Artículo de opinión
23 nov 2020 . Actualizado a las 20:59 h.Hace unos días tuve que cambiar de móvil tras un triste accidente en el cual se entremezclaron tecnología, torpeza innata y un lavabo. Lo primero que se me vino a la cabeza no fueron las fotos perdidas, que gracias a la copia de seguridad de WhatsApp pude recuperar, sino las notas que sin criterio alguno iba escribiendo. Me alivió el hecho de recordar que la mayoría eran apuntes pesimistas. Es más fácil ser irónico en la derrota que halagador en la victoria. Por eso este Sporting me genera felicidad en el campo y ansiedad cuando me siento frente a la pantalla del ordenador a escribir.
Sin embargo, mi drama del primer mundo no se detuvo ahí. Creía que con un móvil nuevo entre mis manos todo volvería a la normalidad y podría perder de nuevo horas y horas observando hilos de Twitter con datos que a los pocos minutos olvido y leyendo artículos sobre asuntos que en el fondo no me interesan demasiado. Pero no iba a ser tan fácil. Mi móvil pasó a mejor vida el día nos cambiábamos de compañía telefónica y como no podía ser de otro modo: la portabilidad no se efectuó correctamente. En 2020 es cuanto menos curioso que aún ocurran estas cosas. Y no tiene culpa la tecnología, el problema es que la gestionamos nosotros, los mismos que día de hoy somos capaces de perder un móvil en un lavabo.
Con estos antecedentes uno llega al día de partido con una mirada de desconfianza hacia todo lo que le rodea. Y como al fin puedo volver a tuitear, en el descanso me asalta el impulso de escribir: «Perderemos, pero hay que estar orgullosos de este equipo». Aunque antes de darle a enviar repaso mi timeline de Twitter y veo bastantes mensajes similares. Gente que no ha perdido su móvil recientemente y aún mantiene su aplicación de notas a rebosar de pesimismo. Así que desisto de mis funestos propósitos y cuando el árbitro pita el final del partido no me arrepiento de ello.
Jugar bien
Decía Álvaro Benito este fin de semana en la Cadena Ser: «No confundas jugar más vistoso con jugar bien. Hay una corriente que dice eso y jugar bien es obtener buenos resultados». A un punto de los veinticinco con los que se finalizó la primera vuelta el año pasado, este equipo demuestra que tiene bastante de ambas: es vistoso y obtiene resultados. Y hacía mucho que no veíamos ni lo uno ni lo otro.
Es probable que Luis García no esté de acuerdo con esta afirmación. El entrenador del Mallorca utilizó en la rueda de prensa previa al partido la vieja técnica de repasar las bondades del rival para quitar presión a los suyos. Pero tras el encuentro, uno que solo debió de ver él, intentó convencernos de lo superiores que supuestamente fueron sus pupilos a partir del ecuador de la primera mitad del choque. Yo diría que Luis también ha perdido el móvil y los apuntes que en él había tomado del encuentro.
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