Entrevista a La Voz de Asturias
11 mar 2022 . Actualizado a las 22:54 h.Pocos futbolistas han conseguido levantar con tanta asiduidad de sus asientos a los aficionados rojiblancos y a los fans en general del fútbol nacional de los años 90 como Juan Castaño Quiros, más conocido como Juanele. Formado en las calles de su barrio, el 'Pichón de Roces’ fue un futbolista cuya película no siempre era la misma. Regateador, intuitivo y con un dominio excelso del arte de lo imprevisto, Juanele atiende a La Voz de Asturias para hablar sobre su carrera deportiva y los aprendizajes obtenidos en los diferentes retos que ha afrontado en su vida. Lo hace en una semana en la que dos de sus equipos se enfrentarán este domingo en El Molinón - Enrique Castro ‘Quini’: el Real Sporting de Gijón y el Real Zaragoza.
¿Cómo está?
Bien. Viendo mucho fútbol y la verdad que muy contento. Estoy bastante tranquilo y muy relajado.
¿Sigue viviendo en el mismo barrio de toda la vida?
Vivo en Pumarín, muy cerca de Roces. No me alejé mucho y estoy muy contento
¿El dinero del fútbol nunca le cambió?
Mi familia vive en Roces y yo vivo cerca. La verdad es que el dinero no me cambió mucho la vida y yo sigo siendo el mismo de siempre.
¿Le paran por las calles de Gijón? ¿Qué le dicen?
La gente recuerda mucho la jugada del Real Madrid cuando entré en el minuto 60 y ganamos 2-1 en la temporada 93/94. Esa jugada la gente la recuerda mucho, cuando tuve que aguantar el balón para dar descanso a mis compañeros y mantener la posesión porque íbamos ganando y el resultado fue muy bueno para nosotros.
Me dijo que está viendo mucho fútbol. ¿Ha encontrado algún Juanele ‘moderno’?
El fútbol ha cambiado un poco. En el fútbol de ahora no le dan mucha libertad a los jugadores que tienen talento y la verdad es que eso se perdió un poco. El fútbol y los equipos están muy igualados. Un buen espectáculo solo lo puedes ver en el Madrid, en el Barcelona y en muy pocos equipos más.
Quizás para encontrar a un Juanele hay que irse a una Sudamérica donde todavía no se ha perdido del todo el fútbol de la calle
Tienes razón. Aquí ya se juega poco en la calle y en Sudamérica los críos sí siguen jugando y divirtiéndose en la calle. Es una pena que aquí no se juegue en la calle porque yo me divertí mucho cuando era pequeño. Estaba todo el día jugando al fútbol y pasándomelo muy bien.
¿Cómo fue su infancia?
Mi infancia ha sido de lo mejor que he vivido. Me lo pase muy bien en mi barrio de Roces jugando con mis amigos, y sobre todo jugando a fútbol. También hacíamos otras cosas como andar en bicicleta y jugar a otros juegos, pero la mayoría del tiempo la dedicamos a jugar al fútbol. Desde las 9 de la mañana que ya casi como que nos echaban de casa estábamos jugando al fútbol y pasándonoslo muy bien.
Usted era un futbolista pillo e intuitivo. ¿Eso le vino por convivir con la picardía durante su infancia?
Se podría decir que sí. En los barrios se jugaba mucho al fútbol y había que tener picardía para no recibir patadas. Yo de chaval era bastante pequeño, jugaba contra gente que era más mayor que yo y realmente teníamos que intentar ganarlos siendo más pícaros que ellos.
¿Enfrentarse en la calle a chicos mayores le sirvió para después en el fútbol profesional saber sobrevivir entre futbolistas más altos y fuertes?
Por supuesto, esa es una de las claves que me permitió rendir en la élite. Yo jugaba al fútbol sala con gente que me sacaban tres o cuatro años, y eso me vino muy bien para luego poder destacar ante futbolistas más altos y fuertes.
Si cuando era futbolista le llegan a pedir que fuera todos los días al gimnasio para coger músculo, ¿Juanele hubiera sido el mismo Juanele desequilibrador? ¿Peor o mejor futbolista?
