Es justo reconocer la capacidad profética de los ciguas de siempre, de los apóstoles del no y de la gran sacerdotisa municipal, que respira porque la semana que viene no tendrá que volver a El Molinón
15 jun 2024 . Actualizado a las 10:06 h.Decíamos ayer que el Sporting somos todos. Así que es el momento de felicitar a aquellos sportinguistas que, con una perspicacia rappeliana, ya nos habían advertido de que esto iba a pasar.
Resulta del todo paradójico que una ciudad que disfruta de la mejor universidad del fútbol, con los mejores catedráticos y los doctores más reputados del patapúm parriba, lleve más de treinta años en el lodazal de la segunda división, con las únicas excepciones que constituyeron la época en la que nos intervino un juez y la posterior en la que nos intervino Tebas.
Felicidades, muchas gracias y nuestras disculpas por habernos ilusionado como niños pequeños y no haber oído vuestras alertas de que venían nubarrones. La gratitud y el perdón van dirigidos a todos los profetas de la calamidad (en mi pueblo se dice ciguas o cenizos). A los monaguillos del padre Fueyo y el sacristán Leli. A las desdichadas viudas del Pitu. ¡Lo que han llorado, ese amor no merecía otro luto! A la madre superiora que desde la peana municipal quiere echar a los mercaderes del Templo. Y al beato que la asiste: cada vez que habla sube el Pan de Ibias.Y ahora resulta que la culpa de la eliminación es de la reunión que organizaron Orlegi y de la Federación, confabulados para que no haya Mundial en Gijón.
Gracias de corazón también a los santones que usan sus púlpitos ya carcomidos para aferrarse a esta vida de vino y rosas, siempre que el vino sea para ellos, sus hijos o sus yernos, y las espinas de las rosas para coronarnos al resto de penitentes. Gracias en general a todos los que entran gratis a todo y no están dispuestos a que llegue alguien que los haga pagar por nada.
A todos ellos gracias genuinas. No merecen otra cosa que ver al Oviedo en Primera.
A los ateos, los impíos, los mil dementes que fueron un jueves de verano a Barcelona. Los ni me acuerdo cuántos que fuimos un domingo de septiembre a llenar el campo de Ferrol. A los ilusos que pensamos que por qué no, que torres más altas cayeron. A los ácratas enganchados al olor del humo que envuelve a ese Alsa rojo que nos pone loca la cabeza. A los que no te dejamos ni cuando venía el Algeciras y nos ganaba. No éramos más de 8.000. A todos ellos solo me sale decirles que mucho ánimo, que esto ha pasado un millón de veces y volverá a pasar. Que nos vemos en agosto donde siempre. Y que la felicidad que nos han regalado MAR, los mexicanos y esta cuadrilla de rapaces imberbes no se la podremos pagar mientras vivamos. Porque esta vida dando tumbos detrás de Hassan, Dieguín Sánchez, Cote y compañía no llega a nietos.
Por cierto, ya puestos a hacer vaticinios: cuando dentro de tres o cuatro años veamos cómo se modernizan aún más Anoeta, La Romareda o Balaídos, de la mujer que nos guía, doctora de la Santa Madre Iglesia, supuesta Virgen del Puño Cerrado (salvo para los toros y las batallas de soldaditos) no se acordará ni el niño Jesús. Gracias a Dios. Amén.
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