«Ya nos ha salido bien, el Sporting somos nosotros»

SPORTING 1905

Artículo de opinión

09 jun 2024 . Actualizado a las 22:29 h.

El Sporting es todo. El Sporting es un 4-1 al Barça con tres goles de Quini y uno de Ferrero. Entrar en El Molinón con Ángel, Papá y Mamá a ver los últimos minutos, cuando abrían las puertas. «¿Papá, el rubio es Maceda o Tocornal?». El Sporting es un Alemania 1 - Austria 0, el Molinón fue el centro del mundo y pasamos a la posteridad.  El Sporting es Alejandro Bayón, que jamás me reprochó que lo plantara en el cineclub de los Capuchinos y me fuera con Dani al Molinón. El Sporting es Dani en 1986: nos colgaron los carnés al cuello con una cadena para que no los perdiéramos. Teníamos 12 y 10 años, mordimos la manzana rojiblanca y nunca más quisimos probar otra cosa.

Fuimos muy felices. Éramos unos mocosos pero nos poníamos abajo, toda la grada de pie, apoyados en una barandilla para no ser aplastados por las avalanchas. La primera parte hacia el fondo sur, la segunda hacia el Piles. Nómadas trashumantes, nos llamó Juan Cueto en un libro, que seguíamos a Enzo Ferrero. Vaqueiros de alzada que nos conformábamos con ver la portería a la que atacaba el Sporting. Atentos al sorteo de capitanes, arrancábamos rumbo norte si la moneda había favorecido al rival y se invertían las tornas. 

Se fueron Quini y Ferrero, llegaron Villa y Narciso. Felipe Miñanbres, Juanma. A mí me gustaba porque era de Luanco, pero como en el fondo era un sin sangre solía ser el blanco de las puteadas de Jorge Gimeno, que conocía mis puntos de dolor. Nunca dejamos de ser amigos. El Sporting es Ablanedo retorciéndose en el suelo después de la patada de Hugo Sánchez. Agarrados a la valla verde oxidada descubrimos que el mundo es un lugar peligroso en el que siempre suelen ganar los malos. El Sporting es Aníbal, que venía de Los Barrios a ver al Madrid con todos los Moranes y que sigue viniendo con Hugo. Ahora se han hecho del Sporting. 

El Sporting es la mejor aula del mundo. Tercero de BUP en el Instituto del Piles. Turno de tarde, las luces se encendían en cuanto oscurecía y empezaba a llegar gente. El Sporting es Edu. Jordi, Chubi, Buján. Cuando el 5-5 al Madrid en Copa llegamos perdiendo 0-3. En la vuelta fuimos al Bernabeu con la peña La Fueya, la decana, y nos metieron 4. 

Luhovy, Iordanovy, Nilsson. Luis Enrique y Manjarín. Juanele y Villa. Avelino y Carmona Méndez. 

Con Edu y Dani fuimos a Logroño y marcó Luhovy. Dormimos en Miranda de Ebro y acabamos viendo una bodega en Haro con Pepín Braña. No fuimos a Estambul ni al atraco del Milán de Berlusconi, Sachi y Ancelotti. Volvimos muchas veces al Bernabeu. Y al Nou Camp y al Sardinero y a Pucela. Y a Cádiz con Fernandisco. Y a Eibar cuando Marcelino y Rodado. Nos metieron 3 en Jaén y vuelta en coche hasta La Virgen del Camino. Unos para Gijón, yo para Galicia. Fuimos a Castellón, con Paul y Jordi, medio merengones ambos. Paul desde Bruselas, décadas pagando el recibo religiosamente. Edu desde Canarias. Y marcó gol el Alavés. Casi morimos de frío, lo mismo que Cholo Juvacho. Fuimos con Manolo Preciado al partido del desagravio. Y no ha nacido un hincha de fútbol que haya conocido semejante felicidad, ¡Goooooool de De las Cuevas!

Riazor, Lugo, Ponferrada, Ferrol, Pontevedra, Ourense… 

El Sporting son Isa, Paloma y los Sala. Julia y Mara. María, Pablo y Martín. El Sporting somos nosotros, carajo.

Pitamos a José Fernández en la fatídica junta de Accionistas de La Arena. Yo me fui a Londres en la fatídica temporada del 98, cuando fuimos el hazmerreír de Europa. Luego Perillo. Luego Luz. Luz es todo y es el Sporting también. 

También los Fernández son el Sporting. Y los que fueron con nosotros al colegio, 50 años peinamos, y siguen en la Grada Joven. Y los vende-entradas. Y los políticos fartones y demás alcaldesas y populistas. Y los que pacieron en el pesebre y querrían seguir aun a costa de que nos fuéramos por el camino del Recreativo, el Hércules, el Salamanca o de tantos otros clubes tan históricos como el nuestro o más. Es entrañable ver cómo descubren, más de treinta años después, que el Real Sporting de Gijón SAD no es suyo. Ni de sus amigos. También ellos son el Sporting. Y los que decidieron seguir pagando el recibo pese a todo. Y los que decidimos seguir pagando el recibo en la distancia, salvo en algunos años en los que nuestro estómago decía «no más dinero de Fernández».

Y Lorita. Y Cote. El Sporting es Cote. Su regreso, su guante izquierdo. Ese faro moral, esa reivindicación de barriada obrera. Ese «no pasarán» con los que van de negro y con la mafia que ya no está. Tumbado boca abajo sobre ese césped otra vez inmaculado. Tapándose las lágrimas por ese maldito gol al Eibar que nos tiene locos. El Sporting son Cote y los que están locos de la cabeza y se fueron a Elda.

Porque el Sporting somos todos. Y nos va a salir bien. Ya nos ha salido bien. Nos está saliendo mejor y nos merecemos que de una maldita vez por fin nos salga bien de verdad.