Yo pienso que hubiese sido peor futbolista. En mi vida futbolística, tanto a nivel amateur como a nivel profesional, tuve la suerte de no tener que coger pesas. Eso me vino muy bien. Yo pesaba muy poco, 63 kilos, pero con ese peso me podía enfrentar a jugadores que pesaban más. En ese sentido nunca tuve ningún problema.
Conocía su cuerpo y sabía aprovechar esa livianez
Exacto. Conocía mi cuerpo y conocía a los contrarios nada más verlos en el campo. Una vez en el campo ya sabía dónde tenían sus fortalezas pero también donde tenía yo las mías. Esa livianez me vino bien para superar a los rivales.
¿El estar todo el día jugando al fútbol con sus amigos le alejó y salvó de las cosas malas de la calle?
En mi barrio tampoco había mucha delincuencia. Tuve suerte de no verla de cerca. Todos los niños y niñas estábamos jugando siempre a lo mismo, a juegos, y no pensábamos en otras cosas. Igual se podría decir que el fútbol me salvó un poco.
Sobre todo, supo aprovecharse de lo muy bueno de la calle para después ser un gran futbolista
En la calle hay muchas cosas muy buenas. Estábamos siempre jugando al fútbol y divirtiéndonos con los amigos. La gente que conocí siempre me apoyó mucho. Realmente fue una experiencia inolvidable.
El regate necesita de un dominio excelso de la pelota. En ese sentido, ¿qué importancia tuvo que pasara tantas horas con un balón y que jugara en campos de tierra o barro donde debía agudizar su ingenio e intuición?
Eso también me vino muy bien. Ahora los campos son todos perfectos, pero en aquella época tenías que levantar el balón del barro y hacer muchas cosas que a día de hoy se consideran muy complejas de realizar. No era fácil, pero a base de practicar, sobre todo en el barrio jugando con los amigos, mejorabas mucho la técnica.
¿Algún entrenador le llegó a exigir que no regateara y que únicamente realizara un control y pase? ¿Le hubiera hecho caso con tal de jugar?
Desde mi infancia hasta que jugué en el Sporting siempre me dejaron hacer regates. Siempre tenías que cumplir con un trabajo defensivo, pero siempre me dejaron jugar con mi estilo. Cuando ya pasé a Tenerife también jugué dos años de la misma manera. Luego, con 27 o 28 años, ya me di cuenta de que tenía que hacer otras cosas. Primero tenía que hacer mi trabajo en el campo a la altura de mis compañeros, y después ya sacar ese regate o ese pase para destacar. En ese sentido me fue bien hasta los 35 años.
En el campo parecía un coche que aceleraba con distintas marchas, esquivaba los obstáculos y frenaba cuando el juego le pedía hacerlo. ¿En el fútbol actual se ha perdido esa imprevisibilidad de movimientos? ¿Cree que una de las razones es porque los entrenadores cada vez le tienen más miedo a lo imprevisible del fútbol?
El fútbol cambió bastante. Es un fútbol más físico y menos alegre. Los entrenadores y jugadores se enfocan demasiado en el resultado. Estamos viviendo un fútbol menos sorpresivo.
Sacaba de quicio a los mejores defensores del país. ¿Le sigue doliendo la entrada de Hierro?
La entrada de Hierro fue bastante fuerte. Pienso que era más naranja que amarilla, pero al final yo solo estaba haciendo mi trabajo, que era aguantar el balón para mantener el resultado. No pensaba en otra cosa ni en si iba a recibir una patada. Yo solo quería aguantar la posesión, que el tiempo pasara y así poder conseguir una victoria que fue muy importante.
Su individualismo era el mejor compañero. Digamos que lo suyo era un egoísmo altruista.
Con mi regate me libraba de muchos rivales. Lo hacía para crear ocasiones de gol, defenderme de la presión rival y aguantar el tiempo que hiciera falta para que mis compañeros pudieran descansar. Ese era mi estilo de juego y nunca lo cambié.
¿Por qué salió del Sporting cuando aún era un niño de 10 años?
