viviente, entonces sí de verdad más cerca del fútbol de barro que ahora. El gran lastre del sportinguismo es haber aguantado durante 30 años a una banda de facinerosos, ensimismados en un recuerdo en bucle: la estatua de Quini, el estadio de Quini, el parque de Quini, el minuto de Quini, la cena con Redondo, el gol de Ferrero al Torino, la postal en sepia y el relato eterno de Juanele, Luis Enrique, Villa y otros tiempos mejores.

Hace años que pienso que nadie que haya nacido a menos de 500 kilómetros de El Molinón puede curar esta enfermedad terminal. Irarragorri llegó a Gijón y dijo por primera vez en este siglo que no daban vergüenza. Las viudas del entrañable Pitu no han cejado en su empeño de despreciar todo lo que venga de Latinoamérica —llevan así cincuenta años—, en una exhibición pacata de la ignorancia, la mediocridad y la xenofobia más gañanas posibles. La cosa iba bien, pero ahora sentimos que el mandamás, el patrón —como le llaman los bros del foro—, nos ha abandonado.
Algo se ha roto en Orlegi e Irarragorri nos lo tiene que explicar. Porque el Sporting no somos solo nosotros. Quienes creen que Orlegi es un grupo especulador de origen incierto, que vino a levantar un gran Parque Principado entre el Piles y el Parque, y que al toparse con la alcaldesa también innombrable se han vuelto por donde vinieron, también son el Sporting, y están en su perfecto derecho de creer lo que les dé la gana. También lo son los nostálgicos del antiguo régimen. Y los que van de negro, que nunca se sentirán suficientemente mimados porque ellos sí consideran tener en exclusiva el tatuaje del escudo en su piel. Y los periodistas mamadores, médicos, chigreros, vende-entradas y demás familias que chuparon de la teta del Sporting hasta dejarla seca. Por desgracia, los máximos culpables están ya donde menos daño pueden hacer, pero su herencia resulta mucho más difícil de desguazar de lo que ingenuamente soñamos.
Irarragorri tiene que venir a Gijón, presentar al nuevo entrenador y responder a las siguientes preguntas:
-¿Qué se ha roto en Orlegi? Este era —es— un proyecto personalísimo. El líder al que vimos por primera vez tomando un café en la terraza de Los Jardines de la Reina era ÉL. Hasta donde sabemos, es el primer accionista de un grupo que se dedica a… ¿a qué, exactamente? ¿Dónde gana dinero Orlegi? ¿Cuál es su modelo de negocio?
-¿Qué se ha roto en Orlegi para que Irarragorri tenga una «orden de alejamiento» de no sabemos quién ni dónde?
-¿Qué se ha roto en Orlegi, en su escuela de talento, en sus avanzados métodos médicos, en la reconstrucción de unos campos antiguamente modélicos que los golfos apandadores habían dejado hechos unos patatales...?
-¿Qué se ha roto en Orlegi para que sus tres equipos —dos de ellos exitosos clubes del fútbol mexicano desde su llegada— estén exactamente igual? Aficiones indignadas, situación económica calamitosa, panorama deportivo alarmante...
-¿Qué se ha roto en Orlegi para que Alejandro no estuviera en El Molinón?
Si de verdad está a las puertas de la cárcel, debería venir a explicarlo. Y también a explicar qué hará desde dentro si un día tiene que cruzar esa puerta, o qué harán sus discípulos, y qué plan tiene para el Sporting el día que salga.
Lo que nos han contado suena a trola.

Y si eso es mentira, la enésima infamia de los santones de siempre, ya están tardando en acudir al juzgado para defender la honorabilidad de una entidad centenaria. Ya están tardando en volver a sacar la guadaña y acabar de segar todas las malas hierbas que aún quedan. Y ya están tardando en explicárnoslo todo como se lo explicarían al juez. Malditos todos los que nos robaron 30 años de sportinguismo.
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