Texto de análisis
23 oct 2022 . Actualizado a las 22:58 h.Empate sin goles en Mendizorroza entre el Deportivo Alavés y el Real Sporting de Gijón que hace mucha justicia a lo visto durante unos soporíferos 90 minutos de partido. Un punto que los rojiblancos se trabajaron desde una gran solidez defensiva que puede llegar a ser la base del equipo de Abelardo, pero que de todas maneras dejó cierto sabor agridulce al denotarse una falta de valentía para ir con decisión a por la victoria. Analizamos la cuarta igualdad firmada por los asturianos en la presente temporada en base a 4 claves destacadas.
Provocación de envíos largos defectuosos en el rival
En el plan de partido los jugadores del Real Sporting de Gijón tenían muy interiorizada la idea de molestar los inicios y reinicios del juego del Deportivo Alavés. Los rojiblancos sabían que una de las fórmulas locales para plantarse rápido en campo rival era la de acumular muy pocos pases en su primera línea para acabar jugando en largo hacía, sobre todo, la banda defendida por Cote y Queipo. En ese sentido, los locales se mostraron imprecisos e incómodos en estas acciones de progresión que tan trabajadas las tienen debido, en gran parte, a la efectiva unión del esfuerzo y la inteligencia en el colectivo defensivo asturiano.
Aunque ni mucho menos tuvieron su mejor día a la hora de dar continuidad a las transiciones y construcciones ofensivas, tanto Djuka como Zarfino estuvieron acertados en el tiempo y forma elegido para lanzar la presión sobre el balón. No robaron porque ese no era su mayor objetivo como los primeros defensores, pero sí que facilitaron la recuperación unos metros más atrás de sus compañeros gracias a conseguir que los envíos del Alavés no fueran limpios. Incluso, sobre todo en la primera parte, Christian Rivera asumió responsabilidades defensivas en campo contrario ganando altura sin el esférico y saltando con acierto en su orientación a las lateralizaciones en zona de inicio del mediocentro Toni Moya.
Desactivación del desequilibrio de Luis Rioja
Esta ha sido la semana perfecta de Guille Rosas. Nuevo masterclass del lateral derecho en el arte defensivo. Si hace unos días fue el armero Stoichkov el damnificado, ayer fue Luis Rioja quien acabó desquiciado e incapaz de generar peligro desde su talento desequilibrante por banda izquierda. Sumamente concentrado en las vigilancias cuando estaba lejos del balón y de la jugada, y muy agresivo y disciplinado en las situaciones de 1vs1 defensivo, el canterano rojiblanco se erigió como un muy fiable desactivador de una de las principales armas ofensivas del Deportivo Alavés.
Pero la escasa producción ofensiva del Deportivo Alavés por su costado izquierdo no solo fue una consecuencia del buen hacer individual de Rosas, sino principalmente de la fortaleza mostrada por la sólida familia derecha rojiblanca integrada por el propio Guille, Izquierdoz, Rivera y Otero. Por inesperado, a destacar el consistente trabajo sucio del colombiano en campo propio. Además de ayudar con su compromiso y una constante presencia cercana con su compañero de carril, el cafetero estuvo bastante correcto en el ajuste de las distancias con el balón y los rivales para no verse superados en situaciones defensivas de 2vs2 que ayer desarrollaron notablemente. En general, importante compenetración defensiva entre los futbolistas rojiblancos del perfil diestro.
Escasez de recursos y variaciones ofensivas
Puras matemáticas. Si posees 10 manzanas y decides colocar 8 en la balanza defensiva, pues es evidente que vas a quedar muy escaso en el otro lado. Muy pobre y predecible proposición ofensiva la puesta en escena por parte del Sporting en Mendizorroza. Ni siquiera en los contraataques, que hasta la fecha venía siendo uno de los mejores argumentos ofensivos de los rojiblancos, causaron peligro los de Abelardo sobre la portería de Sivera debido a una repetitiva imprecisión con el balón. En ataque organizado, pues el Alavés dejaba metros para progresar, José Gragera se llegó a desesperar con sus compañeros más adelantados ante la ausencia de soluciones en forma de creación de líneas de pases claras.
