Texto de análisis
05 oct 2023 . Actualizado a las 15:21 h.Continúa la evolución y dinámica ascendente del Real Sporting de Gijón. Que semana a semana -o jornada a jornada, siendo más exactos precisamente en esta- toque plantearse si estamos ante el mejor encuentro de la temporada es un síntoma inmejorable. Los de Miguel Ángel Ramírez superaron en todas las facetas del juego a un desdibujado Elche CF que lejos estuvo de poder dar una versión de equipo fuerte en la categoría acorde a su etiqueta de recién descendido. El Molinón sigue siendo inexpugnable. Analizamos en base a 4 claves destacadas la victoria de los rojiblancos:
Lectura posicional a la espalda de la primera línea de presión rival
Desde la propia elección del once se podía derivar la intención de Ramírez de buscar ser dominador, protagonista y propositivo, sobre todo con la novedad más llamativa de inicio: el doble pivote conformado por Roque Mesa y Christian Rivera. El plan pasaba por construir los ataques de forma elaborada, sobre todo con paciencia para mover de lado a lado mientras el bloque rival retrocedía y estaba obligado a bascular, para luego verticalizar el juego en cuanto se encontraran los espacios para ello. Unas veces sería en largo, más directo, hacia los movimientos de Otero y Djuka, y otras tocaría hacerlo en corto, sobre todo a partir de ese doble pivote.
La idea inicial, como reconocía el técnico en la rueda de prensa posterior, pasaba por dar mayor altura posicional a Rivera respecto a Roque, para así llevar consigo a una marca y que el canario tuviera más terreno libre para recibir y girarse. Los comportamientos del rival, que ya se hundía por sí mismo sin necesidad de este movimiento del gijonés, cuando Ramírez esperaba una presión más intensa por parte de un Elche que emparejaba 3 a 3 en la primera línea, hizo que el plan se matizara enseguida, pidiendo a Rivera que desechara esa idea y formara en paralelo con Roque, pues así ambos tendrían más opciones de participar. Y funcionó, con un gran papel de ambos. Fue Gaspar quien hizo ese rol en una altura intermedia entre pivotes y puntas, generando arrastres y vigilancias, abriendo la puerta a esos dos caminos para llegar a campo rival, ya fuera en corto o directo. Un plan que surtió efecto y una adaptabilidad temprana durante el transcurso del juego nuevamente a reseñar.
Presión alta e intensidad trás pérdida para mantener el bloque alto
Muchas veces al pensar en el ataque sólo consideramos lo que hace el equipo con balón. Sin él, es igualmente relevante el comportamiento colectivo para comprender mejor ese plan ofensivo. El Sporting estuvo muy intenso y activo en la presión tras pérdida, especialmente en el primer tiempo, cuando más necesario fue. Esto obligó al Elche a tomar decisiones alejadas de lo óptimo, forzando muchos envíos largos que fueron sencillos para los tres centrales rojiblancos en esas situaciones. Un aspecto clave para poder mantenerte en campo rival y reiniciar tus ataques muy arriba. Igualmente, la presión ante la salida de balón ilicitana también surtió efecto. Los de Beccacece tenían un plan claro de salir jugando en sus primeros pases, sacando prácticamente siempre en corto y buscando la progresión desde el pase. Se notó enseguida que el equipo está lejos de tener un nivel adecuado en esta faceta, por más voluntad que le pusiera. El Sporting, simplemente emparejando, orientando la salida rival hacia un costado y siendo solidario en el esfuerzo colectivo consiguió generar numerosos errores de la zaga visitante en salida, ocasionando pérdidas o un mal menor en forma de saque de banda, aunque fuera en su propia mitad de campo.
