Las 4 claves de la derrota de un Sporting inferior en el mediocampo al Granada y del suspenso a Albés

Dani Souto

SPORTING 1905

Rubén Albés
Rubén Albés LaLiga

Texto de análisis

17 nov 2024 . Actualizado a las 19:25 h.

Derrota del Real Sporting de Gijón ante el Granada CF en un duelo igualado que se decantó en algunos detalles, pero también a partir de cuestiones tácticas; una pizarra que tuvo mucho peso e influencia en el desarrollo del encuentro, de ahí esa igualdad. Dos equipos que se fueron repartiendo el dominio hasta que los goles enloquecieron el guion del encuentro en la segunda mitad. Más allá del signo final del resultado, los de Rubén Albés compitieron a pesar de algunas deficiencias tácticas presentadas. Lo analizamos a partir de 4 claves destacadas:

Plan de inicio para anularse mutuamente

Granada y Sporting dejaron unos primeros 45 minutos en los que se impuso la táctica al espectáculo, sin apenas capacidad para superar al rival y crear ocasiones, dejando todo el peso de interés sobre la pizarra. Albés buscó dificultar la salida de balón de los de Alcaraz con su plan habitual, una presión insistente de los tres atacantes, en este caso sobre los 3 centrales granadinos, y dando mucho recorrido a sus laterales para saltar sobre sus carrileros, que estaban a baja altura, especialmente por su izquierda. El Granada, por su parte, planteó una presión menos asfixiante, priorizando que el bloque estuviera muy compacto y eligiendo cuándo saltar a los centrales para que así los rojiblancos tuvieran más complicado encontrar opciones de avanzar por dentro. Esto obligó al Sporting a matizar su plan habitual en salida de balón, combinando de manera más pausada en su primera línea para tratar de atraer a los puntas rivales y así generar espacios que intentar conquistar. No lo hicieron mal en este sentido los locales, que consiguieron salir en varias ocasiones con ventaja, aunque las dificultades aparecerían más adelante.

Desconexión con la línea de ataque y falta de profundidad

Siguiendo el hilo de la clave anterior, la escasa capacidad del equipo para generar situaciones de remate vino precisamente por la dificultad de conectar con los 3 futbolistas de última línea. Dos factores fueron los que provocaron esto; por un lado la baja altura en muchas jugadas de los dos centrocampistas, tanto Nacho Méndez como César Gelabert, lo cual los alejaba de esos 3 atacantes y desfavorecía que pudieran encontrarse mediante el pase, mientras que por otro lado el equipo adoleció de profundidad, con muy pocos desmarques de ruptura -de hecho los pocos que hubo fueron mayormente productivos para al menos llegar a campo rival- y muchos movimientos de apoyo de Dubasin u Otero sin que se compensaran con el otro punta estirando o amenazando a la zaga del Granada. Estos factores, sumados a las numerosas imprecisiones individuales, tanto en el juego asociativo, con pases y controles errados en situaciones no tan complejas, como en el juego directo, que fue muy improductivo, restaron opciones en ataque a un Sporting que vivió sus mejores momentos cuando se intensificó el intercambio de golpes con ataques rápidos y transiciones tras la pérdida.

Inferioridad por dentro a partir de la posición de Reinier

El principal desajuste táctico de la noche se generó por dentro. El Granada planteaba sus ataques a partir de un 5-3-2, mientras que el Sporting se defendía desde un 5-2-3, remarcando nuevamente la orden a los laterales, Pablo García y Kevin Vázquez, de saltar sobre sus carrileros. Así, la partida se igualaba en la primera línea granadina y los asturianos se protegían en la última, con 3 defensas para sus 2 puntas referencia. La posición de ese hombre libre, habitualmente Lander Olaetxea, era la clave para no tener esa inferioridad por dentro con los 3 medios alineados por Alcaraz. Sin embargo, el Sporting no logró ajustarse adecuadamente en esta situación. Reinier fue el verso libre del Granada, demasiado alejado de los puntas como para facilitar la cobertura de Olaetxea o el cambio de marca, y a su vez a una altura mayor de la de un Sergio Ruiz que se ubicaba como el primer medio por delante de los centrales. Esto dejó a Gelabert descolgado en muchas ocasiones, teniendo que elegir si priorizar la situación del brasileño, dejando que los andaluces salieran por medio de un pase sencillo a su pivote, el cual además se movía por todo el ancho del campo al estar escalonados, o ir hacia él y dejando que fuese otro compañero quien se ocupara del atacante. Esto dificultó aún más la distribución de marcas.

