«La cantera del Sporting pasó de ser una gran olvidada a una apuesta con más mensajes que realidades»

Dani Souto

SPORTING 1905

Sporting juvenil
Sporting juvenil Real Sporting de Gijón

Texto de opinión

07 nov 2024 . Actualizado a las 00:32 h.

El pasado fin de semana el Real Sporting Atlético no pasaba del empate (1-1) frente al CD Mosconia. Un pinchazo, sí, pero que más allá del resultado avivó un debate cada vez más instalado entre el aficionado rojiblanco que nace de algo ajeno al marcador: la presencia de 2 futbolistas asturianos y formados en Mareo en el once de los de Aitor Zulaika. No es algo casual, de hecho, era esperable viendo cómo se iba desarrollando la planificación del principal equipo de la cantera sportinguista estos últimos veranos, concretamente desde la llegada del Grupo Orlegi. A mí, particularmente, el origen de los jugadores que defienda esa camiseta no me importa, pero el hecho de que 9 de 11 jugadores del paso inmediatamente previo al primer equipo del Sporting hayan crecido futbolísticamente lejos de Mareo sí me dice algo que invita a una reflexión más profunda: ¿Qué es entonces lo que había y cómo hemos llegado aquí?

Mareo lleva mucho tiempo siendo un foco de crítica con lógica y razón. La gestión de la familia Fernández, que sumió al club en varios de los episodios más deprimentes de su centenaria historia, había hecho que la Escuela de Fútbol pasara de ser un referente nacional a un puñado de campos descuidados y unas instalaciones totalmente obsoletas. La capa y pintura que proyectó Orlegi y que ya está finalizando, todo con fondos CVC, como también iba a hacer Javier Fernández -aunque el melón de La Marruca era para abrirlo otro día-, no es lo más relevante, aunque sí tenga su dosis de importancia. La clave está, sin lugar a dudas, en la formación de los jóvenes que crecían en su cantera.

El Sporting, bajo la gestión de Fernández, siguió nutriéndose de jugadores formados en su Escuela. Mareo seguía -y sigue- dando sus frutos a pesar de que muchos no cesábamos en nuestro empeño de que había más de desastre que de orgullo. Más de 'casualidad' que de causalidad. Varios factores empujaron a ello, empezando por la falta de competencia a nivel regional, con un Oviedo que sí atravesó el peor momento de su historia alejado del fútbol profesional, además del trabajo diario que se hacía en una Escuela que prácticamente funcionaba por mera inercia. Quienes en ella trabajaban, sin una organización que brillase, hacían cuanto podían, especialmente los formadores. Así, el talento, que en una región tan futbolística como Asturias siempre lo hay, terminaba por florecer, aunque fuera a cuentagotas.

Pero de aquellos barros estos lodos, y es que la situación de la cantera rojiblanca estaba bajo mínimos en el momento del traspaso de propiedad. Y no era una cuestión generacional, sino una consecuencia directa de la dejadez que había tras las paredes de la famosa 'Casina de Cristal'. Hay talentos que se sobreponen a todo ello, como Diego Sánchez o Nacho Martín como ejemplos más recientes, pero está claro que a largo plazo -y ahora se ve- no era algo sostenible. Habrá 9 futbolistas de fuera de Mareo en el último 11 del Sporting Atlético, pero yo no echo en falta a nadie de los que no están para que esto se haya podido dar. Eso es lo que más duele, y a su vez es el mejor reflejo de lo mal que estaba todo.

Como tampoco es oro todo lo que reluce. Ya tenemos el ejemplo de lo que sucede cuando las cosas se hacen mal, por eso es lógico exigirle a Orlegi, ya que llegó con aire fresco, que no repita errores del pasado. El problema está en que, aunque las formas sean diferentes, ya existe ese miedo en mí de que no se cumpla con lo mínimo exigible. De hecho, si me parece de un gran conformismo agarrarnos a los David Argüelles o Juan Aspra de turno para justificar la nada, tampoco estoy echando de menos a los Leo Miguel, Cris Ebea o Damián Cáceres. Conste que los jugadores no tienen culpa alguna, de hecho suelen utilizarse como escudo o arma arrojadiza, cuando el problema es otro y de otros. Algo, evidentemente, no se está haciendo bien.

Después de leer y escuchar a muchos profesionales de las principales canteras de nuestro país, considero que para una adecuada política de cantera, en la que influyen incontables factores, están por encima de cualquier otra cosa dos pilares: formación e inversión. Ambas muy ligadas la una de la otra. Para una formación adecuada no sólo hace falta invertir en los mejores formadores posibles, que también, sino tener un plan trazado como club. Una metodología clara para el correcto desarrollo de los canteranos, pautada por etapas en base a las necesidades de cada joven proyecto de futbolista en base a su edad. Que todos los formadores sepan en qué dirección van a ir y vayan todos a una. Eso, tan básico, es fundamental. En Mareo, en cierta manera, es así, o al menos es la función que tiene Iñaki Tejada como encargado de ese área en la Escuela.

Sin embargo, esto debe ir aparejado de inversión, tanto en formadores y formación como en captación. Eso debe ser parte esencial de una verdadera apuesta por la cantera. Y es ahí donde se están encontrando las primeras flaquezas de Orlegi. Si no se invierte como es debido es imposible atraer el talento, al igual que se dificulta que puedas retener a aquel que ya tengas en tu estructura. Y no hablo solamente de jugadores.

Una tercera pata, que no deriva de manera tan directa de la gestión que se hace en Mareo, pero que también es importante, es el entorno. Fomentar un buen entorno, con clubes que tengan una adecuada estructura de cantera, dentro de sus medios disponibles, es igualmente relevante, porque a fin de cuentas es de ellos de quien te nutres año a año en tu captación. Ahí, en lo que el Sporting hace poco más que un convenio entre los clubes de la ciudad que genera discrepancias año a año, la situación prácticamente no podía ser peor. No hay un solo club en todo Gijón que tenga una metodología de entrenamiento marcada, lo cual es un drama, que repercute, precisamente, en una escasísima competitividad en categorías inferiores, un mal endémico en el fútbol base asturiano.

Tampoco se fomenta la formación, ni entre los propios clubes ni con el Sporting como uno de los actores. Y que no me digan que dos charlas anuales en la reluciente y nueva sede de la Federación de fútbol, que ahí sí se invierte, sirve de algo, porque eso no es más que una demostración más de la pobreza futbolística en la que está sumida nuestra región y en la que nadie en estos años, ni clubes, ni dirigentes ni instituciones han hecho nada por acercarnos a lo que debería ser Mareo y Gijón, un caladero formativo para un equipo profesional que ni más ni menos aspira a estar en Primera División. Unos por otros, la casa sin barrer. En definitiva, Mareo ha pasado de ser una cantera olvidada y abandonada a su suerte, a lavarse la cara con muchos mensajes, pero también muchas dudas sobre su realidad. Empezando por la famosa Academia Internacional de pago, que ha resultado en un gran fracaso de la nueva gestión. Mientras, todo a su alrededor sigue igual de podrido que siempre. Tiempo tienen -por ahora- para darle la vuelta, como tiempo necesitan, pero hacen falta más que simples voluntades. Es normal que se inflen el pecho por tener a 10 canteranos en el primer equipo, es un motivo de orgullo generalizado, pero no debe servir ni utilizarse para tapar el resto de miserias que sigue siendo necesario ir corrigiendo.