Una propuesta de juego cada vez más fluida
Todo entrenador sabe que una propuesta de juego, sea esta cual sea, requiere de tiempo. Tiempo para trabajarla, ensayarla, corregir errores, inculcarla y que los jugadores, en su proceso de aprendizaje, particular en cada caso, vayan 'automatizando' esa idea; sus comportamientos y movimientos. Toda persona familiarizada con este deporte sabe también que ese tiempo es posiblemente el bien que muy pocas veces tiene un entrenador, pues la paciencia entre directivas y gestores suele brillar por su ausencia. Tampoco el hecho de gozar de ese tiempo es garantía de nada, pero muchas veces sí que se nota.
Este Sporting dejó anoche hechuras de ser un equipo trabajado, con la idea interiorizada y movimientos ya automatizados. Y no es la primera vez. A veces, por un error en la entrega o el control o una leve falta de entendimiento, esas jugadas no salen, pero la coordinación o el entender el desarrollo de la jugada, están ahí. La intención. Lo cual se nota mucho más cuando no es así. Otras veces, estas jugadas sí que salen, y para muestra el primer gol. Y tan importante es lo primero como lo segundo. Lo segundo puede marcar la diferencia entre ganar o no un partido, pero lo primero es muestra del trabajo que hay detrás y la asimilación de conceptos, lo cual puede ser la diferencia entre ser un equipo competitivo o no.
Solidez en la defensa del área
No todo el partido fue un camino de rosas. Bien es cierto que fue el encuentro en el que más situaciones de remate se generaron esta temporada (hasta 20) y que especialmente el primer tiempo fue decisivo, con una versión arrolladora en lo ofensivo y los dos goles que encarrilaron el encuentro, en el segundo el Elche, por mero orgullo propio, reaccionó y tuvo sus situaciones. Los ilicitanos mostraron con cada acercamiento que, a pesar de los problemas que estén atravesando, tienen calidad individual de alto nivel en su ataque para la categoría. Técnicamente y sobre todo en la interpretación del juego daba esa sensación de que en cualquier momento te la podían «liar». Sin embargo, la zaga del Sporting se anudó la manta a la cabeza y firmó nuevamente un gran partido en la defensa del área, donde hizo gala de su dominio por alto y tuvo la capacidad de salvar varias situaciones límite. Con apuros, no era para menos, pero lo solventó. Yáñez sólo tuvo que hacer una parada, más allá de mostrarse tan seguro como habitúa por alto. Ese es el mejor síntoma, más si cabe ante este tipo de rivales.
Los cambios
Queipo y Campuzano por Gaspar y Otero. Mismo sistema, cambiando piezas y perfiles. Ambos aportaron algo de frescura al ataque y mayor movilidad a esas alturas de partido.
Rosas y Méndez por Hassan y Rivera. Matiz relevante con la entrada de Rosas para aportar más en fase defensiva en los minutos finales para salvaguardar la renta favorable. No se le vio especialmente exigido, lo cual no deja de ser una buena noticia. Nacho también aportó frescura con y sin balón en la medular.
Varane por Roque Mesa. Cambio en los minutos de añadido sin mayor incidencia en el juego.
Nota a Miguel Ángel Ramírez y el resto del cuerpo técnico
Sobresaliente. El plan de partido, ajustes incluidos, funcionó; el equipo mostró una gran versión desde el primer minuto y conjugó la solidez defensiva que ya comienza a ser marca personal de los rojiblancos con un caudal de juego ofensivo que otras veces había sido su principal debe. Diferentes formas de atacar en su ejecución, pero una fluidez en el juego que hizo que todo saliera prácticamente a la perfección.
El equipo dio su mejor cara en todos los registros. No caben reproches tras minimizar a un Elche que no llegó a presentar batalla. Miguel Ángel Ramírez quería que, a pesar del esfuerzo que era consciente suponía este horario para los aficionados, a estos les compensara el hecho de acudir a El Molinón. Y vaya si les compensó. No me cabe duda que así fue para los casi 15.000 sportinguistas que anoche se pudieron dar cita en el templo rojiblanco.