La vía más explorada en exceso fue la de, tras girar el juego en campo propio sin demasiado ritmo en los traslados de balón y llevar el esférico hasta la posición de ambos laterales, buscar las espaldas de los laterales rivales para conectar con las caídas de los dos puntas o las carreras de los extremos. A excepción de un par de veces donde Queipo y Otero lograron situarse en un marco de 1vs1 en el último tercio de campo, aunque sin apenas conseguir enviar la pelota entre los tres palos, este camino no surtió efecto a lo largo de todo el partido.
Tampoco se pudo crear un contexto donde en jugada Cote pudiera emplear sus peligrosos centros en campo rival. Solo lo hizo a balón parado en dos ocasiones, acabando la primera en un remate al palo de Gragera y la segunda de ellas en un disparo de Zarfino que Guridi sacó bajo palos. En la primera parte Dani Queipo encadenó varias conducciones hacia dentro que acabaron en pérdidas y al parecer causando un cierto temor en Cote a desdoblarlo. Ya en el segundo tiempo, el 30 rojiblanco estuvo más acertado a la hora de elegir cuándo y cómo sumergirse en carriles interiores, pero en ningún momento el lateral zurdo dispuso de la confianza necesaria para proyectarse en ataque. Frustrante la inutilización de un recurso diferencial en la categoría.
Toque de atención al rival en las jugadas a balón parado
Consigo mismo no trajo goles a favor como sí ha ocurrido con generalidad en el inicio de la actual temporada, pero sí que fue una inconsciente manera con la que el Sporting logró que el Alavés se mantuviera muy cauto en las elecciones de los momentos para desplegarse ofensivamente. Desde el balón parado llegaron las únicas ocasiones claras rojiblancas en el partido. Como destacamos con anterioridad, las dos faltas laterales botadas por Cote finalizaron en un cabezazo al palo de Gragera y en un disparo de Zarfino en el rechace que fue repelido con muchos apuros por la zaga local.
Eso sí, ese factor psicológico empezó a generar efectos insensibles al tacto con una tempranera recuperación de Christian Rivera en la defensa de un saque de banda a favor del Alavés a la altura del área local, dándole rápido la pelota a Djuka para que finalizara con un disparo al lateral de la red. De la misma manera, Cote se plantó en la frontal del área vitoriana con clara posibilidad de disparo. Los saques de banda no dejan de ser un tipo más de jugada a balón parado que pueden ser trabajables y aprovechables como casi lo fue ayer. Al menos sirvieron para causar cierto temor en los de Luis García Plaza en momentos concretos.
Los cambios
Cristo por Djuka. Cambio de hombre por hombre a la hora de juego que tampoco ayudó para variar el desarrollo del encuentro. Cristo aportó refresco en la primera línea de presión y algún intento de ofrecer soluciones entre líneas que con anterioridad no se había visto en el partido. Ya no solo para conectar por dentro, sino también para generar espacios a la espalda del canario que tampoco fueron aprovechados por las entradas desde segunda línea. Si Djuka pasó desapercibido en facetas ofensivas, Cristo más de lo mismo.
Jony por Queipo. Nada más ver la tarjeta amarilla, Queipo salió sustituido por un Jony que entraba para aportar dinamismo e ideas frescas. El equipo no supo o no pudo inclinar el juego ofensivo hacia la refrescada banda izquierda.
Nota a Abelardo y el resto del cuerpo técnico
Suficiente. Suficiente raspado para un Abelardo y su cuerpo técnico que parecen haber quedado con secuelas tras la goleada sufrida en Granada. El plan de partido trasladó hacia el exterior e incluso a los futbolistas una altísima sensación de miedo, pensando en demasía en las fortalezas del rival y no tanto en las propias, y de que cualquier conato de creatividad ofensiva rojiblanca en campo contrario contaba con demasiados limitantes impuestos por parte del propio conjunto asturiano.
Como aspecto positivo hay que destacar la motivación impregnada por Abelardo en sus dirigidos para comprometerse a realizar durante todo el encuentro un gran esfuerzo defensivo. Pero una cosa no quita que arriba no se haya tomado riesgo alguno, ni siquiera en los momentos de debilidad del Alavés tras varios sustos a balón parado y la reiteración de pérdidas en medio campo. Demostrando que estaba contento con lo visto, el Pitu solo realizó dos cambios. Ninguno aportó una variante nueva que cambiase el signo del partido.