Texto de análisis
03 oct 2021 . Actualizado a las 11:24 h.Toda moneda tiene siempre dos lados; una cara, esta vez en forma de empate, y una cruz, que refleja el mal partido del Real Sporting de Gijón ante el Amorebieta. No es una percepción subjetiva, sino lo que el propio David Gallego reconocía tras el encuentro: "un día malo lo tiene cualquiera". Sin embargo, a pesar del tono negativo de estas líneas, lo cierto es que los asturianos consiguieron sacar rédito en el fortín de Lezama, que sigue siendo inexpugnable para todos los equipos que han pasado por allí. Un punto agridulce que trataremos de analizar condensando como siempre en 4 claves destacadas:
Un error a un precio muy alto
Fue un partido muy irregular del Sporting, con muchas dificultades para establecerse y con picos marcados de aciertos y -sobre todo- errores. Tampoco destacó mucho en ese sentido, pero sí penalizaron el partido de los de David Gallego, especialmente ese fallo de Juan Berrocal en la acción del primer gol, intentando la cesión a Mariño en una disputa muy alejada del meta como para pensar en poder prolongar la pelota, dándole la fuerza suficiente al cabezazo, hasta los dominios del vigués. Un error en la toma de decisión que, si bien primero se solucionó con una doble intervención de mérito del portero, terminó derivando en un gol en contra que puso cuesta arriba el partido para los que ayer lucían de blanquinegro.
Un plan inicial infructuoso
Decidió variar cosas de inicio David Gallego, algo no tan habitual en él, pues sus matices suelen ser más livianos. Sin embargo, además del nombre por nombre en las sustituciones de Berrocal y Kravets por Valiente y Pablo, el de Súria decidió modificar la disposición de sus hombres de ataque, consciente de que el contexto de su rival iba a ser considerablemente diferente a lo habitual. Defensa de tres centrales en frente, mucho juego directo, importancia de las bandas, grada muy próxima al campo.. un escenario con muchas similitudes con Eibar, que fue la única derrota sportinguista de la temporada. Ante esto, Gallego dispuso una doble punta, con Campuzano por detrás de Djuka y Villalba algo más escorado -al menos de inicio, no tanto en la práctica- en el costado diestro y otro extremo de clara tendencia interior como Gaspar por el otro perfil. Todo esto apenas tuvo incidencia, pues el Sporting no encontró formas de presionar de manera eficiente al rival -era de esperar dado lo directo que jugaban- ni tampoco de construir sus ataques, con un atasco importante por dentro y poca claridad en el último tercio. No salió el cambio de plan.
Manifiestas dificultades con balón
Vivió varias fases el Sporting con balón. Primero, con dificultades en su primera línea, en la salida desde atrás. El Amorebieta saltaba con convencimiento a la presión en cuanto veía la mínima oportunidad de generar dificultades en los centrales y/o pivotes, y los de David Gallego, como ocurriera en Eibar, no encontraron facilidades para salir, con alguna pérdida incluso que acabó en opción de gol para los locales. Una vez los asturianos se asentaron con balón, moviendo al rival y llevándolo a su propia mitad de campo, el ritmo de juego no fue el deseado, con dificultades para imprimirle velocidad a la circulación de balón. Estas dos cuestiones limitaron las llegadas del Sporting con jugadas "aclaradas" de cara al último tercio, donde tampoco encontró la lucidez suficiente como para desequilibrar a un Amorebieta que no sufría en exceso bien organizado en su mitad de campo.
Villalba, el elemento diferente
Dos nombres propios seguramente expliquen sobre el resto el punto que obtuvo el Sporting de Lezama. Por un lado Diego Mariño, que salvó en varias ocasiones a los de David Gallego en un partido muy seguro del cancerbero, y por otro Fran Villalba, que más allá del gol que lo sitúa como máximo artillero de la escuadra rojiblanca en este inicio de liga con tres dianas, se notó que era el futbolista diferente en esa zona de tres cuartos. Menos protagonista de lo habitual en esa primera hora de juego compartiendo zona de influencia con un Campuzano que también tenía por delante a Djuka -a diferencia de lo que ocurrió en Girona-, pero siempre acercándose a la circulación de balón para desatascar las jugadas y buscar pases y movimientos distintos. Fue la nota discordante junto a Mariño, ambos para bien, en una actuación coral del Sporting más gris, lo cual coronó firmando además el gol del empate.
Los cambios
Aitor por Campuzano. Un cambio que supuso la renuncia de Gallego a la idea original para el partido. Aitor pasó a banda derecha y situó a Villalba por dentro. El onubense no destacó demasiado, salvo por la ocasión ya en el descuento en que se fabrica muy bien la jugada y define con un potente disparo que a punto estuvo de consumar la remontada.
Puma por Gaspar. Más verticalidad por fuera con un Puma que intentó algunas situaciones de uno contra uno, aunque tampoco gozó de los espacios necesarios ante un Amorebieta ya muy replegado. Pudo faltarle algo más de entendimiento con las subidas de Kravets.
Nacho por Gragera. Cambio más ofensivo de Gallego, buscando dar esa velocidad al balón que tan necesaria se antojaba en el desarrollo de la segunda mitad. Aportó su pequeño granito en eso.
Nota a David Gallego y al resto del cuerpo técnico
Insuficiente. A toro pasado todo es más sencillo de analizar. La puesta en escena del Sporting en el día de hoy tenía su lógica, buscando acumular gente dentro y trazando una idea de partido que pasaba más por elementos combinativos en la zona ancha. Sin embargo, la idea no salió, el equipo no firmó un buen partido con balón y sufrieron ante situaciones que ya sabían que iban a vivir, sobre todo por la presión del rival.
Defensivamente también hubo cosas que mejorar, pero fue ese punto que faltó de competitividad o de neutralizar al rival lo que más le penalizó a su planteamiento. Lo dijo Gallego en la previa: "tenemos que intentar que el partido vaya por donde nosotros queremos y no por donde ellos quieren". Y eso hoy no está nada claro que lo lograse.
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