Texto de Análisis
05 oct 2021 . Actualizado a las 23:07 h.El refranero nos dice que si algo funciona, mejor no tocarlo. Una afirmación que no deja de ser eso, un refrán. La realidad no es tan exacta y a veces, aunque las cosas funcionen bien, por exigencias del guion te puedes ver forzado a cambiar o simplemente considerar que eso es lo mejor. Algo así tiene por delante ahora David Gallego, habiéndose enfrentado primero a un rival diferente a lo habitual, con una idea y en un escenario muy similares al lugar donde el Real Sporting sufrió su primera y única derrota hasta la fecha, y ahora con las bajas en los extremos que condicionan ya de serie el planteamiento inicial de los rojiblancos en el derbi de esta semana.
Ya que aún no podemos adivinar lo que vendrá en el futuro, nos centraremos en analizar lo que ya ha ocurrido, que eso sí entra dentro de nuestras posibilidades. Hay muchas cosas que sacar en claro del empate vivido en Lezama ante el Amorebieta, pero yendo a la fundamental de todas, parece clara una cosa: el cambio de roles en ataque no funcionó individual ni, sobre todo, colectivamente.
Gallego situaba por primera vez a Fran Villalba lejos de la mediapunta como posición de partida, llevándolo a la banda diestra. Esto abrió la opción de situar dentro a otro perfil de futbolista, en este caso a Víctor Campuzano como escolta de Uros Djurdjevic. Individualmente, a pesar del gol, Villalba no tuvo tanta incidencia en el juego de ataque del Sporting, aunque luego veremos que las cifras no digan lo mismo. Campuzano, por su parte, tampoco encontró los espacios ni opciones con balón como para girar a la defensa rival. Estos fueron pequeños añadidos, cual bola de nieve que no para de agrandarse a su paso ladera abajo, que dieron con un Sporting inoperante con balón, falto de ritmo, claridad e ideas cuando tenía que proponer en campo contrario. El valenciano, que además venía acostumbrando a acercarse a la izquierda, reflejó en su mapa de calor una disposición inusual en su etapa como rojiblanco:
Las estadísticas, como comentábamos, no ayudan a representar esta diferencia en cuanto al rendimiento. Si bien es cierto que se frena la dinámica al alza de Villalba en cuanto a intervenciones con balón en los partidos, que partía a inicio de temporada con cifras cercanas a los 45 toques, llegando en estos últimos partidos ante Eibar y Málaga a números más elevados (+65), obteniendo mayor protagonismo en la elaboración del equipo, ante Amorebieta el número de intervenciones es inferior por primera vez al dato inmediatamente anterior, pero este sigue siendo muy positivo (58 toques de balón). Lo que sí continúa con su progresión es la cantidad de pases dados, que iguala su mejor marca precisamente ante los de José Alberto la semana pasada, eso sí, con un nivel de acierto inferior, algo que tiene su lógica atendiendo al tipo de rival que tuvo enfrente.
Con Campuzano el análisis es otro: su contexto fue muy diferente al que vivió en su otra titularidad frente al Girona, y eso condicionó su partido. En Montilivi fue una pieza de gran importancia a partir de su movilidad, la misma que permitió la generación de espacios para Gaspar y el propio Villalba, que sumaron muchas incorporaciones de segunda línea y varios ataques en vertical aprovechando esos huecos creados, entre otros factores, por Campuzano. Ante el Amorebieta, sin embargo, el catalán participó bastante más en el juego, sumando los mismos minutos: 15 acciones con balón por las 29 en suelo vasco o los 11/15 en pases de este fin de semana respecto a los 4/5 de aquella jornada 4. Pero esto deja a las claras que más no siempre es mejor, se vio a un jugador que no encontró su lugar en la mediapunta, con un rival replegado y muchos futbolistas en la zona ancha. Pasó de ser el '9' con movilidad de Girona al segundo punta encorsetado de Lezama, lo cual no le terminó de beneficiarle a él y, derivado de ello, tampoco a Villalba en un ajuste de roles que Gallego tendrá anotado en su libreta como aspecto a pulir.
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