Texto de análisis
18 sep 2022 . Actualizado a las 23:11 h.Era la primera vez que Abelardo Fernández modificaría su línea defensiva de inicio esta temporada, y lo hacía por imposición. La baja de Cote obligaba al técnico gijonés a variar la línea más definida de sus onces, una que el aficionado rojiblanco ya se sabía de memoria. Con el de Roces fuera de combate, el Pitu apostó -de nuevo, se podría decir- por Diego Sánchez. El canterano ya había tenido minutos este curso, haciendo su debut en partido oficial con el primer equipo en la última jornada del pasado campeonato, pero en La Romareda obtuvo el premio de su primera titularidad con el Real Sporting de Gijón.
El crecimiento del lateral zurdo se mantiene con una pronunciada pendiente positiva. Con 19 años recién cumplidos este mismo verano, Diego afrontaba este curso su primer año sénior ya con experiencia en el filial rojiblanco cuando aún estaba en etapa juvenil. 37 partidos, incluidas 32 titularidades, figuran en los registros del avilesino en Tercera RFEF. Ya integrado en la dinámica del primer equipo y haciéndose un hueco como revulsivo para el lateral izquierdo esta pretemporada, Abelardo decidió darle el testigo ante el Real Zaragoza; una plaza difícil en un partido de muy bajo nivel del colectivo.
Este escenario no acompañó a una primera valoración verdaderamente positiva del rendimiento de Diego en su primera titularidad, disputando además el partido completo. A esto cabe sumar el hecho de que el Zaragoza es uno de los equipos del campeonato que más marcado tiene uno de los carriles para dirigir sus ataques, precisamente el diestro, el costado que le tocaba defender al avilesino. Una prueba de fuego en la que se tuvo que medir a un desequilibrante Bermejo, un incisivo Giuliano Simeone que acudía con frecuencia a esa zona, así como las llegadas de segunda línea de Gámez por el lateral o de un jugador de elevada calidad técnica como Manu Molina por dentro cuando se acercaba a ese perfil.
Se puede decir eso de que 'le tocó bailar con la más fea', algo que puede servir para poner en valor su rendimiento. Sin embargo, la evaluación sobre el canterano no ha generado una satisfacción unánime, sino que muchas han sido las voces desde la afición que elevaron la duda sobre su adaptación actual al nivel de la Segunda División. Más allá del contexto, que puede modificar la perspectiva de unas sensaciones siempre subjetivas, a nivel estadístico mostró dos versiones bien diferenciadas si atendemos a su rendimiento en defensa o en ataque.
En el apartado defensivo, Diego logró firmar 8 recuperaciones de balón, cifras similares a las del resto de laterales que participaron en el encuentro y que lo sitúan tan solo por detrás de Pedro Díaz (con 10 recuperaciones) en lo que se refiere a jugadores del Sporting. Además, realizó con éxito 2 de las 3 entradas que realizó, sin realizar ninguna falta, y ganó 5 de los 6 duelos que disputó (un 83%), aunque sí sufrió en el juego aéreo, donde se impuso en la mitad, 2 de las 4 disputas en las que se vio exigido por alto. En cuestiones que no reflejan los números, si bien en situaciones de uno para uno se le vieron acciones más sólidas con otras en las que se vio superado, muchas veces se le vio saltar a destiempo o abandonar su zona en un desajuste que deberá corregir y pulir en futuras ocasiones.
En ataque sí encontramos un menor porcentaje de éxito en sus acciones, algo que se debe en gran medida a lo contextual del partido, pero que reflejan las dificultades que tuvo el avilesino para ser solución dentro de una noche aciaga en la ofensiva rojiblanca. Volvió a destacar en duelos ofensivos (se impuso en 4 de 6 situaciones), pero con balón su efectividad en el pase (62%) y especialmente en los envíos en largo (40%) lo marcó en ataque. Muchas veces era la opción más buscada en los primeros pases del Sporting, que apenas logró circular balón y que una vez llegaba el cuero a los pies de Diego, este no tenía muchas más alternativas ante la falta de apoyos en corto y la presión rival de buscar envíos largos sobre Djuka con escasa probabilidad de éxito. Esto le penalizó al contabilizar las pérdidas, que se elevaron hasta 14.
Sí estuvo voluntarioso en la segunda mitad, cuando los de Abelardo tuvieron mayor protagonismo en campo rival, para colgar centros al área, logrando una precisión del 50% (3 de 6), un porcentaje nada desdeñable en una acción nada sencilla de completar. Pudo mejorar en su toma de decisiones, pero de nuevo el partido no ofreció el mejor escenario posible para medirlo. Habrá que seguir evaluando sus próximos partidos y marcar su evolución mientras Abelardo continúe apostando por el canterano para suplir a Cote en el lateral izquierdo.