Artículo de opinión
21 mar 2021 . Actualizado a las 22:50 h.Punto desaborido el que rescataron los pupilos de David Gallego de tierras catalanas. Se le atragantan este tipo de rivales a un Sporting que fue claramente de menos a más en La Nova Creu Alta, hasta el punto de perdonar situaciones claras de gol que bien podrían haber cambiado el signo final del encuentro. Fue un partido con luces y sombras, las cuales trataremos de desmenuzar en cuatro claves:
Primera parte de despistes
Gallego hizo mucho hincapié en la rueda de prensa posterior al duelo en las dificultades que mostró el equipo para entrar al partido. El Sporting salió con un plan ligeramente matizado, especialmente en la presión ante la defensa de tres arlequinada, pero el once era el mismo que firmó uno de los mejores encuentros de la temporada -si no el mejor- ante el Mallorca. A pesar de ello, al conjunto rojiblanco se le vieron ciertas dudas en ese inicio de partido, perdiendo balones comprometidos en campo propio y cediendo algún acercamiento al rival. Estos errores se personificaron en la figura de Saúl García, que no acertó a despejar dos balones en acciones que supusieron las primeras ocasiones locales, una de ellas derivando en el penalti que a la postre significaría el único gol de los de Antonio Hidalgo. Pero no, no fue una cuestión individual, aunque lo de Saúl fuese más perceptible, el equipo no estaba tan fino como de costumbre y le costó aclimatarse al contexto del choque. Sobra decir que los errores que haya podido tener el cántabro en la tarde de ayer no restan mérito a una temporada muy correcta en ese sentido.
Ajustes en la presión en base al rival
Como decíamos, el dibujo y los nombres de inicio no variaron respecto al fin de semana pasado, pero algunas intenciones sí que parecían dictaminadas desde la pizarra en la previa del encuentro. El Sabadell acostumbra a jugar con tres centrales en su retaguardia, generando habitualmente superioridad numérica en dicha línea y así fomentar y facilitar una salida aseada de balón a través de asociaciones. Gallego, sabedor de sus intenciones, formó su habitual 4-4-2 en defensa, pero con una particularidad, haciendo saltar a uno de los teóricos hombres de banda (Manu o Nacho) a la altura de la pareja de delanteros, tratando de igualar así ese trío de zagueros que se ocupan de la salida de balón arlequinada. No siempre dispuso así, pues evidentemente se corre el riesgo de ofrecer líneas de pase por fuera por las que el rival puede avanzar si no estás bien colocado y activo en la presión, y en ocasiones los rojiblancos decidían esperar o bien tratar de forzar el error desde ese 4-4-2, pero el matiz está ahí y funcionó con varias recuperaciones en campo rival, lo que denota la preparación del cuerpo técnico en la semana previa a trabajar ciertos aspectos de cara a dificultar el desarrollo de las principales virtudes del rival.
La sociedad Manu - Campuzano
Este 4-4-2 con Manu y Nacho partiendo como supuestos hombres de banda permite en la práctica disponer de muchos jugadores en el carril central. El dinamismo de Campuzano ha contagiado también a un Djuka más móvil, todo ello facilitado y sustentado por la presencia, unos metros a su espalda, de hasta cuatro jugadores con clara influencia interior: Fuego-Pedro y Nacho-Manu. Especialmente fructífera parece la asociación entre el ovetense y el catalán, pues el ex del Espanyol está descifrando muy bien cómo ubicarse para recibir entre líneas y ver la acción de cara, pudiendo encontrar así al espacio a Nacho en llegada o a un Djuka que cada vez lo entiende mejor. Manu entra más en juego, el Sporting lo nota en su circulación de balón y parece haber encontrado en Campuzano un socio para llegar con peligro a la frontal, una cadena de juego que facilita la generación de ocasiones para un Djuka que sigue desencadenado.
Falta de acierto
Sin embargo, aunque el Sporting viene mostrando una capacidad para generar ocasiones claras al alza, no siempre se logra acertar, y este fue un partido paradigmático de esto mismo. Tener al pichichi de la categoría responde no solo a la efectividad de un Djurdjevic que vive un momento pletórico, también al hecho de que al balcánico se le generan varias situaciones claras de peligro por partido. En La Nova Creu Alta no fue una excepción, pero sí nos extrañó ver al montenegrino fallar dos ocasiones manifiestas mano a mano con el portero. No es algo nuevo, para qué engañarnos, como tampoco lo es ver hacer el gol más difícil, ese que antes no entraba y que ahora no nos sorprende. Sin embargo, las ocasiones marradas en la tarde de ayer, casi de manera inexplicable en esos mano a mano o el ‘no control’ de Campuzano en área pequeña, empujaron al Sporting a no sacar más de un punto de tierras sabadellenses. Se generó para más de lo que se terminó convirtiendo.
Los cambios
Pablo García por Saúl. Entró el canterano al filo del descanso por un Saúl que se aquejó de una lesión en el muslo de su pierna izquierda. El cántabro había estado especialmente errático en el partido, y Pablo mejoró al sustituido. Se mostró solvente en acciones defensivas y con el paso de los minutos se fue asomando en ataque llegando incluso a posiciones de remate en área rival. Buenas sensaciones en los minutos que tuvo, mostrando que puede estar preparado para suplir al titular en caso de que su lesión le impida estar disponible.
Aitor, Gaspar y Borja por Pedro, Campuzano y Valiente. Sustituciones hacia un dibujo más reconocible y más peligro por bandas al espacio. Pequeñas apariciones de los dos extremos rojiblancos, aunque ninguno de los tres tuvo tiempo ni situaciones como para marcar diferencias en la recta final del encuentro.
Nota a David Gallego y el resto del cuerpo técnico
Bien. No se planteó un mal partido, hubo ciertos ajustes sobre el rival que le impidieron desarrollar cómodamente su juego, aunque los errores propios nos condenaron para terminar firmando un 1-1 que no responde fielmente a las ocasiones generadas. Aun así, al equipo le costó entrar al partido y adaptarse al mismo, fue, como decíamos al inicio, una tarde de luces y sombras. Un punto que no sacia el apetito de un aficionado que busca sumar de tres en tres para seguir aspirando y soñando con todo.
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