Artículo de opinión
07 oct 2019 . Actualizado a las 15:49 h.El Real Sporting de Gijón sumó otro partido más sin ganar en competición liguera y las siguientes son algunas de las claves de su derrota en Fuenlabrada por 2-0:
Las bandas no están al nivel. Roberto Canella y Geraldes no eran Roberto Carlos y Cafú, pero comienzan a parecerlo. El nivel de los laterales está siendo muy pobre y ayer tocó fondo. Muy flojos desde la salida de balón hasta el ataque, y descolocados en defensa. A su vez, Aitor estuvo desaparecido y sigue pareciendo, cada día más, un segunda punta, mientras Carmona fue de más a menos. Ambos tienen tendencia a centrarse y requieren de un carrilero que no existe. También se echan en falta más balones y más desmarques de Aitor a la espalda del lateral para ganarle en velocidad llegando a línea de fondo, o bien tirando la diagonal, casi siempre recibe el cuero al pie con el rival encima.
Nadie está enchufado. Ningún futbolista está en un gran momento, lo más cercano es Manu García, que todavía sigue en proceso de adaptación y en busca de socios. Nadie se echa al equipo a la espalda cuando todo se pone en contra, de ahí los problemas para reaccionar con los goles en contra. Responsabilidad de los futbolistas y del cuerpo técnico, que no está sacando el rendimiento esperado de sus hombres.
Físico. Todas las partes coinciden en que el equipo estaba cansado en la media hora final y aunque se diga con la boca pequeña que no sirve de excusa el haber tenido menos días de descanso que el Fuenlabrada, claro que influye.
El problema no está ahí, sino en quién es el responsable de no haber hecho los cambios pertinentes en el once. El cuerpo técnico por no saber medir los esfuerzos o el propio futbolista, por no dar paso a un compañero en mejores condiciones.
Sin portería a cero ni presión. Una jornada más, no se mantuvo la portería sin goles en contra y cuando el equipo tiene tantos problemas para hacer un gol, resulta clave hacer un encuentro perfecto en defensa. Se está lejos de ello, empezando por hacer una presión que resulte incómoda al rival. Casi nunca se recupera el balón con velocidad al perder la posesión.
Sin remate. Cero disparos a portería, se podría deber a la falta de puntería, que también, pero el problema viene de la fase previa. Los desmarques no baten la línea rival, nadie desborda en el uno contra uno y solo se vio a Manu García y Carmona tratando de filtrar pases peligrosos. Directamente no se llega a posiciones de remate con peligro y sin gran oposición, cuando se hace, son disparos forzados sin gran posibilidad de éxito o de coger un balón dividido. Faltan centros al área y sumar hombres en zona de remate, además de forzar balones parados peligrosos como vía alternativa.
Los cambios no cambian nada. Ayer entraron al campo Traver, Djuka y Pedro, pero solo el asturiano, que entró alrededor del minuto 80, fue capaz de darle otro aire al equipo rojiblanco, dando cierto dinamismo al juego con balón. Culpa de los futbolistas, que para eso juegan, pero también del banquillo, que no tiene a sus hombres enchufados ni da con la tecla táctica.
El VAR, siempre negativo. El marcador ya estaba 1-0 y la remontada parecía imposible, pero el penalti en contra fue injusto porque Babin no pretende derribar al rival, que ni siquiera iba a recibir el balón. La decisión acaba por matar el encuentro.
Nota para José Alberto y el cuerpo técnico
Suspenso. Si el equipo ha fallado desde lo físico, tiene gran responsabilidad en ello. Además los cambios no han surtido efecto y en la primera parte, aunque el nivel fue decente, tampoco se vio el equipo prometido.