Cuando el palentino saltaba, alguien tenía que hacer el ajuste para marcar a Reinier, algo que empezó haciendo Kevin hasta que tenía que saltar al carrilero (Brau) y que el cuerpo técnico modificó para que fuesen Olaetxea o Maras, el que estuviera próximo y liberado, quien acudiera en la ayuda. Cada vez que el Granada conseguía girar el juego o transitar era a través del brasileño, teniendo el control, aunque más inofensivo, cuando lograban avanzar en corto con la opción de Sergio. Reinier fue un quebradero de cabeza que no encontró solución por parte del bando rojiblanco en el partido, siendo protagonista total en la acción del primer gol, donde se ve claramente ese cambio de marcas, con Maras saltando y el brasileño atacando su espalda después de que Lucas Boyé en el apoyo lo pusiera de cara para transitar. A partir de ahí se desencadenó todo.

Desajustes en las transiciones defensivas

Esa jugada del primer tanto mencionada, en una transición defensiva rojiblanca en la que Reinier conquistó el espacio a la espalda del tercer central y con Brau ganando también el sitio a Kevin en un ataque muy vertical, dejando ya a la zaga en situación de inferioridad numérica en el área por la ayuda de Olaetxea en banda y el retorno de Pablo García, que tenía que ocuparse del goleador Weissman, evidenció una debilidad del Sporting en transiciones defensivas que ya había dejado algunas muestras durante el partido. Sea por desajustes colectivos, como en esta acción, o más individuales, como en la jugada del 1-2 en la que Maras salta sobre un Boyé ya cubierto por Róber Pier en lugar de aguantar la posición para no dar metros de ventaja a Siren Diao, el equipo de Rubén Albés se vio vulnerable en este tipo de jugadas. No se dieron mucho a lo largo del partido, pero cada vez que hubo oportunidad para correr el Granada generó mucho peligro. Así llegó su única ocasión del primer tiempo, nuevamente en cuanto Reinier encontró el espacio entre líneas, y también en la segunda con dos acciones por su lado diestro que culminaron con un centro que se paseó y un mano a mano que salvó un Yáñez nada afortunado pocos minutos después en la acción del 1-2.

Los cambios

Nacho Martín y Campuzano por Gelabert y Queipo. Mismo sistema, aunque diferentes perfiles. Nacho Martín sumó más presencia en la base de la jugada, aunque sin balón asumió el mismo rol que Gelabert. Dio algo de dinamismo al juego sobre todo desde su verticalidad con balón, asociándose rápido. Campu, por su parte, desplazó a Otero a la derecha inicialmente, sumando intensidad y piernas frescas en sus intervenciones, aunque tuvo un duelo difícil para el que no estuvo tan fino como otros días.

Caicedo por Otero. Vuelta a una referencia más clara para tener presencia en área ante situaciones de centro lateral, aunque su incidencia con balón fue muy reducida.

Cote e Iker por Pablo y Kevin. Cambio en los laterales para sumar más energía y sobre todo buscar centros al área, más a partir del guante de Cote en izquierda, con Iker tratando de ganar más recorrido y profundidad. Aun así, fueron cambios con escaso margen de tiempo para entrar en juego, si bien Cote llegó a asistir para el 2-2 anulado a Olaetxea.

Nota a Rubén Albés y el resto del cuerpo técnico

Insuficiente. A pesar de ser un partido equilibrado y ante un rival de gran potencial, lo cual salta a la vista repasando su once y considerando que venía a Gijón con 7 ausencias, en el que el Sporting se adaptó en algunas cosas a lo que le planteó el rival, y lo hizo adecuadamente, especialmente en salida de balón, sí le pesan negativamente las dificultades para conseguir activar a sus hombres de ataque y así generar más situaciones en el último tercio, como sobre todo el desajuste defensivo que provocó la posición de Reinier y en consecuencia de Sergio Ruiz. Esa inferioridad por dentro decantó el partido, junto a cuestiones más individuales no achacables a los técnicos, y le penaliza el no haber conseguido corregirlo prácticamente en la totalidad del encuentro. Aun con esas, el Sporting compitió y plantó cara, aunque le faltó algo más como para haber aspirado realmente a la victoria en lo que realmente fue una derrota que no puede catalogarse de injusta. Una buena vara de medir con la que aprender y seguir creciendo como equipo.