Fui una vez a entrenar con el Sporting, pero después de ese entrenamiento no me quisieron. Yo era bastante pequeño, no pegue el estirón hasta los 16 años y en aquella época en Mareo primaban otras cosas además de la calidad técnica. Tampoco fue algo que me hiciera daño. Fui al Veriña, estuve ocho años y allí me trataron como un hijo. Para mí Veriña fue muy importante porque me dieron los valores que tengo.
Siendo juvenil le llamaron otra vez desde Mareo. ¿Se esperaba una segunda oportunidad tras lo ocurrido en aquella primera toma de contacto?
Nunca esperas que te llame el Sporting. Yo con 16 años ya estaba en la Selección asturiana y jugaba con el primer equipo del Veriña en División de Honor, y la verdad es que no piensas en que vas a llegar a Mareo y jugar en el Sporting. Todo fue muy rápido. El primer año que estuve en el Sporting Atlético no jugué mucho, pero ya en la segunda temporada jugaba bastante y subía con el primer equipo.
Con el primer equipo del Sporting debutó en Valladolid. ¿Qué le dijo Ciriaco Cano antes de salir al campo?
Ciriaco era un gran entrenador que apostó mucho por la cantera. En este partido debutamos cinco jugadores de la cantera. Me dijo que hiciera un buen trabajo y que jugara como sabía jugar.
A pesar de cosechar una muy buena actuación en Pucela, no entró en la convocatoria del siguiente partido ante el Athletic Club de Bilbao. ¿Qué ocurrió?
Fue una tontería. En un entrenamiento estábamos Luhovy y yo peloteando con un balón, Ciriaco estaba hablando con la plantilla y nos castigó sin entrar en la convocatoria para ese partido.
¿Y el día del famoso viaje a Cádiz?
Lo del día de Cádiz fue una anécdota bastante graciosa. Yo tenía que estar a las 10 de la mañana en El Molinón para coger el autocar, y la verdad es que me dormí. Llegué media hora después, a las 10:30, y realmente fue un palo muy gordo para mí porque no sabia que hacer ni a quién llamar. Al final me fui a Mareo, y allí me dijeron que cogiera un taxi para Madrid para reunirme allí con mis compañeros. Ese partido lo iba a jugar de titular porque me lo había dicho Jacobs durante la semana, pero al final no jugué de titular. Entré en los últimos minutos perdiendo 2-1, y tuve la suerte de meter el gol del empate y luego pudimos ganar 2-3 en un campo muy complicado y en un partido donde nos jugábamos mucho.
¿Cómo se produjo su salida del Sporting?
La salida me pareció que llegó muy pronto. No estaba conforme con salir tan joven para otro equipo. El club fue el que me quiso vender y no aguantarme aquí dos o tres años más, lo cual yo creo que hubiera sido lo mejor tanto para mí como para el club porque saldría más hecho, con 26 o 27 años, y la oferta económica seguramente habría mejorado la presentada por el Tenerife.
¿Estando en Tenerife y Zaragoza nunca pensó en volver al Sporting?
Sí me apetecía mucho volver al Sporting, pero nunca tuve ninguna oferta y no pudo salir la jugada. Una de mis intenciones, sobre todo cuando me marché de Tenerife, era volver a mi tierra y terminar mi carrera en el Sporting.
¿Entendió que se quedara sin jugar ningún minuto en el Mundial 1994?
Lo del Mundial fue un palo muy gordo para mí porque era un chaval muy joven y con poca experiencia. Yo esperaba jugar al menos algunos minutos para hacer lo que tenía que hacer, que era hacerlo bien. De titular estaba Julio Salinas, pero por lo menos esperaba entrar en los últimos minutos y crear peligro. No jugué ni un minuto, y eso me pasó factura en mi primer año en Tenerife porque no estuve todo lo bien que yo quisiera. Aquello fue un gran fracaso para mí.
¿A veces se sintió como un genio incomprendido?
No. A mí siempre los entrenadores me trataron muy bien. Yo siempre hice lo que ellos me pedían, y la verdad es que nunca me sentí mal.
