Artículo de opinión
10 jul 2020 . Actualizado a las 16:49 h.El Real Sporting de Gijón vuelve de Albacete con un empate (1-1) tan insustancial en lo clasificatorio como en lo futbolístico. Aunque las matemáticas aún sirvan para mantener un tipo de discurso, lo cierto es que el conjunto gijonés parece haber gastado su última bala en el Carlos Belmonte. Como una isla en medio del océano, el Sporting vive instalado en mitad de tabla con multitud de equipos entre el Playoff y los puestos de descenso, ambos a dos partidos de distancia restando tan solo tres jornadas para finalizar la competición liguera.
Malas sensaciones defensivas
Si hay algo que se haya destacado positivamente del Sporting esta temporada es su rendimiento defensivo. Djukic salió con su habitual línea de cuatro atrás, con Molinero de vuelta al rol de central, pero las sensaciones desde el inicio del choque no fueron las mismas de las últimas fechas. El Sporting parecía sufrir en cada centro lateral, concediendo segundas jugadas o despejando de forma insuficiente muchas de estas acciones. Una inseguridad en área propia nada usual en los rojiblancos, que venían de ofrecer amplias garantías en este sentido en la última jornada ante el Girona sin ir más lejos. Desde el principio se atisbaban dificultades para frenar a un Zozulya que cerca de Mariñó complicó mucho la vida a los centrales en el juego aéreo, siendo de esa forma como terminaría llegando el tanto del empate manchego.
Insuficiente en la circulación
Ni con una de las mejores versiones de Manu García en los últimos meses el Sporting mostró una buena cara con balón. Las mejores opciones del conjunto gijonés llegaron a través de los ya habituales envíos directos al punta para que éste descargue de cara hacia un Manu García que esta vez sí hizo gala de su calidad para servir una gran asistencia a Aitor. Sin embargo, este tipo de acciones no tuvieron un alto índice de éxito.
El Sporting creció con el primer gol, atacando los minutos inmediatamente posteriores con gran peligro, pero no fue capaz de hacerse dueño del partido ni del balón en el global de los noventa minutos. Con Manu acercándose al doble pivote el Sporting logró mejorar su versión con balón, pero con él ocupado de esas tareas, Djukic perdía la conexión entre el centro del campo y la delantera. La incapacidad para mantener la posesión e hilvanar jugadas de más de tres pases facilitó las cosas a un Albacete que sin hacer nada especial en presión, recuperaba el cuero con sencillez.
Incapacidad para gestionar la ventaja
El Sporting se adelantó en el tramo más gris del partido para los visitantes. Tras una doble ocasión del Albacete con disparo al palo incluido, los de Djukic tuvieron un par de oportunidades para dejar el partido encarrilado, pero el meta rival impidió aumentar la ventaja. Más allá de estos minutos de ko técnico de los manchegos, el Sporting volvió a perder la iniciativa, se asentó de nuevo cerca del área de Mariño y, aunque no conseguían inquietar demasiado, la sensación era que el empate estaba mucho más próximo que el 0-2. Los asturianos no supieron controlar el partido ni con balón ni sin él, mostrando dudas en área propia y siendo incapaces de dar un susto en campo contrario. Ni desde el planteamiento ni con los cambios en la segunda mitad el Sporting logró cambiar el rumbo del encuentro.
La ambición, ese gran intangible
‘Ambición’ seguramente fue la palabra que más resonó en la rueda de prensa posterior al partido. No es algo que se pueda medir en ocasiones, disparos o pases, pero es una sensación compartida por todos aquellos que lo ven desde fuera. El Sporting podrá adolecer de muchas cosas en su juego, algo que con tiempo y trabajo se puede ir puliendo y mejorando, pero no transmite la sensación de ser un equipo con el hambre suficiente para ganar. Parece un equipo conformista, algo que no casa con las declaraciones que invitan a no bajar los brazos, pues es el mismo equipo el que parece hacerlo sobre el verde. No es casual que se hable tanto de algo imposible de medir con datos cuando el Sporting da la imagen que da en partidos clave como este. Parece que la última bala ya se ha gastado.
Los cambios
Murilo por Pablo Pérez. Cambio obligado tras un golpe que dejó mareado al canterano. El brasileño no consiguió entrar demasiado en juego, siendo un perfil de futbolista menos aprovechable para esos envíos directos. En los últimos instantes de partido el Sporting gozó de espacios propicios para el extremo, pero faltó acierto y clarividencia en esas contras.
Javi Fuego por Pedro Díaz. Cambio de hombre por hombre para aportar más músculo al centro del campo y sacar a un Pedro que arrastraba una tarjeta amarilla desde el inicio. Un cambio que no cambió nada.
Álvaro Vázquez por Djurdjevic. El relevo habitual de cada partido. Álvaro gozó de una ocasión algo forzada en el área rival, pero no estuvo tan activo como el balcánico en la presión. Ni uno ni otro sacaron demasiadas cosas positivas a destacar del encuentro.
Borja López por Molinero. Otro cambio forzado por la lesión del toledano en la mandíbula. Borja no tuvo tiempo de incidir en el partido, pero sí abrió la incógnita de discernir si era una mejor alternativa para defender a un buen rematador como Zozulya y los constantes centros laterales del Alba.
Nacho Méndez por Manu García. El luanquín entró para intentar aportar frescura de cara a aprovechar los espacios de un Albacete volcado en los últimos minutos, pero no tuvo margen para ser productivo con tan poco tiempo sobre el verde.
Nota para Djukic y el cuerpo técnico
Suspenso. La elección de Molinero por delante de Borja López mostró una falta de planificación a la hora de adaptarse a las pocas virtudes del rival. Además, por el desarrollo del partido y cómo la balanza iba poco a poco inclinándose hacia el empate, la incapacidad una vez más para cambiar algo en el guión del partido cae en contra del balcánico. El Sporting no firmó un buen partido y lejos estuvo de mejorar las sensaciones recientes en un momento en que el tiempo y el crédito se va agotando.
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