¿Qué entrenadores entendieron mejor su manera de ser y jugar al fútbol?
Yo siempre destaco a todos los entrenadores que tuve en mi infancia, en especial a Acebal porque con él jugué todos los partidos. También destaco a García Cuervo y a su segundo, Lavandera, a Heynckes, Chechu Rojo, Lillo. He aprendido mucho de todos los entrenadores que he tenido. Tuve grandes entrenadores que siempre me apoyaron mucho y estuvieron conmigo.
¿Ha llegado a perder la ilusión por el fútbol?
Mi carrera fue larga, tuve momentos buenos y malos, pero nunca perdí la ilusión por el fútbol. Lo tuve que dejar a los 35 años porque el cuerpo ya no aguantaba.
En esta vida ha tenido que regatear más cosas que piernas de defensores rivales
No, en mi vida he tenido que enfrentarme más a los rivales que a la propia vida. Poniendo las cosas claras, tuve que enfrentarme más a rivales que a la vida.
¿Qué reflexiones positivas sacó de su paso por prisión? ¿El fútbol le acompañó de alguna manera?
Sí te ayuda porque estando allí tienes mucho tiempo para pensar, y una de las cosas que me hacía desviarme del hecho de que estaba en prisión era jugar al fútbol. En el módulo que estaba yo se jugaba mucho al fútbol y la verdad es que pasábamos el rato dándole a la pelota.
¿Supo manejar la soledad?
La soledad es dura, pero en el momento te tienes que acostumbrar y pasar lo que tengas que pasar. Yo siempre intentaba hacer cosas, como leer y jugar al fútbol, para distraerme y no caer derrotado ante esa soledad.
¿Cómo ve al actual Sporting?
El Sporting este año empezó bastante bien y teníamos una gran ilusión por permanecer en los puestos de arriba, pero ahora la cosa está más complicada para meterse arriba. Tienen que pensar partido a partido, disfrutar de cada partido como si fuera el último y terminar la temporada todo lo mejor posible.
Yo tengo la opinión de que a los canteranos que llegan ahora al primer equipo les falta ser más sinvergüenzas, en el buen sentido de la palabra, como lo eran Luis Enrique y tú en el campo. ¿Estás de acuerdo?
Totalmente de acuerdo. Tienen que tener confianza, atreverse a hacer las cosas y ser más vivos en el campo. De la Escuela de Mareo siempre salen buenos jugadores. Para subir a Primera División tienes que tener gente de la casa con garra e ilusión.
¿Qué te parece que entrenadores gijoneses como Luis Enrique, Marcelino, Abelardo, Muñiz y muchos más profesionales estén lejos del Sporting?
Me alegro mucho de que entrenadores como Luis Enrique, Marcelino, Abelardo, Muñiz y muchos más sigan haciendo bien su trabajo, creyendo en el fútbol y haciendo las cosas que ellos saben hacer muy bien. Por eso les ha ido tan bien en su carrera deportiva tanto de jugadores como de entrenadores. Encantado de verlos triunfar y espero que sigan igual muchos años más.
Este domingo el Sporting recibe a otro de sus equipos, el Real Zaragoza, que tampoco está atravesando su mejor momento deportivo e institucional
Son dos equipos parecidos, tienen una masa social muy grande y la verdad es que las cosas no están saliendo como ellos quieren. Tienen que pelear hasta el último minuto de la competición e intentar hacer las cosas mucho mejor. Están en una situación delicada y lo primero que tienen que hacer es pensar partido a partido y llegar lo antes posible a los 50 puntos que te dan la salvación.
¿Cree que las Copas del Rey ganadas en su época son un peso muy grande para las actuales plantillas del Zaragoza?
Creo que no. Son distintas situaciones y épocas. En aquella época el Zaragoza era un equipo copero, que en Primera División siempre daba la talla y que acostumbraba a jugar finales ante los mejores. Ahora el equipo tiene que pensar partido a partido, en conseguir lo antes posible los 50 puntos y a partir de ahí ya pensar un poco en la temporada que viene.
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